En su Mensaje para la 33ª Jornada Mundial del Enfermo, Francisco afirma que Dios está cerca de los que sufren, a través del encuentro, el don y el compartir
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“En el tiempo
de la enfermedad, si por una parte experimentamos toda nuestra fragilidad como
criaturas, por otra parte, sentimos la cercanía y la compasión de Dios”.
“El dolor
lleva siempre consigo un misterio de salvación, porque hace experimentar el
consuelo que viene de Dios de forma cercana y real”: Lo escribe el Papa
Francisco en su Mensaje
para la XXXIII Jornada Mundial del Enfermo, que se celebrará el próximo 11
de febrero, y cuyo texto ha difundido esta mañana la Oficina de Prensa de la
Santa Sede.
“La esperanza
no defrauda y nos hace fuertes en la tribulación” es el título del Mensaje en
este año Jubilar 2025, en el que la Iglesia nos invita a hacernos ‘peregrinos
de esperanza’. Tomado de la carta de san Pablo a los Romanos, contiene - como
especifica el Pontífice - “palabras consoladoras, pero que pueden suscitar
algunos interrogantes”, en particular en quienes sufren enfermedades y, además
del propio sufrimiento, ven sufrir a los seres queridos que los asisten.
“En todas estas
situaciones sentimos la necesidad de un apoyo superior a nosotros”, señala el
Papa. "Necesitamos la ayuda de Dios, de su gracia, de su Providencia, de
esa fuerza que es don de su Espíritu". A continuación, Francisco invita a
reflexionar sobre la presencia de Dios que permanece cerca de quien sufre, en
particular bajo tres aspectos que la caracterizan: el encuentro,
el don y el compartir.
El encuentro
El Obispo de
Roma recuerda que cuando Jesús envió en misión a los 72 discípulos los exhortó
a decir a los enfermos: «El Reino de Dios está cerca de ustedes». Y les pidió
concretamente que ayudaran a los enfermos “a comprender que también la
enfermedad, aun cuando sea dolorosa y difícil de entender, es una oportunidad
de encuentro con el Señor”.
Él no nos
abandona y muchas veces nos sorprende con el don de una determinación que nunca
hubiéramos pensado tener, y que jamás hubiéramos hallado por nosotros mismos.
La enfermedad,
asegura, se convierte en ocasión de un encuentro transformador, “en el hallazgo
de una roca inquebrantable a la que podemos aferrarnos para afrontar las
tempestades de la vida. “una experiencia que, incluso en el sacrificio,
nos vuelve más fuertes, porque nos hace más conscientes de que no estamos
solos”. El dolor – añade el Papa - lleva siempre consigo un misterio de
salvación, porque hace experimentar el consuelo que viene de Dios de forma
cercana y real”.
El don
“Nunca como en
el sufrimiento nos damos cuenta de que toda esperanza viene del Señor, y que
por eso es, ante todo, un don que hemos de acoger y cultivar, permaneciendo
fieles a la fidelidad de Dios”, precisa el Santo Padre. Sólo en la resurrección
de Cristo - añade nuestros destinos encuentran su lugar en el horizonte
infinito de la eternidad. “Sólo de su Pascua nos viene la certeza de que nada,
‘ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni
lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna
otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios’”. Y de esta ‘gran
esperanza’ “deriva cualquier otro rayo de luz que nos permite superar las
pruebas y los obstáculos de la vida”, dice Francisco citando a su predecesor
Benedicto XVI.
El compartir
Por último, los
lugares donde se sufre son a menudo lugares de intercambio, de enriquecimiento
mutuo, explica el Papa. “¡Cuántas veces, junto al lecho de un enfermo, se
aprende a esperar! ¡Cuántas veces, estando cerca de quien sufre, se aprende a
creer! ¡Cuántas veces, inclinándose ante el necesitado, se descubre el amor!”
Francisco
destaca la necesidad de saber descubrir la belleza y la magnitud de estos
encuentros de gracia y aprender a escribirlos en el alma para no olvidarlos;
entre “un paciente, el rostro comprensivo y atento de un médico o de un
voluntario, el semblante expectante e inquieto de un cónyuge, de un hijo, de un
nieto o de un amigo entrañable”. “Son todas luces que atesorar pues, aun en la
oscuridad de la prueba, no sólo dan fuerza, sino que enseñan el sabor verdadero
de la vida, en el amor y la proximidad”.
Un papel
importante en el Jubileo
El Papa
Francisco concluye su Mensaje dedicando palabras especiales a los enfermos y a
los que sufren, recordándoles que tienen “más que nunca un rol especial” que
desempeñar en el Jubileo. “Su caminar juntos, en efecto, es un signo para
todos, "un himno a la dignidad humana, un canto de esperanza”
Y les agradece
su testimonio, en nombre de toda la Iglesia y en el suyo propio, asegurándoles
que están siempre en sus oraciones, y extendiéndoles su bendición.
Jornada
Mundial del Enfermo 2025
La Jornada
Mundial del Enfermo se celebra anualmente el 11 de febrero, memoria litúrgica
de la Santísima Virgen de Lourdes. Cada tres años, la celebración de la jornada
tiene lugar de forma solemne en un santuario mariano.
Con motivo del
Año Jubilar 2025, el Papa Francisco dispuso que la celebración, que debía
celebrarse este año, tenga lugar el 11 de febrero de 2026 en el santuario
mariano de la Virgen de Chapi, en Arequipa, Perú.
La decisión del
Pontífice fue anunciada esta mañana en una nota de la Oficina de Prensa de la
Santa Sede, en la que también se señala que en el Año Jubilar la Iglesia
celebrará la Jornada Mundial del Enfermo en forma ordinaria, a nivel diocesano,
el 11 de febrero; el Jubileo de los Enfermos y del Mundo de la Sanidad, el 5 y
6 de abril; y el Jubileo de las Personas con discapacidad, el 28 y el 29 de
abril.
Fuente: Vatican News