Iglesia
y Ciencia (II)
9. Veamos citas de algunos de los estudiosos de
Chartres:
Abelardo de Bath (aprox. 1080-1142), estudiante
de Chartres decía: «Ningún mérito le restaré a Dios, pues todo cuanto es
viene de Él». Sin embargo, «debemos prestar oídos a los límites precisos
del conocimiento humano, y sólo cuando éstos se rompan definitivamente debemos
remitir las cosas a Dios»
Otro de Chartres, Guillermo
de Conches compartía esta opinión. «Nada le hurto a Dios. Él es
el autor de todas las cosas, salvo el mal. Mas la naturaleza con que ha dotado
a todas Sus criaturas, ejecuta todo un esquema de operaciones, y también éstas
nos remiten a Su gloria, pues Él es quien creó esta naturaleza» (Thomas Woods, Cómo la Iglesia construyó la Civilización
Occidental”)
10. ¿Qué nos quieren decir las observaciones de estos
científicos-filósofos de Chartres?
Que el funcionamiento de la naturaleza creada por Dios puede explicarse a través de
la observación y del uso de la razón, sin necesidad de recurrir
a razonamientos sobrenaturales.
¿Y qué tiene esto de novedad? Ahh! Para nosotros
hoy no, pero en el siglo XII no era fácil enfrentarse a las opiniones que
había.
Primeramente debían rechazar
la idea de que la investigación racional de la naturaleza no fuera una afrenta
a Dios. Sostenían que Dios creó el universo, pero que,
una vez creado, Dios le permitía funcionar según las leyes que El mismo había
diseñado.
Son planteamientos muy precisos que reconocen a Dios como Creador, pero al
ser humano como capaz de usar el conocimiento para comprender
lo que Dios ha hecho.
Son también planteamientos que abren la posibilidad de
estudiar el universo y las cosas creadas, sin quitarle nada que le corresponda
a Dios.
11. ¿Qué más nos legó la
Escuela de Chartres?
Otro problema que fue resuelto por la Escuela de la Catedral
de Chartres fue una idea prevalente durante la Antigüedad en Grecia y
Roma. Recordemos que en ese tiempo la gente creía que los astros que veían en
el cielo debían tener
ciertos atributos divinos, que tal vez tenían almas y que eran
hechos de una materia
imperecedera y que
funcionaban con leyes diferentes a las leyes de nuestra tierra.
En esa época se
pensaba que el estado natural de las cosas era el reposo, que
un cuerpo en reposo tendía a quedarse en reposo, y que para un cuerpo moverse
era indispensable que algo lo empujara a moverse.
Sin embargo, observaban el cielo, veían astros en movimiento, pero
no encontraban una mano grande que los moviera. ¿Qué los hace
mover? Debieran estar en reposo. Por eso elaboraron teorías erradas, como que tal
vez tenían almas y esa alma les daba movimiento. O que eran divinos y eso
los hacía moverse. Posteriormente se pensó que habían ángeles que los
movían. O sea, toda una serie de explicaciones erradas al
respecto.
El hecho es que pensaban
que había leyes diferentes a las de la tierra, que gobernaban el movimiento
allá arriba en el cielo. Esas leyes
diferentes eran la causa del movimiento de los astros.
Posteriormente, en el Siglo XVII, Newton
mostró que las mismas leyes que regían la tierra regían el resto del universo.
Eso fue un gran avance y es lo que todo el mundo conoce.
12. Pero ¿sabían ustedes que antes de que Newton
elaborara la teoría, hubo alguien en Chartres que la pensó por primera vez, con
mucha anterioridad?
Fue Thierry
de Chartres, otro de los intelectuales de esta Escuela de la
Catedral de Chartres en el siglo XII. ¿Qué dijo Thierry? Que lo que
tenemos en el universo, en el espacio exterior, está hecho de la misma materia que tenemos en la tierra.
Cierto que Thierry no
pudo explicar por qué se movían en órbitas y por qué parecen moverse por si
solos. No pudo anticipar las leyes de movimiento de
Newton. Pero al
sostener que la materia de allá y la de aquí es la misma, ya con esto abrió el
camino a una conclusión importantísima para la ciencia moderna.
