La Declaración de El
Ciro sobre los Derechos Humanos en el Islam no garantiza la libertad religiosa
ni la igualdad ante la ley de los no musulmanes
¿Existe libertad religiosa dentro del islam? No. De
hecho, esta es una de la cuestiones más problemáticas dentro del islam. Aunque
las prescripciones coránicas contemplan la posibilidad de que judíos y
cristianos puedan profesar su fe como “gente del Libro”, podemos encontrar
obstáculos, que en mayor o menor grado, estigmatizan a las minorías.
El concepto de libertad religiosa en el mundo islámico
se ha articulado en base a los “tratados de protección”, estipulados con las
distintas comunidades cristianas durante la expansión del Islam (siglo VII y
VIII). A cambio de protección (dhimma) estas minorías conquistadas
podían seguir practicando su fe, siempre que mantuvieran una lealtad probada al
poder constituido, reconocieran la superioridad del Islam y pagasen un impuesto
específico (tasa de capitación o jizya).
Estas prácticas hicieron posible la islamización
gradual de los territorios conquistados. Principalmente, porque también se
habían previsto impedimentos. De una parte, a la práctica pública del culto:
prohibición de exposición de símbolos, toques de campanas, procesiones, etc. De
otra, su exclusión del cuerpo social al impedirle acceso a funciones como la
carrera militar, la validez de su testimonio en asuntos jurídicos o el
matrimonio con musulmanes. Este tipo de disposiciones fueron erosionando el
desarrollo de las minorías cristianas.
Cristalizado este sistema a través del tiempo, la dhimma
ha sido vivida como una estigmatización religiosa, social y económica. Ni el
éxito profesional, ni el ejercicio de cualquier responsabilidad pública eran
considerados como legítimos. En momentos de crisis del sistema, eran el eslabón
más débil. Sospechosos en cualquier caso.
Actualmente, la libertad religiosa en el Islam varía
según el lugar del que nos ocupemos. En general, podemos encontrar desde la
prohibición de mostrar símbolos en los edificios o portarlos en el cuerpo, a
las limitaciones en la profesión y testimonio de la propia fe, construcción y
restauración de Iglesias, celebración de la Eucaristía (ni siquiera en privado)
o la introducción de textos religiosos no islámicos.
Para el pensamiento político islamista de raíces
ilustradas, la desigualdad jurídica que se fue introduciendo con este sistema
es uno de los mayores escollos para articular una fórmula de Estado compatible
con el concepto de democracia occidental.
En el ámbito de las relaciones internacionales, los
derechos de los no musulmanes son uno de los principales motivos de
discrepancia entre los Estados de tradición islámica y los defensores de la
universalidad de los derechos humanos recogidos por la ONU en 1948. De hecho,
la Declaración de El Ciro sobre los Derechos Humanos en el Islam no garantiza
la libertad religiosa ni la igualdad ante la ley de los no musulmanes, ya
que, dichos derechos están sometidos a la ley islámica (artículo 24).
Debemos añadir, que las particularidades sobre esta
cuestión dependen en gran medida del contexto político, la magnitud de la
minoría cristiana, la forma de Estado y en relación con ello, el grado de
aplicación de la ley islámica. Sin duda, es Arabia Saudí el país con
mayores restricciones en este sentido. Considerada “suelo sagrado” y guardianes
de las los santos de Meca y Medina, toda expresión no islámica está
terminantemente prohibida. Cualquier acción en este sentido es castigada con el
arresto, la expulsión e incluso la pena capital.
Es cierto que podemos encontrar ligeras diferencias
entre la población cristiana autóctona y los trabajadores cristianos en países
de mayoría musulmana. Entre los primeros, las restricciones y sanciones son
abiertamente discriminatorias (Pakistán, Sudán del Sur). En otros casos, su
participación en la vida social y cultural está tutelada (Egipto, Jordania,
Irán…). En el caso de los trabajadores las autoridades pueden conceder una
libertad limitada de culto, construcción de iglesias e incluso de cierta
organización eclesial. Sin embargo, se restringe cualquier posibilidad
misionera entre la población musulmana. En los países del Magreb, podemos
encontrar que los cristianos gozan de libertad de culto y están organizados en
diócesis. Aunque eso sí, deben atenerse a realizar una labor discreta.
Fuente: Aleteia
