EL PAPA PIDE «SANTIDAD» COMO «LA MEJOR MANERA DE SERVIR» AL VATICANO

«Toda la fecundidad de la Iglesia depende de la cruz de Cristo», ha subrayado el Papa en la Misa jubilar para los empleados y funcionarios de la Santa Sede

El Papa entra por la Puerta Santa durante
el Jubileo de la santa Sede. Foto: CNS. Dominio público
La Santa Sede necesita santos. El Papa León XIV ha subrayado este lunes que «la mejor manera de servir a la Santa Sede es procurar la santidad, cada uno según su estado de vida y la tarea que se le ha confiado». Lo ha afirmado durante la homilía en la Misa por el Jubileo de la Santa Sede, celebrada en la basílica de San Pedro.

El Sucesor de Pedro ha recalcado también que «toda la fecundidad de la Iglesia y de la Santa Sede depende de la cruz de Cristo. De lo contrario, es apariencia, si no algo peor». Esta fecundidad se manifiesta según la vida concreta de cada creyente, recoge Vatican News. «Un sacerdote que carga con una cruz pesada en su ministerio y que cada día realiza su labor con amor y fe, participa y contribuye a la fecundidad de la Iglesia», ha citado como ejemplo. «Lo mismo ocurre con un padre o una madre de familia que, en medio de las dificultades cotidianas, vive su vocación con entrega y esperanza».

Con motivo de la memoria litúrgica de María Madre de la Iglesia, el Santo Padre ha hecho estas reflexiones en torno a dos imágenes bíblicas de la Virgen que, según él, iluminan la esencia de la Santa Sede y de la Iglesia entera: la de María al pie de la cruz y en el Cenáculo. Sobre la primera, ha explicado que «la maternidad de María, a través del misterio de la cruz, dio un salto impensable». Ahí «la Madre de Jesús se convirtió en la nueva Eva, unida a la muerte redentora del Hijo y, así, fuente de vida nueva para todos los hombres». De esa fuente procede esa «fecundidad auténtica» a la que se había referido, que es «la misma de María y de la Iglesia». 

En cuanto a su presencia en medio de los apóstoles tras la Ascensión, León XIV ha destacado que ahí la Virgen está ejerciendo su maternidad espiritual como memoria viva de Jesús. El Santo Padre ha vinculado este momento con la idea  de cómo «la Santa Sede vive de manera muy particular la coexistencia de ambos polos: el mariano y el petrino». En esta línea, ha subrayado que «es el polo mariano el que asegura la fecundidad y la santidad del petrino».

Antes de la Misa, el Papa había encabezado la procesión hasta la Puerta Santa de la basílica de San Pedro. Portaba la cruz jubilar, y le seguían los oficiales de la Sede Apostólica, los empleados y sus familiares.

La jornada jubilar había comenzado en el Aula Pablo VI con una meditación a cargo de la hermana Maria Gloria Riva, religiosa de la comunidad monástica de las Adoradoras Perpetuas del Santísimo Sacramento. En sus palabras, la consagrada citó la célebre frase de que «la belleza salvará el mundo», de El idiota, de Fëdor Dostoievski. «¿Qué belleza salvará el mundo?», se ha preguntado. 

La respuesta, paradójicamente, se encuentra precisamente en la obra ante la que se detiene el protagonista: el Cristo muerto de Hans Holbein. Su «gran belleza perdedora» nos salvará, porque «la esperanza nace allí donde las lágrimas de dolor y arrepentimiento fertilizan el alma en la humildad y en la novedad de la vida».

María Martínez López

Fuente: Alfa y Omega