Entonces, Thierry
de Chartres no aceptaba la esencia divina de los cuerpos celestes y descartaba
la idea de que éstos estuvieran compuestos de materia perdurable y de que no
estuvieran sometidos a a leyes naturales.
Describía las estrellas y el firmamento como cuerpos
compuestos de agua y aire. Contrariaba la idea de que los
astros estuvieran compuestos
de sustancias semi-divinas o que su comportamiento debía
explicarse mediante principios diferentes a los que gobiernan las cosas de la
tierra.
13. ¿Qué influencia tuvo
esta postura en el desarrollo de la Ciencia?
Como podemos imaginar esta
posición de Thierry de Chartres resultó decisiva para el progreso
científico. Pero era una lucha intelectual fuerte.
Dice otro Historiador de la Ciencia, Thomas Goldstein:
“durante un período de quince a veinte años, en torno a mediados del Siglo XII,
un puñado de hombres luchaba con ahínco para impulsar la Ciencia occidental y
daba todos los pasos necesarios para la consecución de este fin”.
Y Goldstein llega al extremo de predecir que en el futuro puede tal vez llegarse a
reconocer a Thierry de Chartres como “uno de los auténticos fundadores de la
ciencia occidental” (Thomas Goldstein, Dawn of Modern Science-from Ancient
Greeks to the Reinassance).
14. ¿Cómo fue sucediendo el desarrollo de la Ciencia en esta
época medieval?
Volvamos a Sb
11, 21, el versículo que nos dice que Dios ha ordenado todas las
cosas de acuerdo a medida, número y peso.
Eso no suena muy impactante a primera instancia. Pero es y fue determinante.
Ese versículo tenía un significado: el universo que Dios creó es ordenado,
tiene sentido, puede ser comprendido por nuestra inteligencia, es matemático,
sigue patrones. “Medida”, “Número”, “Peso”: hay algo
matemático en el universo. Así razonaban estos pensadores del Siglo XII
que Goldstein menciona.
Aun más: San
Agustín (siglo IV) llegó a decir que Dios es como un gran Geómetra, un
practicante de la Geometría. Así que la Matemática
resulta ser como un lenguaje que Dios usa para ordenar y diseñar el mundo que
nos dio.
Sucede que ya el gran Matemático griego, Pitágoras, había dicho en
el Siglo 6 aC que el universo no estaba hecho de aire o agua o tierra: el compuesto fundamental del universo son
los números, dijo.
Entonces la
tradición cristiana, basada en Sb 11, 21, tomó esta idea de Pitágoras y desarrolló un método.
Y no sólo desarrolló un método, sino que construyó
toda una civilización alrededor de este pensamiento.
15. ¿Qué método fue el que
se desarrolló dentro del Cristianismo, dentro de la Iglesia?
Nada menos que el método científico.
Pero el
método científico no hubiera podido desarrollarse si el universo no fuera
ordenado, y si no hubieran habido pensadores que, basados en el
texto bíblico y usando el intelecto que Dios les dio, no se hubieran propuesto,
iluminados por el Espíritu Santo, a desarrollar la Ciencia, de acuerdo a estos
principios.
16. ¿En qué consiste el
método científico?
Para empezar, el método consiste
en recopilar data, luego estudiar esos datos, buscar patrones, tratando de
entenderlos.
A continuación te propones
hipótesis acerca de esa data: por qué sucede esto y
aquello. Luego
planteas experimentos para confirmar o refutar la hipótesis propuesta.
Ahora bien, estos
pasos no pueden seguirse a menos que se crea que el universo sigue un orden,
porque el mismo experimento, bajo las mismas condiciones tiene que darme el
mismo resultado, ¿no?
Si viviera en un universo desordenado, podría sucederme el
accidente del objeto soltado para que caiga, el cual mencionábamos antes: quizá
a la cuarta vez el objeto no cae por gravedad, sino que salta hacia arriba, o
hacia un lado.
Si el universo no fuera ordenado, no puedo siquiera comenzar
a desarrollar un método. Pero tampoco
puedo conseguir patrones, si no espero que los haya.
