Román Pardo Manrique cuenta en 'Ecclesia al día' la gestión que realizó para encontrar a un misionero español en Tailandia que pudiese atender a Daniel Sancho: "No era fácil"
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Daniel Sancho lleva desde el
pasado 7 de agosto en la prisión de Samui. Son incalculables las horas que han
dedicado los medios de comunicación a informar sobre este caso que afecta al
chef español, aunque quizás lo que no muchos conozcan es que el padre de
Daniel, Rodolfo Sancho, solicitó atención pastoral para su hijo en la prisión.
Así lo ha relatado en 'Ecclesia al día' el sacerdote Román Pardo Manrique, profesor de
Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, quien
ha recordado en el programa que fue el presbítero quien gestionó el contacto de
un misionero español en Tailandia.
“Un compañero me preguntó si
conocía a algún sacerdote en Tailandia que pudiera visitar a Daniel Sancho. Fue
su padre Rodolfo el interesado en que un sacerdote español pudiera visitar a su
hijo. Yo soy de la diócesis de Burgos, donde hay bastantes misioneros con
sacerdotes en Tailandia, me puse en contacto con ellos, pero me dijeron que no
era fácil en Tailandia acceder en las prisiones por la legislación”.
Pese a las dificultades,
Pardo Manrique consiguió proporcionar el nombre del misionero jesuita Miguel Garaizabal, el
contacto religioso de lengua castellana en Bangkok. Cuestionado si el jesuita
logró asistir a Daniel Sancho en la prisión, el profesor de Teología no lo ha
podido confirmar: “No he conseguido saberlo”, ha comentado.
La posición de la Iglesia sobre la pena de muerte
Roman Pardo Manrique ha
explicado también la posición de la Iglesia sobre la pena de muerte o la cadena
perpetua a la que se enfrenta Daniel Sancho.
Sobre la pena de muerte, el
profesor de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca ha recalcado que
a lo largo de la historia, la Doctrina Social de la Iglesia ha reconocido la
posibilidad incluso de la pena de muerte, pero pone el acento en la fuerza de
un contrapeso que implicaba que esta sentencia de muerte quedara delimitada
“para cuestiones gravísimas, en las que el agresor pudiera dañar o perjudicar”.
Pardo Manrique ha recordado
que San Agustín ya reflexionó sobre
esta cuestión y buscar que el reo pudiese aportar algo útil a la sociedad en
lugar de que prevaleciera la venganza: “San Agustín hablaba de crear espacios
para que sea posible el arrepentimiento, lo que hoy es la resinserción o como dice
el Papa Francisco, la redención absoluta. Llegó a decir que había que luchar
contra el mal sin perder la humanidad”, ha explicado el presbítero.
Sobre esta reflexión de San
Agustín ahondaron en el siglo XX los papas, ya en un contexto legislativo e
histórico diferente. En este sentido, el profesor de Teología ha hecho hincapié
en Juan Pablo II y sus afirmaciones sobre
la pena de muerte: “Decía que era inadecuada en el ámbito moral ya que en el
momento actual no es necesario aplicarla porque las sociedades modernas tienen
otras herramientas sin matar por matar”.
Luego, Benedicto XVI y Francisco apuntaron que la pena de
muerte en el mundo de hoy “es inadmisible”, motivo por el que en 2018 se cambió
“el número propio que permitía la posibilidad de la pena de muerte en el
catecismo en casos gravísimos”, ha precisado.
La cadena perpetua, una pena de muerte en vida
Sobre la cadena perpectua,
Pardo Manrique vuelve a recurrir a Francisco y a su encíclia 'Fratelli tutti', en la que llega a
exponer que “la cadena perpetua, en cierta medida, cierra la posibilidad de una
reinserción y redención absoluta, pues es una pena de muerte en vida y no
estaría en la línea de la Doctrina actual de la Iglesia”, ha sostenio el
profesor de Teología en 'Ecclesia al día' .
Fuente:
ECCLESIA