El matrimonio La Garaye, los "esposos misericordiosos" eran conocidos por sus actividades sociales y su compromiso con los enfermos, los pobres y los que sufren
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Otro
matrimonio camino de los altares
"Hasta hace poco, era impensable imaginar la
beatificación de laicos, y menos aún de un matrimonio que no hubiera sufrido el
martirio, manifestado una vida mística o contribuido a acontecimientos
excepcionales", explica el hermano Jean-Marie Gueullette (OP),
presidente de la comisión histórica del proceso de beatificación.
Recordemos que el primer matrimonio beatificado
fue el de María y Aloysius Beltrame Quattrocchi.
La trascendental ceremonia fue celebrada por el
Papa Juan Pablo II el 21 de octubre de 2001, exactamente en el
vigésimo aniversario de la promulgación de la exhortación apostólica Familiaris Consortio sobre
el papel de la familia en la vida cristiana.
Tres de sus hijos asistieron a la
Misa: el P. Tarcisio tenía entonces 95 años, el P. Paolino 92 años y Enrichetta
87 años. Sor María Cecilia había fallecido en 1993.
Conjuntamente, la elevación a los altares seguía
afectando a Luis y Celia Martin (proclamados beatos en 2008 y santos en 2015) y
a José y Victoria Ulma (proclamados beatos con sus hijos en 2023).
Los esposos
misericordiosos
El recuerdo de los La Garaye permanece vivo en su
Bretaña natal desde hace más de 250 años. Durante su visita a Sainte-Anne-d'Auray en 1996, el Papa Juan
Pablo II destacó sus actividades sociales y caritativas. El Santo Padre las
llamó "esposos misericordiosos".
La pareja se dedicó a atender a los
más necesitados durante casi 50 años. Convirtieron el castillo de Taden, donde
vivían, en un hospital y organizaron 60 camas para enfermos en establos
adaptados.
En estas decisiones influyeron dos tristes
acontecimientos de sus vidas. Un día, mientras cazaba, Marguerite se cayó del
caballo. Al accidente siguieron graves complicaciones de salud que impidieron
tener hijos.
Siete años más tarde, la pareja se vio afectada
por la prematura muerte de su cuñado, Joseph de Pontbriand. Claude y su esposa
decidieron renunciar a su vida fastuosa y empezaron a servir a los pobres.
Ellos mismos se ocupaban de las salas.
La condesa aprendió a vendar heridas y
se especializó en enfermedades oculares. La pareja se formó en medicina y
empleó a médicos experimentados con muy buena reputación en la región.
Los La Garaye convirtieron una de las dependencias
en un laboratorio químico donde se creaban medicamentos. Empleaban a cuatro
cirujanos. Cada año, una docena de médicos venían aquí a formarse.
En 1733 también se construyó un anexo al hospital
de Dinan, con veinticuatro camas para enfermos terminales, abandonados por los
médicos y sus familiares.
Uno de los cirujanos, Sieur Le Bigot de Carvilli,
anotó en su diario de la época que el hospital del conde y la condesa de La
Garaye había obtenido casos asombrosos de curación mediante "bálsamos
esenciales", "sin utilizar ungüentos ni emplastos".
Claude y Marguerite siguieron ayudando a los demás
hasta el final de sus vidas, sacrificando todas sus posesiones. El conde
falleció el 2 de julio de 1755, a los ochenta años. Su esposa se unió a él el
20 de junio de 1757.
"Un
ideal cristiano intemporal"
Durante la solemne apertura del juicio, el 22 de
septiembre, se señalaron las cuatro virtudes por las que se distinguían el
señor y la señora de La Garaye:
La fe (el matrimonio servía a Dios en los pobres,
considerándolos como hermanos en Cristo), la caridad (manifestada en acciones
concretas de carácter casi heroico en favor de los más pobres), la sabiduría
(la radicalidad de Claude fue atenuada por Marguerite, lo que contribuyó a una
generosidad más justa y sostenida) y la justicia (Claude indemnizó a los
perjudicados, mostrando así un gran sentido de la justicia).
"Personifican un ideal cristiano
intemporal", subrayó Mons. Denis Moutel, en la apertura del proceso
de beatificación.
Anna Gebalska-Berekets
Fuente: Aleteia