Exorcista advierte sobre los peligros y riesgos que traerá a los visitantes
![]() |
©Padre João Paulo Veloso |
El padre João
Paulo Veloso, exorcista y líder espiritual, ha lanzado una advertencia sobre
los peligros que representa el nuevo santuario de Lucifer en Brasil. Según él,
la presencia de este tipo de cultos podría desestabilizar la sociedad y poner
en riesgo a quienes lo visiten, incluso por curiosidad.
Muy
recientemente, una noticia se difundió rápidamente por las redacciones de
medios de comunicación de todo el mundo: en Gravataí, una localidad brasileña
en el estado de Rio Grande do Sul, cercana a Porto Alegre, se ha erigido un
templo dedicado a Lucifer. La inauguración de este templo ha generado una gran
controversia, provocando miles de reacciones en las redes sociales, tanto de
quienes lo apoyan como de aquellos que se oponen.
La Nueva Orden
de Lucifer en la Tierra (NOLT), entidad responsable de la construcción de este
templo en un terreno de cinco hectáreas, fue fundada en 2022 y es una pequeña
secta que cuenta con aproximadamente 100 seguidores. Este grupo forma parte del
culto afroamericano llamado quimbanda. El templo cuenta con una escultura de
Lucifer, un diablo alado de cinco metros de altura y más de una tonelada de
peso, elaborada en cemento.
Un hecho usual
dentro de este tipo de cultos sincretistas es que sus líderes se apresuran a
desmentir cualquier acción o creencia que pueda ser cuestionada. En este caso,
el autoproclamado «maestro» Lukas de Bará da Rua, el actual líder de la NOLT,
ha dado declaraciones a la agencia Efe sobre el propósito del santuario, el
cual describe como un lugar para supuestos retiros espirituales, y sobre la
naturaleza de sus creencias.
Según Lukas de
Bará, los demonios a los que rinden culto no son más que «dioses que las
iglesias cristianas acabaron demonizando porque éstas buscaban un enemigo, un
culpable de los fallos humanos». Además, sostiene que «el bien y el mal están
dentro de cada uno», desvinculando así a los seres en los que creen de
cualquier «culto a la maldad».
En relación con
este tema, Portaluz ha tenido la oportunidad de conversar con el padre João
Paulo Veloso, exorcista de la diócesis brasileña de Palmas y secretario general
de la Secretaría Lingüística Portuguesa de la Asociación Internacional de
Exorcistas (AIE).
Durante esta
entrevista exclusiva, el padre Veloso compartió su valiosa reflexión sobre
estos acontecimientos.
¿Cómo cree
que deben recibir los fieles católicos la noticia del intento de inauguración
de un templo dedicado a Lucifer?
«El misterio de
la iniquidad está ya en acción; apenas se quite de en medio el que por el
momento lo retiene, entonces se manifestará el impío, a quien el Señor Jesús
destruirá con el soplo de su boca y aniquilará con su venida majestuosa. La
venida del impío tendrá lugar, por obra de Satanás, con ostentación de poder,
con señales y prodigios falsos" (2 Tes 2, 7-9). Esta observación de San
Pablo sirve muy bien para nuestro tiempo, en el que las obras de las tinieblas
ya no se llevan a cabo en secreto, sino a plena luz del día.
Al misterio de
la iniquidad se opone, sin embargo, el misterio de la piedad, como recordaba
con razón san Juan Pablo II en el número 19 de la exhortación apostólica
Reconciliatio et paenitentia: «El pecado del hombre resultaría vencedor y, al
final, destructor; el designio salvífico de Dios permanecería incompleto o,
incluso, derrotado, si este mysterium pietatis no se hubiera inserido en la
dinámica de la historia para vencer el pecado del hombre».
Por lo tanto,
los fieles católicos no deben temer el poder del «misterio de iniquidad». Al
contrario, deben colaborar en la victoria del «misterio de la piedad» mediante
una constante conversión personal y comunitaria, capaz de iluminar el tejido
mismo de la sociedad.
Sin embargo,
esto no sólo es negativo a ojos de los fieles, sino para la sociedad en su
conjunto. ¿Qué peligros podría acarrear este santuario?
El Catecismo de
la Iglesia Católica denuncia en su número 1869 que «las 'estructuras de pecado'
son expresión y efecto de los pecados personales. Inducen a sus víctimas a
cometer a su vez el mal».
Este tipo de
estructura intenta normalizar en la sociedad una ética contraria a la ley
natural, inscrita en el corazón de todo ser humano, y que es precisamente la
base de todo el orden moral de una civilización: la búsqueda de lo que es bueno
y el rechazo de lo que es malo. Esto es la «no-ética». Así pues, el daño no
sólo se produce en la esfera espiritual, sino también en la civil, ya que su
mera presencia es un factor que puede desestabilizar los pilares de la sociedad
a medio y largo plazo.
¿Por qué no
es adecuado visitar ese templo de Lucifer o participar en sus rituales, se sea
católico o no?
La experiencia
exorcista de las últimas décadas ha demostrado que la visita a este tipo de
lugares, aunque sea por turismo o por curiosidad, así como la participación en
rituales sectarios en los que se invocan energías y espíritus para conseguir
determinados efectos, incluso aparentemente benignos, puede ser una de las
causas instrumentales de la llamada «acción extraordinaria del Maligno», como
casos de vejación, obsesión e incluso posesión diabólica, tal como atestiguan
las Directrices para el ministerio del exorcismo a la luz del Ritual actual.
Ante
cualquier crítica, los seguidores de estas sectas se consideran víctimas de la
intolerancia religiosa. ¿Hasta qué punto es cierta esta afirmación?
La libertad
religiosa está garantizada por el artículo 5 de la Constitución Federal
brasileña. La pregunta es: ¿se puede considerar este tipo de culto como una
religión? Seguramente es sólo cuestión de tiempo que los seguidores de estas
sectas obtengan mandatos y sentencias judiciales que los respalden. La
predicación de la verdad, sin embargo, no debe ser descuidada, y corresponde a
los pastores de almas formar bien a su pueblo para que no sucumba a los vientos
de las falsas doctrinas.
Este problema
se ha afrontado desde el encuentro del cristianismo con la cultura pagana
helenística, y luego con las diversas culturas que han adorado a entidades
oscuras a lo largo de los siglos. En cada época, la luz de la verdad ha
prevalecido, y en nuestro tiempo no será diferente. Nuestro Señor Jesucristo
nos advirtió: «En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al
mundo» (Jn 16, 33).
Fuente: InfoCatólica