¿POR QUÉ EN LA TEMPORADA NAVIDEÑA TODOS SOMOS MÁS AMABLES?

A la luz del Adviento y del Evangelio de Mateo descubrimos por qué la temporada navideña más generosa del año, ¡y por qué deberíamos conservarla todo el año!

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El período previo a la Navidad tiende a inspirar, casi universalmente, gestos de mayor cercanía humana, generosidad y atención hacia los más pobres y necesitados. En muchas partes del mundo, las campañas para recolectar bienes y comidas para los pobres, las iniciativas de voluntariado y las expresiones de empatía se intensifican durante la temporada navideña.

Pero, ¿por qué ocurre esto? ¿Y cómo resuena esta sensibilidad durante el Adviento, especialmente cuando se ilumina con el Evangelio de Mateo, que guía la liturgia del Año A (que comenzamos con el Adviento en 2025)?

Adviento: un tiempo de espera que transforma el corazón

El Adviento es, ante todo, un tiempo de preparación interior. No se trata solo de esperar pasivamente el nacimiento de Cristo, sino de disponer nuestro corazón para acoger una presencia que transforma nuestra vida y nuestra forma de ver el mundo. Litúrgicamente, el Adviento está marcado por tres impulsos espirituales:

  • Vigilancia: estar atentos a las señales de Dios en la vida (Mt 24, 37-44).
  • Conversión: prepararse "preparando el camino del Señor" (Mt 3, 1-12).
  • Alegría esperanzada: reconocer que Dios está cerca y que esta cercanía genera nueva vida (Mt 11, 2-11).

¿Por qué aumenta la solidaridad antes de Navidad?

Hay al menos cuatro razones profundas —espirituales, culturales y humanas— que explican este fenómeno.

El belén, con su sencillez y pobreza, nos recuerda que Dios eligió la periferia del mundo. Entrar en el misterio de la Navidad significa enfrentarse a la realidad de tantas familias que, como María y José, viven en condiciones precarias, en el desplazamiento, la privación y la exclusión.

La Navidad despierta el afecto, la nostalgia y los lazos familiares. Este ambiente fomenta el deseo de reconciliación, generosidad y cuidado. La generosidad se convierte casi en una extensión de la ternura que representa la Navidad.

Las lecturas litúrgicas, las celebraciones y el ambiente religioso llevan a la introspección y al arrepentimiento. Las personas se sienten llamadas a «hacer el bien» como forma de preparación espiritual para acoger al Niño Jesús.

Año tras año, las comunidades cristianas llevan a cabo campañas solidarias durante este periodo, reforzando la importancia de compartir en la sociedad. Incluso quienes no son creyentes reconocen el poder cultural de la Navidad como época de generosidad.

Solidaridad navideña: ¿un reto o una costumbre estacional?

El aumento de la generosidad es una señal positiva, pero plantea una pregunta profunda:

¿Por qué solo prestamos más atención a los necesitados en Navidad?

En Mateo 25, el mensaje es claro: la caridad no debe ser algo estacional, sino una forma de vida. El Adviento nos enseña que:

  • Los que están atentos siempre ven a los necesitados.
  • Los que se convierten cambian su relación con las posesiones materiales.
  • Los que acogen al Mesías, acogen a su hermano en cualquier época del año.
  • Por lo tanto, la solidaridad de diciembre puede ser una puerta de entrada a la solidaridad permanente.

La solidaridad que crece no es una coincidencia: brota del corazón del mensaje cristiano. El Adviento, especialmente en las lecturas del Evangelio de Mateo, revela que prepararse para la Navidad es prepararse para encontrar a Cristo, que está vivo en los pobres.

La Navidad nos recuerda que Dios se hizo pequeño, frágil y necesitado. Y porque recordamos este misterio, nos volvemos más sensibles al dolor de los que sufren. Sin embargo, la verdadera espiritualidad navideña nos invita a llevar esta sensibilidad más allá de diciembre. Debemos construir una cultura de la compasión que transforme vidas e ilumine el mundo con la misma luz que brilló en Belén.

Cibele Battistini

Fuente: Aleteia