Su vida llena de lujos y excentricidades quedó atrás cuando experimentaron el amor maternal de María. Conoce la historia de Patrick y Nancy
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Courtesy of Patrick and Nancy |
Contando su
conversión, gracias a un mensaje de la Virgen, junto a cientos de peregrinos de
todo el mundo, Patrick y Nancy Latta, un matrimonio canadiense, ha celebrado
sus 31 años de matrimonio desde su castillo, ubicado a los pies de la Colina
de las Apariciones y el Monte de la Cruz en Medjugorje.
De millonarios
excéntricos a misioneros de la Reina de la Paz, Patrick y Nancy viven de manera
sencilla, sirviendo diariamente a los aproximadamente mil peregrinos al día que
vienen a escuchar su testimonio en el castillo que han construido como lugar de
retiro, especialmente para sacerdotes, religiosas y consagrados.
“Te llamo a
la conversión por última vez”
El mensaje que
transformó la desenfrenada vida de Patrick fue: "Te llamo a la conversión
por última vez". Antes de este mensaje, su vida era movida por el dinero y
las excentricidades.
El mismo relata
que cuando su hijo le preguntaba sobre Dios él "le decía, mientras
sostenía un billete de un dólar en la mano, este es tu dios”.
"Nada
podía conmoverme, años sin Dios, y un solo mensaje tocó mi corazón",
afirma Patrick y continúa:
“Inmediatamente
investigué qué era lo que la Virgen pedía para que me convirtiera: las cinco
piedrecitas de Medjugorje.
Rezar el
Rosario, ni siquiera sabía cómo hacerlo pero empecé a rezarlo. Leer la Biblia,
le dije a Nancy que fuese a comprar una y regreso con la más grande que había
en la tienda. El ayuno, la Eucaristía. Comencé a hacer todo; y después la
confesión. Le conté al sacerdote todos los pecados que había cometido en mi
vida, y después de horas de confesión él dijo: 'Patrick, te absuelvo de todos
tus pecados'.
¡La libertad
que sentí aquel día! El perdón de Dios es algo que me conmovió hasta las
lagrimas".
¿Entienden cuán
valiosos son los sacerdotes? Solo estas manos pueden absolver los pecados, dice
Patrick, mientras sostiene y besa las manos de un padre en medio de su
testimonio.
Un cambio
incomprensible
La conversión
de Patrick era algo increíble para Nancy, mejor dicho incomprensible. Después
de dos divorcios por adulterio, Patrick conoció a Nancy, quien era casi 20 años
menor que ella. “Él era amable y guapo… y además tenía dinero”, cuenta
divertida Nancy.
Al poco tiempo
de conocerse, se enamoraron y decidieron vivir juntos. Sin embargo, a pesar que
ninguno de los dos era, en absoluto, un católico practicante, Nancy sentía que
no estaba casada. El excéntrico matrimonio civil que tuvo con Patrick arriba de
un helicóptero no era suficiente.
Incluso el
obispo con quien Nancy acudió para pedir el permiso de casarse con Patrick por
la Iglesia, quien además había estudiado la nulidad de los anteriores
matrimonios de Patrick, le dijo que estaba cometiendo el error más grande de su
vida al unirse con él.
Un libro que
transformó sus vidas
Al poco tiempo
de casarse llegó a ellos un libro de los mensajes de la Reina de la Paz de
Medjugorje. Nancy se lo entregó a Patrick, pues ella pensaba que no lo
necesitaba. Fue este libro el que transformó sus vidas.
Patrick había
decidió dejar atrás la vida de lujos que su exitosa carrera como vendedor de
autos le había dejado para irse a vivir a Medjugorje. “Fue así que dejé todo,
llegamos a Europa, alquilé un auto y ni siquiera sabía donde estaba
Medjugorje”, afirma Patrick.
Nancy lloraba y
no entendía, "creía que me había vuelto loco" confiesa Patrick, quien
contestaba: “Nancy ¡Quiero ser el vecino de Nuestra Señora en
Medjugorje!”.
Y es así que,
desde 1989, Patrick y Nancy Latta son, literalmente, vecinos de la Reina de la
Paz. Construyeron un castillo para retiros de religiosos y consagrados.
A pesar de que
Patrick y Nancy jamás han visto a la Virgen o tenido ningún tipo de experiencia
sobrenatural, los mensajes de la Reina de la Paz y los frutos de Medjugorje han
sido suficientes para su camino de conversión.
Patrick y Nancy
han sido y son testimonio para miles de personas, de todos los países, que han
conocido su camino de conversión.
Ingrid Basaldúa
Guzmán
Fuente: Aleteia