Todo esto me dice que sólo
con la expectativa de un universo ordenado podemos comenzar a hacer Ciencia.
Otras civilizaciones no desarrollaron la Ciencia porque no
consideraban el universo ordenado.
¿Van viendo la veracidad de nuestro planteamiento: la Ciencia
comenzó a desarrollarse en el medio católico, gracias al pensamiento cristiano
de un universo ordenado por Dios según principios matemáticos?
17. Veamos ejemplos de
aplicación de lo que es el universo ordenado matemáticamente: la Tabla
Periódica de los Elementos, que nos legó Mendeleyev.
Si el universo no fuera ordenado matemáticamente, Mendeleyev no
hubiera podido elaborar la Tabla Periódica de los Elementos.
En el Siglo XIX Mendeleyev fue organizando los elementos.
Clasificó, organizó y
distribuyó los distintos elementos químicos conforme a sus propiedades y
características.
Colocó los elementos por orden creciente de sus masas
atómicas. Para el momento de diseñar la tabla no se conocían todos los 90
elementos que hoy sabemos que hay. Pero Mendeleyev tuvo la audacia de pronosticar la
existencia de elementos no conocidos y que aún no podía poner en su Tabla.
Era tal el convencimiento de este científico sobre el orden
entre los diferentes elementos, que al llegar al peso atómico 21, por ejemplo,
saltó ese espacio, convencido de que algún día se conseguiría el elemento que
debía ir en ese espacio. Y continúo colocando elementos.
Efectivamente, 10 años más tarde se descubrió el scandio, número atómico 21.
Y dejó otras casillas vacías para situar en ellas los elementos aún no
descubiertos. Incluso pronosticó las propiedades de algunos de ellos: el
galio(Ga), al que llamó eka–aluminio por estar situado debajo del
aluminio; el germanio(Ge), al que llamó eka–silicio; el escandio(Sc); y
el tecnecio(Tc).
¿Por qué pudo actuar así este científico ruso? Porque tenía la convicción de que el universo está
organizado por medida, número y peso. Sobreentendía que Dios creó un universo ordenado
matemáticamente.
En esto mismo se basó Isaac
Newton en el Siglo XVIII, cuando tomó todos los tipos de movimientos que
existen en el universo y los redujo a una sola ecuación matemática. Por
supuesto, ese planteamiento impresionó a todo el mundo, pues con una sola
ecuación expresaba un problema múltiple y complicado, todos los
movimientos podían ser reducidos a una ecuación: F= ma
Para llegar a esa simplicidad, Newton tuvo que aplicar lo que la Escuela
de Chartres había planteado con tanta convicción siglos antes: el
ordenamiento matemático del universo.
18. Y la legitimidad en el
uso de la razón, ¿de dónde viene?
Este es otro principio fundamental adicional que se origina
en la Edad Media y también de dentro de la Iglesia.
Otro intelectual de Chartres nos dice que es por la razón que
somos seres humanos, que si damos la espalda a la maravillosa belleza
racional del universo en que vivimos, realmente mereceríamos ser expulsados de
éste, como un invitado que no aprecia el hogar en el cual ha sido recibido
(citado por Thomas Woods en EWTN, Cómo
la Iglesia construyó la Civilización Occidental).
Otro de estos académicos de Chartres dijo que el ser humano
le da gloria a Dios usando la razón que es parte de la naturaleza
con que Él lo creó.
Es decir que Chartres
no se quedó sólo en la consideración del orden matemático del universo, sino
que a esto agregó el uso de la razón.
Chartres nos manifiesta el convencimiento de que para entender el universo, el cual ha
sido ordenado matemáticamente, tenemos que usar la razón con que Dios dotó a
nuestra naturaleza humana.
Imaginemos este tipo de razonamiento filosófico allá por el
siglo XII. ¡Muy adelantado! Esto contradice la matriz de opinión
que se nos ha vendido de que la Iglesia Católica ha sido contraria a la razón.
El uso de la razón, unido a la convicción de la ordenación
matemática del universo, eran conceptos verdaderamente revolucionarios que nos
legó la Iglesia durante la mal llamada oscura
Edad Media.
Fuente: buenanueva.net