Dejar huella
Dominicas de Lerma |
Hola, buenos
días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Estamos
pintando la capilla de invierno. Para que el pintor pudiese pintar, entre dos
hermanas, desmontamos todo y tapamos lo que no se podía mover.
Al quitar el
rosario que estaba colgado en la pared, me sorprendió cómo su presencia había
dejado huella. Debajo del rosario, la pared estaba blanca. Con el paso del
tiempo, se había mantenido el color blanco original de la pared.
Al salir, le
decía al Señor cómo nuestra presencia deja marca. A veces, podemos pensar que
ser cristiano es hacer grandes obras y que quizás, algún día, el Señor nos lo
pueda pedir. Pero, por lo general, la vida se compone de obras sencillas, y en
esa sencillez está la grandeza del Señor.
Ser cristiano
deja huella, ¿por qué? Pues muy sencillo: porque antes Cristo ha dejado huella
en nosotros. Cuando oramos y dejamos que Cristo entre en nuestra vida, Él
siempre deja una marca en nuestro corazón y en nuestro ser. Su presencia nos
regala Su paz, Su amor, Su ternura, Su misericordia.
Siempre que
tratas al Señor, nunca te deja igual; siempre te cambia, aunque tú no lo notes.
Y gracias a esa
huella que Jesús deja en nosotros, ahora podemos dar lo que hemos recibido y
dejaremos marca en aquellos que entren en contacto con nosotros.
Tú has recibido
de Cristo Su paz y por ello, tú vas a transmitir paz en tu forma de estar, de
hablar... y así con todo. Podrás ser comprensivo porque Jesús lo ha sido
contigo; podrás escuchar porque tú te has sentido escuchado… Uno da lo que
tiene.
Jesús nos dice
que nuestra boca habla de lo que hay en el corazón. Por eso, nuestro corazón
debe estar en el Señor. Ponemos el corazón en el Señor cuando lo tratamos en la
oración.
Hoy, el reto
del amor es dejar huella con tu presencia, pero antes pasa por una iglesia y
pídele a Jesús que te dé lo que necesites para ser una presencia viva de Su
amor.
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
03 octubre 2024
Fuente: Dominicas de Lerma