Cuidado con la deificación de los deportes
Un maestro de religión me habló de
una charla que había tenido con una madre católica unas semanas antes. La
madre estaba molesta porque su hija, que está en la escuela primaria, se sentía
culpable por faltar a misa. La madre culpaba a la iglesia. ¿Es que no es yabastante con
que vaya a las catequesis?, preguntaba. ¿Es que no os dais cuenta de que
tenemos un horarioapretado los domingos? ¡Están los deportes, los
proyectos, los deberes! No podemos ir a la iglesia todas las semanas,¿sabes?
Hay mucho que hacer.
El maestro intentó, con un éxito
dudable, transmitir a la madre la importancia de la misa, más allá del mero y
simple hecho de que es una obligación. No sé si la conversación dejó poso.
Parece que ya nadie piensa así hoy en día.
En algún lugar
del camino dejamos de enseñar que ir a la iglesia no es una opción, que la misa
es una obligación, que se nos exige que nos acordemos del
“sabbat, para consagrarlo al Señor”. Hemos
minimizado en la enseñanza la importancia de la presencia de Cristo en la
Eucaristía —o en la asamblea o en La Palabra, ya que estamos— y la gente cree
que puede tomarla o dejarla.
En algún lugar del camino nos
saltamos cosas como ésta:
Canon 1248
1. Cumple el precepto de participar en la Misa quien asiste a ella, dondequiera que se celebre en un rito católico, tanto el día de la fiesta como el día anterior por la tarde.
1. Cumple el precepto de participar en la Misa quien asiste a ella, dondequiera que se celebre en un rito católico, tanto el día de la fiesta como el día anterior por la tarde.
2. Cuando falta el ministro sagrado u otra causa grave hace imposible la participación en la celebración eucarística, se recomienda vivamente que los fieles participen en la liturgia de la Palabra, si ésta se celebra en la iglesia parroquial o en otro lugar sagrado conforme a lo prescrito por el Obispo diocesano, o permanezcan en oración durante el tiempo debido personalmente, en familia, o, si es oportuno, en grupos familiares.
Puesto que es necesaria una “causa
grave” para excusarnos de esta obligación, es un pecado grave o mortal
faltar por voluntad propia a la misa del domingo o de un día Santo de Precepto [énfasis
añadido], tal y como la Iglesia siempre ha enseñado. Razones tales como la
necesidad de trabajar para sostener la familia, el cuidado de los niños,
enfermedad o el cuidado de los enfermos, la necesidad de viajar, etc., podrían
excusar a una persona en ocasiones particulares. Aquellos que tengan razones
continuadas para ser dispensados deberían consultar a su párroco.
Aquí puedes leer más sobre el catecismo.
Un sitio web cristiano llamado For
The Chuch abordó este mismo problema, coincidencia oportuna, en un
artículo titulado When Ball Becomes Baal, es decir, Cuando
el balón se convierte en Baal:
La deificación de los deportes es un
hecho que está sucediendo a muchos.
¿Cómo el balón
puede convertirse en Baal?
Respuesta: Cuando te
controla y le ofreces tu fiel adoración. Tu vida has de ordenarla alrededor
de tu dios y casi nunca puedes decirle que no.
Al igual que el
“pie de atleta” en los adolescentes faltos de higiene, los deportes han ido
invadiendo cada vez más la vida de los creyentes. Casi de la noche a la mañana nos hemos despertado con la triste
realidad de que, en muchas comunidades, los deportes han llegado a usurpar de
los creyentes sus horas de congregación en el Día del Señor. Demasiado a menudo
se escucha a los aficionados deportivos decir a los líderes de las iglesias,
“Ya iremos el próximo domingo, porque este domingo hay fútbol”. Se supone que
los guías de la iglesia deben responder consintiendo mansamente. Después de
todo, no podemos permitirnos parecer “legalistas”; todo el mundo sabe que el
mayor crimen que puede cometer una iglesia es exigir algo a alguien.
Y escucharás: “Pero es que el equipo
necesita a todos los jugadores. No podemos decepcionarlos”. Nunca se les ocurre
que se está privando al Cuerpo de la iglesia de una parte muy necesaria, o que
Dios está siendo marginado y desobedecido. No debemos dejar de congregarnos,
dice Dios en Hebreos 10:25.
Devoción es la
palabra clave. Cuando el equipo dice “Te necesitamos”, hacemos el sacrificio y
acudimos. Pero cuando se interpone en el tiempo asignado a la edificación
espiritual y la adoración, a menudo mandan al banquillo al Soberano del
universo.Mientras tanto, enseñamos a nuestros hijos que la
devoción a los deportes es más importante que la devoción a Dios y que la
lealtad a nuestra familia espiritual. ¿Os habéis planteado que quizás estéis
educando a vuestros hijos a venerar los deportes?
Como muchos otros temas, esto es
algo que se menciona raras veces en el púlpito. (¿Tal vez los pastores piensen
que estarían predicando a los conversos, puesto que ya están sentados en los
bancos?). Pero se debería predicar sobre esto. Hay generaciones enteras que
sencillamente, no lo entienden.
Yo seré el primero en admitirlo, hay
muchas zonas grises en la doctrina de la Iglesia.
PERO, ésta no es una de ellas.
Somos
católicos. Tenemos la obligación de participar en el Santo Sacrificio de la
misa cada domingo. Una hora a la semana no es mucho pedir, tampoco
es mucho que dar. (Diantre, ahora incluso lo ponemos más fácil: ¡podéis ir el
sábado por la noche!).
Pensad en ello.
Nuestros hijos necesitan aprender
sobre prioridades, sobre qué es lo que importa y qué importa menos, y las
razones detrás de ello. Y que no desvíen la mirada del balón.
No sea que empiecen a mirar a Baal.
Fuente: Aleteia
