El Papa
explica por qué ha traído a tres familias musulmanas
“Antes que nada, quiero
agradecerles por esta jornada de trabajo; para mí fue muy fuerte, demasiado
fuerte…”. Papa
Francisco se conmueve antes de la entrevista durante el vuelo de regreso de
Lesbos a Roma.
“No hay ninguna especulación política, porque los
acuerdos entre Grecia y Turquía yo no los conocía bien, los vi en los
periódicos. Mi viaje fue humanitario”.
Y, con respecto a las familias de refugiados musulmanes sirios que
llevó consigo, Francisco indicó: “fue una inspiración de hace una semana, que
me dio un colaborador, y yo acepté inmediatamente, porque vi que era el
Espíritu el que hablaba.
Usted habla mucho de acogida pero demasiado poco
sobre integración. Al ver lo que está sucediendo en Europa (muchas ciudades con
barrios-guetos, migrantes musulmanes que no logran integrarse a los valores
occidentales), ¿no sería mas útil privilegiar a los migrantes cristianos? ¿Por
qué decidió traer consigo a tres familias musulmanas?
No tomé ninguna decisión
entre cristianos y musulmanes; estas tres familias tenían los documentos en
regla y se podía hacer. Había dos familias cristianas que no tenían los
documentos en regla… No es un privilegio, todos son hijos de Dios.
Sobre la integración, usted
dijo una palabra que en nuestra cultura actual parece haber sido olvidada
después de la guerra: ¡hoy en día existen guetos! Y algunos de los terroristas
que han perpetrado atentados son hijos y nietos de personas nacidas en el país,
en Europa. ¿Qué es lo que ha sucedido? No ha habido una política de
integración, y esto, para mí, es fundamental a tal punto que si usted se fija
en la exhortación post-sinodal sobre la familia hay una parte sobre la
integración para las familias en dificultades.
Europa debe recobrar esta
capacidad de integrar, han llegado muchas personas nómadas y han enriquecido su
cultura. Se necesita integración.
Se habla de vigilancia y de reforzar las fronteras
europeas. ¿Es el final de Shengen y del sueño europeo?
No lo sé, pero comprendo que
los pueblos tengan cierto miedo. Lo comprendo. Debemos tener una gran
responsabilidad en la acogida, y uno de los aspectos es justamente cómo
integrar a estas personas. Siempre he dicho que hacer muros no es una solución;
en el siglo pasado vimos la caída de uno… No se resuelve nada. Debemos hacer
puentes, pero los puentes se hacen inteligentemente, con el diálogo, la
integración. Yo comprendo cierto temor, pero cerrar las fronteras no resuelve
nada, porque la clausura, a la larga, daña al propio pueblo, y Europa debe
hacer urgentemente políticas de acogida, de integración, de crecimiento, de
trabajo y de reforma de la economía. Todas estas cosas son ‘puentes’ que nos
permitirán no hacer muros.
(El Papa tomó un fajo de dibujos que le regalaron
los niños del campo para refugiados). Después de lo que he visto, de lo que
ustedes han visto, en ese campo de refugiados, daban ganas de llorar. Traje
unos dibujos para mostrárselos. ¿Qué quieren estos niños? Paz. Es cierto que en el campo no
tienen cursos de educación, pero, ¿qué han visto estos niños? Este es un dibujo
en el que se ve a un niño que se ahoga. Esto lo tienen en el corazón; hoy, de verdad,
daban ganas de llorar. Recuerdan esto. Uno dibujó al sol llorando. Pero si el
sol es capaz de llorar, también a nosotros nos hará bien una lágrima.
¿Por qué usted no hace diferencia entre quienes
huyen de la guerra y quienes huyen del hambre? ¿Europa puede acoger toda la
miseria del mundo?
