Catequesis de Francisco reflexionando sobre la intervención del Espíritu Santo desde la creación y en la transformación de los corazones llevando armonía y orden donde antes había oscuridad y confusión
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"El Espíritu y la Esposa. El Espíritu Santo
guía al pueblo de Dios hacia Jesús, nuestra esperanza": este es el tema
del nuevo ciclo de catequesis que Francisco ofrecerá a los fieles, a partir de
hoy, en la audiencia general de los miércoles, recorriendo las tres grandes etapas
de la historia de la salvación: el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y el
tiempo de la Iglesia, la Esposa. «Manteniendo siempre la mirada fija en Jesús”
Del caos al cosmos
El punto de partida de la primera
reflexión de hoy en la Plaza de San Pedro es la acción del Espíritu Santo según
el Antiguo Testamento descrita así en el Génesis: «En el principio creó Dios
los cielos y la tierra. La tierra estaba informe y desierta y las tinieblas
cubrían el abismo y el Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas». El Papa
comenta:
El Espíritu de Dios se nos
presenta como la fuerza misteriosa que hace pasar al mundo de su estado inicial
informe, desierto y sombrío, a su estado ordenado y armonioso. Porque el
Espíritu hace la armonía, la armonía en la vida, la armonía en el mundo. En
otras palabras, es Él quien hace la transición del caos al cosmos, es decir, de
la confusión a algo bello y ordenado.
La creación sufre a
causa del pecado de la humanidad
De la intervención del Espíritu
en la creación del mundo, pasamos en el Nuevo Testamento a una presencia que,
como afirma un Salmo, renueva la faz de la tierra. El Apóstol Pablo, dice el
Papa, introduce entonces un nuevo elemento en la relación entre el Espíritu y
la creación cuando habla de un universo que «gime y sufre como con dolores de
parto», que sufre a causa del hombre.
Es una realidad que nos concierne
de cerca y dramáticamente. El Apóstol ve la causa del sufrimiento de la
creación en la corrupción y el pecado de la humanidad que la ha arrastrado a su
alejamiento de Dios. Esto sigue siendo tan cierto hoy como entonces. Vemos los
estragos que la humanidad ha causado y sigue causando en la creación,
especialmente en aquella parte de ella que tiene mayor capacidad para explotar
sus recursos.
El Pontífice cita a San Francisco
como el que nos muestra «el camino de la contemplación y de la alabanza» para
restaurar la armonía original. «Se trata -explica el Papa- de anteponer la
alegría de contemplar a la alegría de poseer. Y nadie se ha alegrado más de las
criaturas que Francisco de Asís, que no quería poseer ninguna».
El Espíritu nos da
un corazón nuevo
Así como el Espíritu Creador
transformó al principio «el caos en cosmos», así también, dice el Papa, quiere
obrar una transformación en cada uno de nosotros, transformando nuestro
corazón, tan semejante a «aquel abismo desierto y oscuro» descrito en el
Génesis.
En él se agitan sentimientos y
deseos opuestos: los de la carne y los del espíritu. Todos somos, en cierto
sentido, ese «reino dividido en sí mismo» del que habla Jesús en el Evangelio.
A nuestro alrededor podemos decir que hay un caos externo, un caos social y un
caos político: pensemos en las guerras, pensemos en tantos niños que no tienen
qué comer, en tantas injusticias sociales; éste es el caos externo. - Pero
también hay un caos interior: el interior de cada uno de nosotros. No se puede
curar el primero si no se empieza a curar el segundo.
Por eso, dice Francisco, la
Iglesia siempre ha invocado la presencia del Espíritu Santo, poniendo en los
labios de los creyentes el grito: «¡Ven, Espíritu Creador! Visita nuestras
mentes", y concluye: “Pidamos al Espíritu Santo que venga a nosotros y nos
haga personas nuevas, con la novedad del Espíritu”.
Adriana Masotti - Ciudad del Vaticano
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