«¡Recibid cada comunión como si fuera la primera, la última y la única!»
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Foto: Pobbi Menne (Cathopic) |
Encontrarse con Jesucristo es con mucho la acción más importante
en la vida de un cristiano. El católico tiene además la gracia de ya en esta
vida poder estar con él y recibirlo. Se puede hacer a través de la Sagrada Comunión en la misa,
donde está presente el cuerpo y la sangre de Cristo.
En el Padre Nuestro se reza: “El pan nuestro de cada día dánoslo hoy”. Dando una
interpretación sacramental a esta frase de esta oración, también significa
tener cada día la Sagrada Comunión en el contexto de la Santa Misa.
“Hablando
sin exagerar, toda la eternidad no sería suficiente para prepararse lo
suficiente para recibir incluso una Santa Comunión. Además,
toda la eternidad no sería suficiente para rendir una acción de gracias digna
por una Santa Comunión. La razón de esta poderosa afirmación es el simple hecho
de que la Sagrada Comunión es realmente Dios; ¡es Jesús, la Segunda Persona de
la Santísima Trinidad en Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad!”, explica el
padre Ed Broom, sacerdote oblato y gran divulgador de cuestiones de
espiritualidad católica.
Por eso, en un interesante artículo en Catholic Exchange ofrece diez breves sugerencias con el
propósito de ayudar a todos a actualizar, mejorar y perfeccionar la
disposición del corazón al recibir al Señor en la comunión:
1. Oración ferviente y
humilde: “¡Señor, fortalece mi fe!”
La fe se
puede comparar con una semilla; debe ser regada y cultivada. También
se puede comparar con el desarrollo de los músculos en el levantamiento de
pesas. Si no se hace con frecuencia y metódicamente, el músculo puede degenerar
fácilmente en tejido flácido. Por último, se puede comparar con las artes y
habilidades del lenguaje. Al descuidar la práctica de un nuevo idioma, el
idioma hablado se vuelve fragmentado e incompleto.
“Así es con nuestra fe, si
no la practicamos y ejercitamos, entonces gradualmente se pierde. Dicho esto,
debemos recordarnos constantemente que la Eucaristía, ‘la Presencia Real’, es
verdadera y sustancialmente Jesús, el Hijo de Dios. Una oración corta pero
ferviente que se dice con frecuencia y que puede lograr este objetivo es: ‘Señor, fortalece mi fe’”.
2. Purifica el cristal
de la ventana interior de tu alma
San Ignacio de Loyola, así como otros santos, establecen la conexión íntima y estrecha
entre estos dos Sacramentos: la Confesión y la Sagrada Eucaristía. El
Sacramento de la Confesión o Reconciliación limpia y purifica el cristal
interior de la ventana del alma de la suciedad del pecado. Luego, tras recibir
la absolución en la que el alma se limpia y se vuelve transparente por la
gracia, la recepción de la Sagrada Comunión tendrá una influencia e impacto
mucho más poderosa en el alma.
En un alma limpia la luz de Cristo puede brillar con gracias
omnipotentes en el alma. Jesús lo expresó claramente: “Bienaventurados los limpios de corazón; porque ellos
verán a Dios”.
El sacerdote oblato recuerda: “por supuesto, si uno está en estado de pecado mortal, debe hacer una
Confesión sacramental antes de recibir la Sagrada Comunión”.
3. ¡Nunca des por
sentado este regalo!
Una tentación muy generalizada para aquellos que tienen fácil
acceso a la Misa diaria y la Sagrada Comunión es simplemente dar por sentado al
Señor. Como está publicado en la placa en muchas sacristías como un
recordatorio para los sacerdotes: “Celebren esta Misa como si fuera la primera, la última y la
única”. Broom asegura este es también un “buen consejo también
para los laicos: ¡recibid cada Comunión como si fuera la primera, la última y
la única!”.
4. No llegues tarde
“¿Llegarías tarde
a una cita sumamente importante, con el Papa, el presidente o el jefe
en tu nuevo? ¡Por supuesto que no!”, exclama el padre Ed Broom.
Por esto mismo –agrega- “no debemos llegar tarde a la Casa de Dios
para el evento más grande del planeta tierra: la celebración del Santo
Sacrificio de la Misa. Si siempre llegas tarde, entonces al menos esfuérzate
por llegar temprano a la Santa Misa. Como nos recuerda San Ignacio: ‘trata de ordenar el desorden en tu
vida’”.
5. Ofrece tus propias
intenciones
Normalmente el sacerdote mencionará la intención de la misa al
comienzo, a menudo para una persona fallecida, un aniversario o las intenciones
de una persona que aún vive. Sin embargo, esto no excluye que cualquiera pueda
ofrecer sus propias intenciones privadas. “
“Puedes llenar el
altar con tantas intenciones como quieras. Dios no tiene límites y ama las
almas generosas que le piden mucho. Muchas veces recibimos poco del Señor
porque pedimos poco”, recuerda el sacerdote oblato.
6. Intenciones sugeridas
Como se ha dicho en el punto anterior las intenciones son
ilimitadas. Se puede pedir o rogar al Señor por cualquier intención. Aún así,
se recomiendan encarecidamente tres:
1) rezar por las almas
del Purgatorio;
2) rezar por la conversión
de los pecadores;
3) ¡rezar por la propia
conversión del corazón de uno mismo!
7. Participa plenamente
La Constitución Dogmática sobre la Liturgia de los documentos del
Concilio Vaticano II, Sacrosanctum
Concilium (1963) exhorta a los fieles en el contexto de la
Misa a participar plena, activa y conscientemente. En la Misa no se debe ser
participantes pasivos, como si se estuviera en una sala de cine, sino como
miembros activos del Cuerpo Místico de Cristo.
Ed Broom aclara este punto: “en otras palabras, debemos dar
respuestas claras y entusiastas, escuchar atentamente la Palabra de Dios y
asimilar la doctrina transmitida a través de la predicación de la Palabra de
Dios. No estamos llamados
a ser ‘calientabancos’ espirituales, sino a participar activamente en la
Misa”.
8. Recibir la Comunión
con reverencia
El momento más importante de la misa es la recepción de la Sagrada
Comunión. El religioso recomienda “acercarse con humildad, reverencia, confianza y suplicando al
Inmaculado Corazón de María la gracia de recibir a Jesús con gran amor,
confianza y hambre de santidad”.
9. Acción de
Gracias
“Si no tiene obligaciones pendientes, quédate después de la Misa para agradecer al Señor por venir a
visitar a este pobre pecador. Toda la eternidad no sería suficiente
para preparar nuestra alma para recibir al Señor de Señores y al Rey de Reyes.
Además, toda la eternidad no sería suficiente para dar al Señor Jesús una
acción de gracias adecuada. San Pablo VI sugiere el Rosario después de la Misa
como una excelente manera de agradecer a Jesús en la Sagrada Comunión, a través
del Corazón de María”, afirma Ed Broom.
10. Conviértete en un
misionero eucarístico como María
Después de haber recibido a Jesús en la Sagrada Comunión y de
haber hecho la acción de gracias recomienda imitar a María que, después de recibir a Jesús en su Corazón en
la Anunciación, se apresuró a llevar a Jesús a su prima Isabel en su necesidad. “¡Por
lo tanto, lleva la presencia de Jesús a los demás! También esfuérzate por traer
de vuelta al redil a las muchas ovejas perdidas y descarriadas, de regreso al
Buen Pastor, de regreso a la Iglesia Católica y sus Sacramentos”, concluye.
Fuente: Religión en Libertad