El Oratorio de la Santa Cueva puede parecer humilde, pero esta pequeña iglesia española albergó el estreno de 'Las siete últimas palabras de Cristo' de Haydn
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Daniel Cz | Shutterstock |
En la ciudad costera de Cádiz (España) se alza una modesta
capilla con un notable mérito a la hora de alcanzar la fama. El Oratorio de la Santa Cueva puede
parecer humilde, pero gracias a la visión y determinación de su párroco, Don
José Sáenz de Santa María, esta pequeña iglesia española acogió el estreno
de Las siete últimas
palabras de Cristo de Haydn , un momento que vinculó a la
modesta capilla con las grandes tradiciones de la música clásica europea.
A finales del siglo XVIII, Don José estaba
convencido de que la música sacra podía mejorar la fe de sus feligreses y
ayudarlos a meditar sobre los misterios de Cristo. Queriendo aportar algo
especial a sus servicios del Viernes Santo, decidió encargar una nueva pieza
musical específicamente para su congregación. Pero en lugar de buscar un
compositor local, Don José recorrió toda Europa y se puso en contacto con el propio Haydn ,
ya famoso por sus sinfonías y óperas. El resultado de esta audaz
decisión fue una de las obras más profundas de Haydn .
Haydn compuso Las siete últimas
palabras de Cristo como una serie de movimientos orquestales, cada uno
de los cuales refleja las últimas palabras de Cristo desde la cruz. La música
tenía como objetivo ser meditativa y ofrecer momentos de reflexión durante el
servicio del Viernes Santo. Fue una gran composición pensada para un espacio
pequeño y sagrado, y su estreno en el Oratorio de la Santa Cueva agregó un aire
de solemnidad y profundidad espiritual a la ocasión ya de por sí sagrada.
El detalle más encantador, sin embargo, es
el entorno. El Oratorio no es una inmensa basílica o catedral, sino una humilde
capilla. Sin embargo, los lugareños abarrotaron el lugar para escuchar la obra
maestra de Haydn, de pie, hombro con hombro, con gran expectación. El contraste
entre la sencillez del entorno y la complejidad de la música crea una imagen
impactante: una composición de talla mundial que debuta en una humilde
capilla de una ciudad española por aquel entonces modesta.
Pero la creatividad de Don José no se
limitaba a la música. Después de interpretar la pieza, encontró una forma
original de agradecerle a Haydn por su trabajo. En lugar de un simple pago, Don
José le envió al compositor un pastel como muestra de su gratitud. Cuando Haydn
cortó el pastel, lo encontró lleno de monedas de oro , una
sorpresa que habría sido tan encantadora como generosa. Esta peculiar historia
de gratitud se convirtió en parte de la leyenda que rodea la composición.
Hoy en día, el Oratorio de la Santa Cueva
es un destino obligatorio para los amantes de la música y la historia, un
lugar donde el arte y la fe antaño colisionaron de una forma singular y
encantadora.
Los visitantes vienen no sólo a ver la
capilla, sino también a reflexionar sobre su papel en dar vida a una de las
mayores obras de Haydn, en un lugar donde un humilde sacerdote, un famoso
compositor y un pastel lleno de monedas de oro se convirtieron en parte de un
capítulo inolvidable en la historia musical.
Daniel Esparza
Fuente: Aleteia