El Papa León confía a la Madre el inicio de su ministerio como Obispo de Roma
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La última
parada del intenso domingo de León XIV fue en la basílica de Santa María la
Mayor para un acto de veneración al icono mariano conservado en la Capilla
Paulina. El Pontífice se detuvo en oración y luego le entregó un ramo de
flores. También oró ante la tumba del Papa Francisco allí sepultado. Por
último, asomado desde el balcón de la Basílica, saludó a los fieles:
"Caminemos juntos como única familia de Dios".
Él, desde hoy
oficialmente padre y pastor del pueblo de Roma, no podía sino concluir esta
intensa jornada impregnada de historia, tradiciones y actualidad de la Ciudad
Eterna a los pies de aquella que desde hace siglos vela por los habitantes de
la Urbe: la Salus Populi Romani. La Capilla Paulina que, en la Basílica de
Santa María la Mayor, custodia el icono de la Virgen patrona de Roma fue la
última parada de la tarde del Papa León XIV, que comenzó a las 16 horas con el
homenaje de la Ciudad recibido a los pies del Capitolio y continuó con la misa
de toma de posesión en la cercana Iglesia de San Juan de Letrán.
El homenaje al
Papa Francisco
Inmediatamente
después de la celebración en la Basílica de Letrán, el Papa, que hoy inicia
oficialmente su ministerio como Obispo de Roma, se dirigió hacia las 19.15 a la
Basílica liberiana para un acto de veneración a la Virgen. No se trata de una
toma de posesión, sino de un momento de oración profunda y personal, aunque
acompañado también en este caso por una numerosa presencia de fieles. Aún más
numerosa era la multitud de personas en la plaza situada enfrente, muchas de
las cuales llevaban haciendo fila desde la tarde para visitar la tumba del Papa
Francisco, que deseaba ser enterrado en este lugar mariano de historia y arte.
El mismo León XIV rezó ante la tumba de mármol blanco de su directo predecesor.
Ya lo había hecho el sábado siguiente a su elección, a su regreso del Santuario
de la Madre del Buen Consejo de Genazzano. Esta tarde repite el gesto al final
de esta breve etapa. Unos instantes, en silencio, de pie, con un signo de la
Cruz conclusivo.
La llegada en
papamóvil
A Santa María
la Mayor León XIV llegó en papamóvil. Más aplausos, más coros, más muestras de
afecto como en todos los eventos de este domingo. Esperándole y dándole la
bienvenida en la escalinata -donde se gira dos veces para saludar a la
multitud- estaban los cardenales Stanisław Ryłko y Rolandas Makrickas,
respectivamente arcipreste y arcipreste coadjutor de la Basílica. Acompañaron
al Papa cuando entró por la Puerta Santa, precedido de una reverencia y seguido
de un beso a un crucifijo presentado por un sacerdote. A continuación, el Papa
León recorrió la nave, entre dos alas de fieles a los que asperjó con agua
bendita.
La oración a
María
Inmediatamente,
el Papa se dirigió a la Salus Populi Romani. De rodillas, se detuvo -primero
con la cabeza inclinada y luego con la mirada en el cuadro realizado, según la
tradición, por San Lucas- para rezar ante la efigie mariana, tan querida por
Francisco, que le rindió homenaje más de 110 veces antes y después de cada
viaje apostólico o de cada operación médica. Alrededor reinaba un silencio
absoluto.
El Papa León
confía entonces a la Madre el inicio de su ministerio como Obispo de Roma. Le
entrega un ramo de rosas blancas y amarillas. Luego recita una oración a Ella
“la mejor ofrenda que la humanidad puede presentar a Dios”. A la Virgen, el
Sucesor de Pedro le pide que conduzca “la barca de la Iglesia hacia un puerto
de paz, evitando los peligros” y que custodie la ciudad, consolando a los que
llegan a ella “sin techo ni defensa”.
«Mira a la
multitud de creyentes, oh Madre del Salvador», reza el Papa León, «apártalos de
desgracia y aflicción, líbralos del mal y del maligno, rodéalos con la
abundancia de tu benevolencia. Y cuando tu Hijo, nuestro Dios, regrese,
defiende con tu maternal intercesión nuestra fragilidad humana y con tu dulce
mano acompáñanos a la vida eterna».
Asomado desde
el balcón de la Basílica
Después, desde
el centro de la Basílica, el Papa bendice a todos los presentes y entona con
ellos la oración del Ave María en latín. León XIV recita otro Ave María desde
la Logia de Santa María la Mayor, desde donde se asoma antes de despedirse y
regresar al Vaticano. Como en San Juan, también aquí el Papa inicia con el
saludo de Cristo resucitado: “La paz esté con ustedes”. El mismo con el que se
presentó al mundo la noche del 8 de mayo.
Palabras sin
texto, de espontaneidad y gratitud, fueron las que dirigió el Papa Prevost a la
multitud de fieles que lo recibieron con una ovación de pie: “Buenas noches a
todos, gracias por estar aquí frente a esta Basílica esta tarde, esta noche,
cuando todos celebramos juntos, como miembros de la Diócesis de Roma, la
presencia de su nuevo obispo. Estoy feliz de encontrarlos a todos aquí y
les agradezco de todo corazón”.
León agradeció
a quienes trabajan en la Basílica que ayudan “a vivir una vida de oración y
devoción” y “a acercarse a la Madre de Dios”. La visita a Santa María la Mayor,
añadió el Papa, es “una hermosa oportunidad para renovar esta devoción a María,
Salus Popoli Romani, que tantas veces ha acompañado al pueblo de Roma en sus
necesidades”. De ahí la oración a Dios para que “los bendiga a todos ustedes, a
sus familias, a sus seres queridos y nos ayude a todos a caminar juntos en la
Iglesia como única familia de Dios”.
Salvatore Cernuzio
Ciudad del
Vaticano
Fuente: Vatican News