La confesión habitual de los pecados veniales ayuda a formar la conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a
dejarse curar por Cristo, a progresar en la vida del Espíritu
En realidad no
hay obligación de confesar los pecados veniales. Esto es lo que enseña la
Iglesia, porque hay muchos medios por medio de los cuales son perdonados los
pecados que no son graves.
Veamos cuáles
son esos medios de perdón de los pecados veniales:
Actos de arrepentimiento perfecto, en los que nos arrepentimos por amor a Dios y no por temor a las
consecuencias de los pecados.
Actos de amor a Dios (confianza,
entrega, alabanza, adoración)
Actos de amor al prójimo, cuando éstos provienen de motivos sobrenaturales y no de mera filantropía
o altruismo, los cuales tienen su origen en motivaciones humanas.
Oraciones litúrgicas, como el Yo confieso, o también el Acto de Contrición.
El principal medio de perdón de los pecados veniales
es la Sagrada Comunión, la cual debe ir precedida de un
acto de arrepentimiento sincero y cierto. Esto se hace en la Santa
Misa en la Liturgia Penitencial con que comienza toda Misa, que es el momento
para recordar los pecados cometidos y arrepentirnos de ellos.
Si existen todos estos medios de perdón de las faltas no graves, ¿para qué,
entonces, confesar los pecados veniales?
El Catecismo de
la Iglesia Católica ratifica la declaración del Concilio de Trento, que
recomendó la confesión de los pecados veniales. Y nos recuerda que hasta
el Código de Derecho Canónico recomienda la confesión de los veniales. (CDC
#988-2)
"Sin ser
estrictamente necesaria, la confesión de los pecados veniales, sin embargo, se
recomienda vivamente por la Iglesia. En efecto, la confesión habitual de los
pecados veniales ayuda a formar la conciencia, a luchar contra las malas
inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, a progresar en la vida del Espíritu.
Cuando se recibe con frecuencia, mediante este sacramento, el don de la
misericordia del Padre, el creyente se ve impulsado a ser él también
misericordioso (cf Lc 6, 36)". (CIC #1458)
¿Qué ventajas nos trae, entonces, la confesión frecuente? ¿Qué ayuda
nos da la confesión frecuente a la señal de vivir habitualmente en gracia?
Veamos con
detalle las ventajas que nos aporta el Catecismo y algunas otras:
Ayuda a formar la conciencia, para tener una conciencia verdadera (juzga
correctamente si un acto es bueno o malo), una conciencia cierta (lo
juzga sin temor a equivocarse) y una conciencia delicada (ve el pecado
donde lo hay, aunque sea muy pequeño).
Ayuda a luchar contra las malas
inclinaciones: la confesión frecuente es como el
trabajo de un jardinero que saca el monte diariamente hasta que va
desapareciendo. El Sacramento de la Confesión cura al alma de la
debilidad que causan en ella los pecados veniales, de la tendencia a la
mundaneidad que trae el pecado venial consigo, del enfriamiento de las cosas de
Dios que acarrea el estar cometiendo pecados leves, de la propensión a aceptar
valores falsos y a caer en tentaciones. En una palabra, la confesión
frecuente de los pecados veniales alivia la concupiscencia o tendencia al
pecado.
El alma se deja curar por Cristo: sabemos que es Cristo mismo quien nos espera en
el confesionario para darnos su perdón y darnos las gracias
sacramentales. Aún mejor que cuando buscamos el perdón de los veniales
por
otras vías, en la Confesión es Jesús
mismo Quien nos sana.
La persona progresa en su vida
espiritual: Al confesar con frecuencia los
pecados veniales, la persona va profundizando su vida espiritual y va
fortaleciendo la gracia divina –la vida de Dios- que habita en ella.
Además, obtiene adicionales gracias actuales que la estimulan a amar más y
mejor a Dios y al prójimo. Todo esto hace que los pecados veniales vayan
disminuyendo de número y de intensidad.
Nos ayuda en la lucha contra los pecados
mortales y veniales: Es importante destacar el poder del
Sacramento de la Confesión inclusive contra los pecados veniales, porque no
sólo los perdona, sino que va eliminando las consecuencias de esos pecados, que
aunque no sean graves, tienen también su mala influencia en el alma. La
confesión frecuente da una fortaleza especial para luchar contra los pecados
veniales (también contra los mortales, por supuesto!), porque el Sacramento de
la Confesión remueve los obstáculos que impiden que la gracia divina crezca tanto
como Dios quiere hacerla crecer en el alma. Cuando los pecados veniales se nos
perdonan por vías alternas al Sacramento, nos privamos de esta ayuda de
fortalecimiento ante el pecado, que es parte de la gracia sacramental de la
Confesión.
