“Los fieles católicos en Ucrania lo que esperan de la Iglesia es una postura moral clara: que no se justifique la agresión y que se defienda la vida”
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Crédito: Cedida por el Nuncio |
El lunes 24 de febrero, Ucrania cumplió tres años de resistencia
frente a la invasión rusa. Según datos de la ONU más de 12.600 civiles han
fallecido por el conflicto, entre ellos, más de 2400 niños. Además, más del 10%
de las viviendas han sido dañadas o destruidas provocando más de dos millones
de familias desplazadas.
Mientras el conflicto se intensifica, la incertidumbre sobre el
futuro sigue marcando la vida de los ucranianos. En este contexto, el Nuncio
Apostólico en Ucrania, Mons. Visvaldas Kulbokas, subraya que, a pesar del dolor
y la devastación, la esperanza sigue siendo el único refugio para quienes
sufren la guerra.
“El Papa Francisco ha proclamado el Año Jubilar de la Esperanza,
y en una guerra tan horrible, no queda más que la esperanza. Los capellanes
militares nos cuentan que los soldados agradecen cualquier mensaje de
esperanza, porque es lo único que les queda”, afirma Mons. Kulbokas en una
entrevista con ACI Prensa.
Desde la Nunciatura Apostólica en Kiev, describe un país marcado
por el sufrimiento. “Este fin de semana, con motivo del tercer aniversario de
la guerra, tenemos muchas visitas y actos. Para nosotros, sin embargo, no es
una fecha destacada, porque cada día es un día de guerra”, señala.
La normalización del conflicto ha llevado a los ucranianos a
adaptarse psicológicamente a la violencia. “Recuerdo las primeras semanas de
2022, cuando los obispos hablaban con dramatismo, sin saber si iban a vivir al
día siguiente. Ahora tenemos más paz psicológica con la que vivir, aunque la
guerra es más intensa y dramática que al inicio”, explica.
Sin embargo, el día a día sigue siendo estremecedor. “Ya no
recuerdo la última noche sin un ataque de drones. Los bombardeos con misiles
son más esporádicos, pero los ataques con drones ocurren a diario”, lamenta.
Uno de los aspectos que más preocupa al Nuncio Apostólico es la
situación de los prisioneros de guerra y los detenidos civiles en territorio
ruso. “Miles de presos sufren condiciones infrahumanas”, denuncia.
Recuerda, por ejemplo, el testimonio de Ludmila, una mujer de 60
años que pasó casi tres años en una prisión rusa. “Durante semanas fue
torturada sin dejarle dormir, hasta el punto de no distinguir la verdad de la
mentira. Terminó firmando documentos sin saber lo que hacía”, relata.
La falta de mecanismos para la liberación de civiles agrava aún
más la crisis. “Para los militares existe un sistema de intercambio, pero para
los civiles no. Su situación es mucho más desesperada”, advierte.
Ante este panorama desolador, destaca que la diplomacia vaticana
ha tenido un papel fundamental en el campo humanitario. Por ejemplo, en
paralelo a la iniciativa internacional Bring Kids Back UA, la Santa Sede ha
logrado, de forma discreta, traer de vuelta a varias decenas de niños
deportados por las fuerzas de ocupación rusas.
En estos tres años de guerra, asegura Mons. Kulbokas, el Papa
Francisco ha logrado establecer una especie de mecanismo para negociar el
regreso a Ucrania de muchos niños deportados a Rusia por las fuerzas de
ocupación.
El presidente de los obispos italianos, el Cardenal Matteo
Zuppi, enviado del Papa Francisco para trabajar por la paz en Ucrania, ha
tenido un rol fundamental en esta misión, tal y como revela a ACI Prensa.
“El Cardenal Matteo Zuppi, enviado del Papa Francisco, mantiene
contacto con las autoridades ucranianas y rusas para abordar la cuestión de los
niños deportados y los prisioneros. El proceso es lento, ya que a veces toma
meses obtener información sobre los menores”, explica Mons. Kulbokas.
Sin embargo, con los detenidos civiles los esfuerzos se topan
con un obstáculo fundamental: “Rusia considera a muchos de ellos ciudadanos
rusos, lo que dificulta la aplicación de estructuras internacionales para su
liberación. La única vía es la persuasión, dialogar con las autoridades rusas
para demostrar que estas personas son civiles y deben ser liberadas”.
Mons. Kulbokas critica sin ambages la ineficacia de la
comunidad internacional para encontrar una solución al conflicto. “No hay
estructuras internacionales capaces de resolver la guerra. Al inicio, Europa
pudo pensar que este conflicto no era su problema, pero cuando no se toman en
serio las guerras, el conflicto crece. Si no se detienen las guerras desde el
inicio, después es demasiado tarde”.
A pesar de la crudeza del conflicto, el nuncio apostólico
mantiene la esperanza en una solución diplomática. “Para que se den las
condiciones que pongan una negociación seria sobre la mesa, es necesario que no
sean solo uno o dos actores mundiales los que decidan. La paz en Ucrania debe
ser una cuestión de toda la comunidad internacional. Si dejamos que solo los grandes
del mundo decidan, no tengo dudas de que la solución no será justa”, afirma.
Mientras tanto, Ucrania enfrenta una creciente incertidumbre
sobre el apoyo de Estados Unidos, el país que más la ha respaldado en estos
años. La administración de Donald Trump ha intensificado su retórica contra el
presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, con amenazas y decisiones que parecen
encaminarse hacia un acuerdo con el Kremlin para poner fin al conflicto.
El diplomático del Vaticano evita entrar en polémicas sobre las
declaraciones de Trump, quien incluso ha responsabilizado a Ucrania por la
guerra. “Los fieles católicos en Ucrania sienten que no pueden confiar en los
políticos, porque dicen una cosa un día y otra al siguiente. Lo que esperan de
la Iglesia es una postura moral clara: que no se justifique la agresión y que
se defienda la vida”, señala.
A este respecto, Mons. Kulbokas insiste en que la
misión de la Iglesia es otra: “Lo importante es proclamar el Evangelio, que es
vida, paz, respeto y justicia”.
Pese a la incertidumbre y el dolor, el diplomático del Vaticano reitera que la mediación internacional es la única solución. “Si dejamos que solo los grandes decidan, la solución no será justa. La única esperanza es que la comunidad internacional se una para poner fin a esta y otras guerras”, concluye.
Por Victoria
Cardiel
Fuente: ACI Prensa