Hoy en mi discurso dije que
algunos huyen de las guerras y otros del hambre. Ambos son efecto de la
explotación. Explotación de la tierra: me decía un jefe de gobierno de África
que la primera decisión de su gobierno había sido la reforestación, porque la
tierra se había muerto por la explotación de los bosques. Hay que hacer obras
buenas tanto para quienes huyen de las guerras como para quienes huyen del
hambre. Yo invitaría a los traficantes de armas (en Siria, por ejemplo, ¿quién
les da las armas a esos grupos?) a que pasaran un día en ese campo de
refugiados. Creo que sería saludable para ellos.
Usted dijo esta mañana que era un viaje triste,
conmovedor. Pero algo ha cambiado, porque hay doce personas a bordo, un pequeño
gesto de frente a quienes miran hacia otro lado…
Hago un plagio y no respondo
con una frase mía. Le preguntaron a la Madre Teresa de Calcuta: ¿por qué tanto
esfuerzo y tanto trabajo solo para acompañar a las personas a morir? Y ella: es
una gota de agua en el mar, pero después de esta gota, el mar ya no será el
mismo. Es un pequeño gesto, pero esos pequeños gestos que todos nosotros,
hombres y mujeres, debemos hacer para tender la mano a los que lo necesitan.
Hemos venido a un país de inmigración, pero también
de política económica de austeridad. ¿Usted tiene un pensamiento económico de
austeridad?
La palabra austeridad tiene
diferentes significados: económicamente significa un capítulo de un programa;
políticamente es otra cosa; espiritualmente es otra cosa. Cuando yo hablo de
austeridad me refiero a la comparación con el desperdicio. Escuché en la FAO
que con la comida desperdiciada se podría resolver el hambre en el mundo, y
nosotros, en nuestra casa, ¡cuántos desperdicios hacemos sin quererlo! Es esta
la cultura del descarte y del desperdicio. Uso la austeridad en sentido
cristiano.
Hoy por la mañana se reunió con el candidato
demócrata estadounidense Bernie Sanders. ¿Quiso inmiscuirse en la política
estadounidense?
Esta mañana, mientras salía,
estaba el senador Sanders, que vino al congreso sobre la “Centesimus annus”. Él
sabía que yo salía a esa hora y tuvo la gentileza de vernir a saludarme, él con
su esposa y otra pareja que se estaba quedando en Santa Marta, como todos los
miembros del congreso. Cuando bajé a saludarlo, nada más un apretón de manos.
Esta se llama educación, no mezclarse en la política. Si alguien cree que saludar sea
inmiscuirse en la política, le recomiendo que se encuentre un psiquiatra.
Quisiera hacer una pregunta sobre la exhortación
«Amoris laetitia»: como usted bien sabe ha habido muchas discusiones sobre uno
de los puntos: algunos sostienen que no ha cambiado nada para que los
divorciados que se han vuelto a casar accedan a los sacramentos; otros
sostienen que ha cambiado mucho y que hay muchas nuevas aperturas. ¿Hay nuevas
posibilidades concretas o no?
Yo puedo decir que sí. Pero
sería una respuesta demasiado pequeña. Les recomiendo que lean la presentación
del documento que hizo el cardenal Schönborn, que es un gran teólogo y que ha
trabajado en la Congregación para la Doctrina de la Fe.
¿Por qué puso en una nota y no en el texto la
referencia al acceso a los sacramentos?
Escuche, uno de los útlimos
Papas, hablando sobre el Concilio, dijo que había dos concilios: el Vaticano
II, en San Pedro, y el de los medios de comunicación. Cuando convoqué al primer Sínodo, la gran
preocupación de la mayor parte de los medios era: ¿podrán comulgar los
divorciados que se han vuelto a casar? Como yo no soy santo, esto me dio un
poco de fastidio y un poco de tristeza. Porque esos medios no se dan cuenta de
que no es ese el problema importante. La familia está en crisis, los jóvenes ya
no quieren casarse, hay una disminución de la natalidad en Europa que es para
llorar, la falta de trabajo, los niños crecen solos… Estos son los grandes
problemas. No me
acuerdo de esa nota, pero si está en una nota es porque se trata de una cita de
la «Evangelii gaudium».
Fuente: Artículo original del Vatican Insider
