En la pobreza, la tristeza, el hambre y la persecución estos hombres y mujeres confían en Jesús y en su promesa de felicidad
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Jesús de Nazaret considera felices a los pobres y a lo que sufren.
Llama bienaventurados a los hambrientos y a los odiados por su causa.
Son muchos
los que hoy -y a lo largo de la historia- dan fe de la verdad de las
bienaventuranzas.
Sus
inspiradoras vidas (y muertes), sus palabras certeras, sus miradas enamoradas,…
iluminan la noche que precede al día y ayudan a abrirse a Cristo:
Después de
estudiar económicas y trabajar en el sector financiero, escogió ser pobre toda
su vida en un convento.
“Nada ni
nadie podía apagar mi sed más profunda, llenar el vacío que se enseñoreaba de
mi corazón”, explica en un escrito titulado “No me ha quitado nada,
se me ha dado a sí mismo”.
Desde que
encontró a Dios se considera bienaventurada: “Él es la respuesta a toda mi
vida”, afirma, “era Su amor lo que yo buscaba tan desesperadamente”, “solo su
amor ha hecho que pasara de la soledad a la comunión”.
“Por eso soy
tan feliz al poder consagrar toda mi existencia al Señor, al Amor de mi vida”,
añade, “en sus manos la vida es apasionante y bella”.
“Él no es
pobre: su ser mismo es la pobreza, pues su riqueza eterna consiste en no poseer
nada que no sea del Padre y en poner todo a los pies del Padre”, detalla la fundadora de su instituto
religioso, Iesu Communio.
Este padre
de ocho hijos está convencido de la fuerza del ayuno y la oración para lograr
que se respete la vida de todo ser humano.
“El aborto
está dentro de nuestras familias, de nuestras Iglesias, de nuestros gobiernos…
La única manera de acabar con él es a través del corazón”, declaró en un
congreso para voluntarios de 40 Días por la Vida celebrado el fin de semana
pasado en Barcelona.
“Quiero
recalcar la dificultad e importancia de centrarnos en la oración y el ayuno
-añadió-. Muchos creen que no pueden hacer nada contra el aborto, pero sí
pueden, con Dios”.
Los miles de
voluntarios alrededor del mundo de esta potente organización que preside
Carney, deciden privarse de comer.
“Cristo nos
dijo que algunos demonios solo pueden ser expulsados con oración y ayuno”, recuerdan en su web.
Y añaden que
“el ayuno es un sacrificio que nos ayuda a superar nuestras propias
limitaciones con la ayuda de Dios”.
Llegó allí
después de un largo camino por el mundo como artista reconocido, esposo y
padre, hacia una verdad que sigue buscando.
Los
suicidios de su suegro, su padre y su hermano le marcaron profundamente. “El
dolor fue el motor que me llevó a mi conversión”, asegura a El Rosario de las 11.
La web de su
monasterio aporta más respuestas sobre el sentido cristiano de las lágrimas,
del carmelita Francisco Brändle:
“Desde Dios
que se nos manifiesta como noticia amorosa, cabe el llorar, el que nos inunde
esa pena que es inherente a nuestra encarnación en este mundo. Sin por ello
dejar de sentir su presencia amorosa, porque así lo contemplamos en Jesús. No
es un llanto de desesperación, es un llanto de verdadero dolor ante lo que nos
une un sano afecto”.
Tras pasar
diez años en la cárcel, un tribunal la absolvió, aunque después tuvo que
esconderse y exiliarse porque radicales islámicos amenazaron con matarla.
“Viví
aquello como una prueba enviada por Dios. Cuando un ser humano es puesto a
prueba, el deseo de triunfar, de superar el trance, es extremadamente
fuerte. Supe que la oración iba a ayudarme”, explicó a Aleteia.
En su
aislamiento y duro cautiverio, las palabras de la Biblia “El Señor es tu
refugio” la fortalecían.
Asia asegura
que ha perdonado desde el fondo de su corazón y que le haría muy feliz que su
historia ayudara a otros cristianos perseguidos. Y concluye: “la mayor alegría
la siento cuando me postro ante la grandeza de Dios”.
Patricia Navas
Fuente: Aleteia