Ve signos de esperanza: cada vez más personas «aparecen de la nada» y piden el bautismo
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El cardenal Willem Eijk. Captura Katholiekleven. Dominio público |
“Pero después
de 1965 las cosas cambiaron muy rápidamente”, señala el purpurado en una
amplia entrevista concedida a Communio para
su número de otoño: “Entre 1965 y 1975 el número de personas que iban a
la Iglesia se redujo a la mitad”. Era solo el principio de la
pesadilla que ha sido el último medio siglo para la Iglesia holandesa. En buena
medida, la entrevista busca alertar a la Iglesia universal para
que no cometa los mismos errores que llevaron a la de los Países Bajos a su
postración actual.
Pese a lo
cual hay signos de auténtica esperanza: “No está usted sentado ante un
hombre desesperado”, advierte con humor al redactor, antes de enumerar los
ambiciosos proyectos “misioneros” que están activando las diócesis,
entre los que cita las catequesis post-confirmación, los Cursos Alpha y la
iniciativa de los Domingos en Familia, que buscan crear comunidad en torno a
las parroquias.
Eso está
produciendo un leve despertar, tanto a nivel de conversiones como de
vocaciones: “En todas las parroquias vemos cada vez más jóvenes que
piden el bautismo o la confirmación, personas entre 20 y 50 años que, por
así decirlo, aparecen de la nada". Lo explica porque, aunque a
las nuevas generaciones no se les han dado criterios para distinguir el bien
del mal ni pilares ni objetivos para la vida, hay preguntas que "surgen de
modo natural", porque en todo ser humano "hay sembrada una apertura
al Misterio". Además, “cuando la gente viene a la iglesia hoy en
día, se trata de una decisión consciente" y quienes se casan
por la Iglesia lo hacen "por convicción".
Los porqués
extra e intraeclesiales de la descristianización
Eijk
atribuye el desplome de la Iglesia, en buena medida, a la “secularización que
llegó con el incremento de la prosperidad”, la cual acentúa el individualismo:
se diluye el sentido de la comunidad y “las personas se sitúan a sí mismas en
el centro y se convierten, por así decirlo, en su propio Papa: eligen
su propia interpretación de la religión y sus propios valores éticos. Como
resultado, pierden los lazos con la Iglesia”.
Esto tiene
una traducción también política, porque "antes imperaba la idea de que el
hombre ha sido creado a imagen de Dios y, por lo tanto, tiene derechos
inalienables", ahora la definición y alcance de esos derechos
"lo asume el Estado", lo que se traduce, por ejemplo en que la
vida ahora "vale menos", y pone como ejemplo el creciente número de
abortos y eutanasias. Lo mismo pasa con la familia, con un 40% de matrimonios
que terminan en divorcio, o con la imposición de la ideología de género:
"A largo plazo", vaticina, "el experimento social de
establecer un orden ético sin Dios quebrará".
Pero el
cardenal Eijk también señala causas intraeclesiales para la
descristianización, que tuvieron su raíz en la evolución propia de la Iglesia
holandesa. Recuerda, por ejemplo, las "similitudes obvias" entre
el "concilio pastoral" que vivió la provincia eclesiática de Holanda
entre 1966 y 1970, origen de su autodestrucción, y el actual "camino
sinodal" alemán.
"No
cometáis nuestro error"
Él tiene
claro que las reformas en sentido mundanizador no funcionan, y sin embargo la
fidelidad a la fe de la Iglesia, sí: "Aprendan de la Iglesia en los Países
Bajos que esto es un error. Quienes crean confusión alejan a la gente
de la iglesia. No es así como la gente volverá. Quiero decirle a los
obispos de otros países: no cometáis este error, no cometáis nuestro
error. En las parroquias donde se proclama bien la fe y se celebra la
liturgia con dignidad, las iglesias están llenas. Se trata de poner
a Cristo en el centro. Cuando la gente descubra a Cristo y comprenda mejor
las Escrituras, comprenderá mejor las enseñanzas de la Iglesia”.
“Nuestro
trabajo consiste en decir la verdad, aun cuando sea difícil”, dice en otro
momento: “Y si se argumenta con autenticidad, la gente se abre”.
También
señala la vía de la unidad como clave para la credibilidad de la Iglesia: “La
palabra 'sínodo' proviene del griego 'syn', juntos, y 'hodos',
camino. Debemos seguir un camino común y no apartarnos de la Iglesia universal.
El Papa insistió en ello en su Carta al Pueblo de Dios que
peregrina en Alemania de 2019. Cuando se pierde la
unidad en la proclamación [de la fe], la Iglesia pierde su credibilidad. En
los Países Bajos hemos hecho muy malas experiencias de creación de ambigüedad y
confusión durante los últimos cincuenta años. La gente tenía la impresión de
que ni la propia Iglesia sabía realmente lo que es”.
C. L.
Fuente: ReL