En el mundo grecorromano, la corona significaba nobleza y victoria. ¿Qué tiene que ver esto con los santos?
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Artemisia Gentileschi | PD |
La corona de
laurel es un símbolo común empleado en el arte clásico cristiano. En el mundo
antiguo la corona significaba muchas cosas y el cristianismo la adoptó para
representar a hombres y mujeres santos.
En el mundo
grecorromano, la corona se consideraba un signo de nobleza o rango social.
Estaba reservada para aquellos con un estatus importante en la sociedad.
Además, era costumbre entregarla a los victoriosos de los Juegos Olímpicos,
además de a los líderes triunfadores de campañas militares.
En este
contexto, la corona era un símbolo de estatus elevado y de victoria.
El
significado simbólico en el cristianismo
El cristianismo
adaptó rápidamente esta imagen para sus propios propósitos y su significado
simbólico puede encontrarse en varias partes del Nuevo Testamento.
Por ejemplo,
san Pablo escribe: “El atleta no recibe el premio si no lucha de acuerdo con
las reglas” (2 Timoteo 2,5). Más adelante, en la
misma carta, continúa con la analogía:
“He peleado
hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está
preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará
en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hay aguardado con amor su
Manifestación”.
(2 Timoteo,
4,7-8)
En el libro de
Santiago, vemos cómo destaca aún más este símbolo: “Feliz el hombre que soporta
la prueba, porque después de haberla superado, recibirá la corona de Vida que
el Señor prometió a los que lo aman” (Santiago 1,12).
La imagen se
repite en otros cuantos pasajes del Nuevo Testamento y se retoma en el libro
del Apocalipsis, donde se lee: “Y alrededor de [el trono], había otros
veinticuatro tronos, donde estaban sentados veinticuatro Ancianos, con túnicas
blancas y coronas de oro en la cabeza” (Apocalipsis 4,4).
¿Por qué a
los santos?
Basándonos en
estos pasajes, los santos son quienes justamente merecen una corona en el arte,
representando su estatus privilegiado como residentes del paraíso y
simbolizando su premio por “pelear el buen combate” y “concluir la carrera”.
Este es especialmente el caso de los mártires,
quienes soportaron semejante sufrimiento en la tierra.
Los santos han
superado pruebas, soportado increíbles sufrimientos, aprobando así su examen
para estar con Aquel a quien desean sus corazones. Han intercambiado la corona
de espinas por una hermosa corona de gloria.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia