La teología del permanente
El otro día me tocó a mí el lavado de ropa del
Noviciado. Cuando ya tenía todo doblado, fui a la sala. Allí puse una fila de sillas
y, sobre cada una, un montón de ropa.
-¡Ya está!
-¡Genial! Pero... somos cinco, ¿por qué hay seis
montones?
-Ésas son las prendas secuestradas -informé fingiendo
estar muy enfadada- Toda esa ropa está sin marcar, y no se mueve de aquí hasta
arreglarlo.
Inmediatamente saqué un rotulador permanente.
Así fui poniendo las iniciales sobre las etiquetas,
entre risas y bromas sobre si aquello era afán maternal... o arrebato de
teniente coronel. Entiéndeme, entre tanta gente, las marcas son
importantísimas: ¡¡todas vestimos igual!!
Recordando este hecho, de pronto he caído en la cuenta
de que ¡nosotros también tenemos una marca! ¿De quién somos? ¡Sí, de Jesús! Y
él dijo: «La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os
amáis unos a otros».
¡Nuestra marca es el amor!
Pero Cristo sabía (igual que tú y yo) lo difícil que
nos resulta a veces dejar a la vista "nuestra marca"... ¡A menudo no
es precisamente amor lo que nos brota! Por eso, nos dice: «Amaos... como yo os
he amado». ¡Para poder amar, nos invita a llenarnos primero de su amor!
Hoy el reto del amor es mostrar tu marca. Puede ser
que se haya descolorido un poco, o tal vez vaya camino de borrarse... por ello,
siéntate un rato con Cristo, ¡disfruta sabiendo que Él te mira y te ama! Y,
después, ¡a amar! Te invito a que hagas alguna tarea en casa: poner la mesa, ¡o
ayudar con las lavadoras! Deja que hoy sea visible "que os amáis unos a
otros". ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma