Jesús vivo puede darme la vida que ya no tengo, puede hacerme creer en
mí mismo, en mi vida, en los hombres
Dominio público |
Tengo sed. Una sed de infinito. Jesús también tiene
sed y me grita desde la cruz. Tiene sed de mi amor, de mi vida, de mi entrega.
Y a mí me cuesta creer en esa presencia sanadora de Dios en mi vida. Ese amor
que me quita la sed.
Quiero creer en Jesús resucitado. Él puede sembrar luz
en la noche, y dar vida a mi muerte. Él logra que mis pasos se detengan ante la
tumba vacía de mi vida y crean. Estoy vacío. Dios me llena. Sólo necesito que
Él corra la piedra, la losa que me cubre.
Tengo heridas de muerte. Profundas heridas que me recuerdan mi pobreza. En esas heridas puede florecer la vida esta noche santa. Parece mentira. Puede llenarse de luz mi noche sin vida. De palabras eternas mi más hondo silencio.
Jesús vivo puede darme la vida que ya no tengo. Puede
hacerme creer en mí mismo, en mi vida, en los hombres. Creer en ese vacío seco
que llevo en lo más hondo. Lo sé, me falta fe. No veo más allá de mi pobreza y
no corro para ver un sepulcro vacío.
Hoy le pido fe a Dios. Una fe profunda que crea pese
al aparente fracaso. Que abrace
el cuerpo ausente de Jesús y bese sus heridas. Que no se conforme con la
soledad de un sepulcro vacío. Que tenga esperanza en medio de la oscuridad. Y
que sea capaz de amar hasta dar la vida.
En los próximos días Jesús se aparecerá a los suyos.
Se dejará tocar. Tocará con amor. Serán días de fiesta, de resurrección, de
Pascua. Días en los que el sepulcro del alma ya no estará vacío. Jesús lo
llenará todo. Dará vida a todos mis rincones oscuros. Quiero creer. Quiero ser
uno de esos que tanto quieren a Jesús.
Por Carlos Padilla Esteban
Fuente: Aleteia