Glyzelle, de 12 años, llorando le
contó a Francisco su historia; el Papa cambió su discurso por ella y los niños
abusados
En un discurso improvisado en la universidad de Santo Tomás de
Manila, el Papa Francisco instó este domingo 18 de enero a 30 mil asistentes a
no ser jóvenes de museo, que sólo acumulan información, sino ser sabios y
aprender a llorar, a conmoverse con el sufrimiento ajeno, aprender a amar,
dejarse amar y ayudar a los pobres, los enfermos y los
huérfanos.
Hay una historia detrás del discurso del
Papa. Glyzelle Palomar, de 12 años, con lágrimas en los ojos le contó al
Papa Francisco que había recogido comida entre la basura y dormido en la calle.
¿Por qué deja Dios que pasen esas cosas, incluso si no es culpa de los
niños? ¿Y por qué solo algunas personas nos ayudan?”, preguntó la pequeña
filipina al Papa, tapándose la cara con las manos mientras
sollozaba.
Las lágrimas de Glyzelle inspiraron al Papa un discurso
sublime, que podríamos llamar de “teología del llanto”. “Su realidad es
superior a todas las ideas que yo había preparado", explicó
Francisco.
En su inocencia, Glyzelle con claridad hace una fotografía de
los problemas de miles de niños en Filipinas y en varios países llamados
‘emergentes’. “Hay muchos niños rechazados por sus propios padres. Hay
también muchos que han sido víctimas de muchas cosas terribles que les han
pasado, como drogas o prostitución”.
Ante estas palabras, el
Obispo de Roma apartó las hojas que había preparado hablando con naturalidad a
los jóvenes. “Ella hoy ha hecho la única pregunta que no tiene respuesta, y
no le alcanzaron las palabras y tuvo que decirlas con
lágrimas”, aseguró el Papa.
“Cuando nos hagan la
pregunta de por qué sufren los niños, entonces nuestra respuesta sea o el
silencio o las palabras que nacen de las lágrimas”,
añadió.
Glyzelle se presentó ante el Papa acompañada de Jun
Chura, otro joven de 14 años que también fue un niño de la calle, quien leyó un
emocionante testimonio sobre la vida de los pequeños filipinos víctimas de
abusos, drogas y prostitución.
Los jóvenes del testimonio fueron salvados
de la calle por la fundación ANAK-Tnk, la casa de acogida que visitó el
Papa Francisco el pasado jueves por sorpresa.
El Pontífice dijo que
“ciertas realidades de la vida se ven sólo con los ojos limpiados por
las lágrimas” y al respecto, afirmó que "si ustedes no aprenden
a llorar no son buenos cristianos". (Ver
también: Papa Francisco y su abrazo a los niños de la calle en
Manila).
El Papa, recordando el testimonio de los ex niños
de la calle, aseguró que “al mundo de hoy le falta llorar,
lloran los marginados, lloran los que son dejados de lado, lloran los
despreciados, pero aquellos que llevamos una vida más o menos sin necesidades no
sabemos llorar”.
Los testimonios inspiraron al Papa para improvisar
“las palabras que nacen de las lágrimas” y de esta manera, pidió perdón por
hablar en español y no hacer su discurso oficial, porque le nació cuestionar:
¿Por qué sufren los niños? y añadió que la compasión mundana no sirve para
nada...
Fuente: Aleteia
