Si durante la oración o la meditación te sientes llamado a ser más paciente con tu cónyuge, intenta cumplir activamente tus propósitos
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Con frecuencia,
cuando leemos la Biblia o la vida de un santo, nos sentimos inspirados para ser más virtuosos en
nuestras vidas y nos hacemos propósitos al respecto.
Podemos incluso
salir de nuestro tiempo de oración con una misión renovada de ser más
caritativos con los demás, o con el deseo de dar a los pobres.
Lo que viene
después es probablemente la parte más importante de la ecuación: ponerlo en
práctica.
Resoluciones
huecas
San Francisco de Sales nos anima, en su Introducción a la vida devota, a ser más intencionados a la
hora de cumplir cualquier propósito al que nos sintamos llamados durante la
oración:
"Una vez
terminada la meditación, esfuérzate por retener los pensamientos y resoluciones
que has tomado como práctica seria durante todo el día. Este es el verdadero
fruto de la meditación, sin el cual puede ser poco provechosa, si no realmente
perjudicial, ya que detenerse en las virtudes sin practicarlas tiende a
hincharnos de irrealidades, hasta que empezamos a imaginarnos todo lo que hemos
meditado y resuelto ser; lo cual está muy bien si nuestras resoluciones son
serias y sustanciales, pero por el contrario es vacío y peligroso si no se
ponen en práctica. Debes, entonces, esforzarte diligentemente por llevar a cabo
tus resoluciones, y buscar todas las oportunidades, grandes o pequeñas".
Esfuérzate en
cumplir tus propósitos
A continuación
da un ejemplo concreto de cómo sería esto:
"Por
ejemplo, si tu resolución fuera ganarte a los que se te oponen por medio de la
mansedumbre, busca a lo largo del día cualquier ocasión de encontrarte
amablemente con esas personas, y si no se te ofrece ninguna, esfuérzate por
hablar bien de ellas y reza por ellas".
San Francisco
de Sales no espera que seamos perfectos y que tengamos éxito siempre. Sin
embargo, nos pide que, al menos, lo intentemos.
La clave es
esforzarse por alcanzar la santidad, poniendo en práctica lo que leemos durante
la oración y la meditación.
Nuestra fe cristiana está destinada a ser vivida y no solo
aprendida en un libro.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia