Soy hijo de San Agustín: «con ustedes soy cristiano y para ustedes obispo»
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En su primer
discurso como Papa, León IV ha proclamado un mensaje sobre la paz que proviene
de Cristo Resucitado. Ha asegurado que Dios ama a todos y el mal no
prevalecerá. Y ha pedido una Iglesia unida, sinodal y misionera. Concluyó su
mensaje pidiendo la intercesión de la Virgen María.
Primer discurso
de León XIV:
¡La paz esté
con todos ustedes!
Queridos
hermanos y hermanas, este es el primer saludo de Cristo Resucitado, el buen
pastor que dio la vida por el rebaño de Dios. Yo también quisiera que este
saludo de paz entrara en sus corazones, alcanzara a sus familias, a todas las
personas, estén donde estén, a todos los pueblos, a toda la tierra. ¡La paz
esté con ustedes!
Esta es la paz
de Cristo Resucitado, una paz desarmada y una paz desarmante, humilde y
perseverante. Proviene de Dios, Dios que nos ama a todos incondicionalmente.
Todavía conservamos en nuestros oídos esa voz débil pero siempre valiente del
Papa Francisco que bendecía a Roma.
El Papa que
bendecía a Roma daba su bendición al mundo, al mundo entero, aquella mañana del
día de Pascua. Permítanme dar continuidad a esa misma bendición: Dios nos
quiere, Dios los ama a todos, ¡y el mal no prevalecerá! Estamos todos en las
manos de Dios. Por tanto, sin miedo, unidos de la mano con Dios y entre
nosotros, sigamos adelante. Somos discípulos de Cristo. Cristo va delante de
nosotros. El mundo necesita su luz. La humanidad necesita de Él como puente
para ser alcanzada por Dios y su amor. Ayúdennos ustedes también, y ayúdense
unos a otros a construir puentes, con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos
todos para ser un solo pueblo siempre en paz. ¡Gracias al Papa Francisco!
Quiero
agradecer también a todos los hermanos cardenales que me han elegido para ser
Sucesor de Pedro y caminar junto a ustedes, como una Iglesia unida, buscando
siempre la paz, la justicia, buscando siempre trabajar como hombres y mujeres
fieles a Jesucristo, sin miedo, para proclamar el Evangelio, para ser
misioneros.
Soy hijo de San
Agustín, agustino, quien dijo: “con ustedes soy cristiano y para ustedes
obispo”. En este sentido, podemos todos caminar juntos hacia esa patria que
Dios nos ha preparado.
¡A la
Iglesia de Roma un saludo especial! Debemos buscar juntos cómo ser
una Iglesia misionera, una Iglesia que construye puentes, el diálogo, siempre
abierta a recibir como esta plaza con los brazos abiertos. Todos, todos
aquellos que necesitan de nuestra caridad, nuestra presencia, el diálogo y el
amor.
(En
español) Y si me permiten también, una palabra, un saludo a todos
aquellos y en modo particular a mi querida diócesis de Chiclayo, en el Perú,
donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado
tanto, tanto para seguir siendo Iglesia fiel de Jesucristo.
A todos
ustedes, hermanos y hermanas de Roma, de Italia, de todo el mundo, queremos ser
una Iglesia sinodal, una Iglesia que camina, una Iglesia que busca siempre la
paz, que busca siempre la caridad, que busca siempre estar cerca especialmente
de quienes sufren.
Hoy es el día
de la Súplica a la Virgen de Pompeya. Nuestra Madre María quiere siempre
caminar con nosotros, estar cerca, ayudarnos con su intercesión y su amor.
Así que
quisiera rezar con ustedes. Recemos juntos por esta nueva misión, por toda la
Iglesia, por la paz en el mundo, y pidamos esta gracia especial a María,
nuestra Madre.
Fuente: InfoCatólica