En su
homilía, el Papa afirmó que «a lo largo de estos días os he escuchado cantar
‘Somos todos hijos de Dios’. Eso es precisamente lo que el Santo Niño nos
enseña»
Las dos jornadas más intensas de todo el pontificado del Papa
Francisco concluyeron el domingo con una misa en el
Rizal Park de Manila en la que participaron «de seis a siete millones de
personas» según el portavoz del Vaticano. El padre Federico Lombardi añadió que
los récords mundiales «se baten en Manila», donde san Juan Pablo II había
reunido cinco millones de personas en ese mismo parque en 1995 durante la
Jornada Mundial de la Juventud.
La afluencia de fieles fue masiva a pesar del viento y la lluvia del
tifón «Amang», que castigó el domingo la capital después de pasar el
sábado por Tacloban. El gigantesco parque Rizal y sus alrededores fueron un
mar de ponchos y chubasqueros a causa del tifón que «persigue» al Papa desde el
sábado.
La protección civil y la organización han mejorado mucho en los
últimos veinte años, por lo que la entrada de los fieles fue muy ordenada y, a
pesar del pésimo tiempo, sólo 51 personas necesitaron asistencia médica.
Francisco recorrió dos veces el inmenso parque el el papamóvil y pudo
ver que decenas de millares de fieles levantaban en alto pequeñas imágenes del
Santo Niño de Cebú,
el primer Niño Jesús del archipiélago, cuya fiesta se celebraba precisamente
este domingo.
En su
homilía, el Papa afirmó que «a lo largo de estos días os he escuchado cantar
‘Somos todos hijos de Dios’. Eso es precisamente lo que el Santo Niño nos
enseña».
Francisco les dijo también que «Dios creó el mundo como un hermoso
jardín y nos pidió que lo cuidásemos. Pero, por el pecado, el hombre ha
desfigurado la belleza natural y ha destruido la unidad y la belleza de la
familia humana, creando estructuras sociales que perpetúan la pobreza, la
ignorancia y la corrupción».
Plan de Dios
El Papa les exhortó a mantener «el plan de Dios para nosotros» sin
dejarse engañar por el diablo «que es el padre de la mentira, y esconde sus
trampas bajo las apariencias de sofisticación, de ser ‘moderno’ o de ser ‘como
todos los demás’».
El papel de San José como protector de Jesús, debe recordar a todos,
según el Papa, «la importancia de proteger nuestras familias, la familia de la
Iglesia, que es la familia de Dios, y también el mundo, que es la familia
humana».
Refiriéndose a los peligros, Francisco afirmó que «por desgracia, en
nuestros días, con demasiada frecuencia la familia necesita protección frente a
ataques insidiosos y programas contrarios a lo que consideramos verdadero y
sagrado, y que es lo más hermoso y noble de nuestra cultura».
Querer y proteger a los niños
En tono positivo y emocionado, el Santo Padre invitó a la inmensa
multitud y a todos los filipinos a mantener una actitud favorable a la vida pues
«tenemos que ver a cada niño como un regalo al que hay que dar la bienvenida,
querer y proteger».
Refiriéndose a un problema que afecta a millón y medio de niños y a
varios millones de muchachos en todo el país, el Papa añadió que «tenemos que
cuidar también nuestros jóvenes, no permitiendo que les roben la esperanza y les
condenen a una vida en las calles».
Al final de la homilía, su despedida de los filipinos fue, como
siempre: «Por favor, ¡no os
olvidéis de rezar por mí!».
Pero el programa incluía todavía unas palabras de agradecimiento del
cardenal Luis Tagle,
al final de la misa. El arzobispo de Manila, volvió a conmover a un Papa que se
había emocionado casi hasta las lágrimas el sábado en Tacloban con los
supervivientes del supertifón Yolanda y el domingo en la Universidad de Santo
Tomas de Manila ante la pregunta de una niña de doce años.
Era el último acto público del viaje, y el cardenal Tagle le prometió
que «los filipinos rezaremos por usted», que es ya muy afortunado porque «Jesús
reza por usted», como le dijo hace dos mil años a San Pedro. Por lo tanto, «sus
amados filipinos nos unimos con Jesús para rezar por usted al Padre».
Las palabras de Tagle iban a lo esencial, a la fuente de la inmensa
energía que despliega Francisco y que ha contagiado a todo un país, alegrando a
millones de personas allí por donde ha pasado. El Papa se conmovió y se lo
agradeció con un gran abrazo mientras los fieles rompían en un estruendoso
aplauso final.
Fuente: ABC