Fortalece al alma para rendirse a la
Voluntad de Dios: La confesión frecuente de los
pecados veniales le otorga al alma una frescura interior y un ímpetu cada vez
más firme para de veras rendirse a Dios y a su Voluntad.
Nos hace misericordiosos, porque al ir recibiendo la Misericordia Divina para
nuestros pecados, siendo perdonados una y otra vez, nos vamos haciendo más
compasivos, comprensivos, magnánimos – ojo: no permisivos, pero sí
misericordiosos- con respecto de las debilidades de los demás.
Podemos resumir
estas ventajas con un extracto de la Encíclica del Papa Pío XII, Mystici
Corporis #39, año 1943:
"Esto
mismo sucede con las falsas opiniones de los que aseguran que no hay que
hacer tanto caso de la confesión frecuente de los pecados veniales, cuando
tenemos aquella más aventajada confesión general que la Esposa de Cristo hace
cada día, con sus hijos unidos a ella en el Señor, por medio de los sacerdotes,
cuando están para ascender al altar de Dios.
Cierto que, como bien sabéis,
Venerables Hermanos, estos pecados veniales se pueden expiar de muchas y muy
loables maneras; mas para progresar cada día con mayor fervor en el camino de
la virtud, queremos recomendar con mucho encarecimiento el piadoso uso de la
confesión frecuente, introducido por la Iglesia no sin una inspiración del
Espíritu Santo: con él se aumenta el justo conocimiento propio, crece la
humildad cristiana, se hace frente a la tibieza e indolencia espiritual, se
purifica la conciencia, se robustece la voluntad, se lleva a cabo la saludable
dirección de las conciencias y aumenta la gracia en virtud del Sacramento
mismo.
Adviertan, pues, los que disminuyen y rebajan el aprecio de la
confesión frecuente entre los seminaristas, que acometen empresa extraña al
Espíritu de Cristo y funestísima para el Cuerpo místico de nuestro
Salvador."
¿Qué ventaja nos da la confesión de los pecados veniales con relación a la
pena temporal o purificación requerida por esos pecados?
"Cuando
los pecados veniales son perdonados en la Confesión, la pena temporal que
ellos conllevan queda remitida en mayor grado a cuando esos pecados son
perdonados fuera del Sacramento, aunque los sentimientos de arrepentimiento
fuesen los mismos" (traducción libre de Frequent Confession, Dom
Benedict Baur, osb -1922 –traducción al Inglés Patrick Barry, sj -1959).
La pena
temporal –pena de purificación- queda parcial o totalmente remitida con el
Sacramento de la Confesión. Pero lo que permite esta disminución de pena
temporal es la penitencia impuesta por el Sacerdote y cumplida debidamente
por el penitente.
Es decir, la
penitencia que nos pone el confesor sirve para descontar la deuda de la pena
temporal o purificación que requieren los pecados confesados.
Pero
adicionalmente es muy recomendable hacer algunas penitencias de nuestra parte
que vayan en contra del pecado que estamos cometiendo o del vicio que estamos
tratando de corregir. Esos pequeños sacrificios y negaciones no sólo nos
ayudan en la lucha contra el pecado, sino que también contribuyen a disminuir
las penas de purificación.
Esta ventaja de
que el perdón de los pecados veniales en la Confesión, cumpliendo la penitencia
impuesta, va disminuyendo el tiempo de purificación de éstos en la otra vida,
es indiscutiblemente uno de los argumentos más importantes en pro de la
confesión frecuente.
¿Cuán frecuente debe ser la confesión?
Ideal es cada 2
semanas, pero podría ser semanal también.
El propósito de
la frecuencia en la confesión es primeramente la purificación del alma de los
pecados veniales, pero también el fortalecimiento de la voluntad para ir progresando
en la santidad y en una mayor unión con Dios, al ir removiendo los
obstáculos que la dificultan.
La frecuencia
quincenal o semanal nos permite también la posibilidad de poder lucrar aquellas
indulgencias que requieren la confesión, sin tener que confesar
cada vez, ya que la Iglesia requiere para esto sólo la confesión cada dos
semanas. O sea que otra ventaja adicional de la confesión
frecuente es la obtención de indulgencias que requieren la confesión.
Para la
Confesión llamarse verdaderamente frecuente, podría distanciarse hasta
un mes.
Fuente: Catholic.net