El motivo principal del viaje apostólico de Francisco a Córcega (el 47º de su pontificado) es la clausura del congreso sobre La religiosidad popular en el Mediterráneo, celebrado por iniciativa del cardenal François-Xavier Bustillo, obispo de Ajaccio, y al que han asistido obispos y expertos de Francia y otros países.
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Francisco, junto al cardenal Bustillo, en la clausura del congreso sobre religiosidad popular . Foto: Vatican Media. Dominio público |
El
acto de este domingo estaba programado para las 10.15 en el Palacio de
Congresos y Exposiciones de la capital corsa, y el Papa llegó tras detenerse
brevemente en el Baptisterio
de San Juan, del siglo VI, descubierto en 2005 durante las obras de un
aparcamiento.
Tras
recordar la importancia del Mediterráneo en la historia de la religión, por su
vínculo con Israel como
pueblo de Dios y con "la presencia singular de Jesús, Hijo de Dios", el Papa recordó que hubo una
época de la historia en la cual "la fe cristiana informó la vida de los pueblos e incluso sus
instituciones políticas, mientras que hoy, especialmente en los países
europeos, la pregunta sobre Dios parece debilitarse y somos cada vez más
indiferentes ante su presencia y su Palabra".
Pero
hay que ser "cauto" con este análisis, matizó enseguida, porque se
abren dos horizontes, el de los creyentes que viven su fe "como levadura en la
harina del mundo y de los ambientes en los que se encuentran", y el de los
"no creyentes o
quienes se han alejado de la práctica religiosa, que no son extraños a la
búsqueda de la verdad, de la justicia y de la solidaridad".
El valor de la piedad popular
En
ese contexto es en el que debe entenderse "la belleza y la importancia de
la piedad popular", que nos remite a "la Encarnación como fundamento de la fe cristiana, que se
expresa siempre en la cultura, en la historia y en la lengua y se transmite
mediante los símbolos,
costumbres, ritos y tradiciones de una comunidad viva".
Además,
"la práctica de la piedad popular atrae e implica también a personas que
están en el umbral de la
fe, o que no practican
asiduamente pero encuentran sin embargo en ella la experiencia de sus
raíces y de sus afectos, junto a ideales y valores que consideran útiles para
su vida y para la sociedad".
En
resumen, "la piedad popular, al expresar la fe con gestos sencillos y
lenguajes simbólicos arraigados en la cultura del pueblo, revela la presencia de Dios en
la carne viva de la historia, robustece la relación con la Iglesia y con
frecuencia se convierte en ocasión de encuentro, de intercambio cultural y de
fiesta".
La fe no es algo privado
Francisco
aprovechó para recordar que "la
fe no es un hecho privado" y se refirió a la "privatización de la
fe" como algo "herético":
muy al contrario, es algo que "sale del sagrario de la conciencia, pero,
si quiere ser plenamente fiel a sí misma, implica un compromiso y un testimonio hacia todos". De ahí
que, junto a las procesiones, las rogativas y la oración comunitaria del
Rosario estén "las actividades caritativas de las cofradías"
completando un conjunto que caracterizó como "ciudadanía constructiva".
"A
veces algún intelectual o algún
teólogo no comprende esto", subrayó.
Para
concluir, el Papa subrayó también el papel de la piedad popular como
instrumento de diálogo y comunicación con las instituciones civiles.
Fuente: ReL