El llamamiento del Papa a los participantes en la Plenaria de la
Academia Pontificia de Ciencias Sociales recibidos en audiencia es el de no
valorar la vida basándose en "criterios utilitarios y funcionales".
El peligro es que las vidas de las personas discapacitadas puedan considerarse
"una carga". “Los niños no nacidos con discapacidad son abortados y
los ancianos en sus etapas finales reciben una muerte dulce: la eutanasia. Una
eutanasia disfrazada, siempre, pero al final es eutanasia".
Ante una cultura del descarte
"que no tiene fronteras", debemos actuar promoviendo la "cultura
de la inclusión". El Papa Francisco hace un llamamiento dirigiéndose a los
participantes en la Asamblea Plenaria de la Academia Pontificia de Ciencias
Sociales sobre el tema "Cambiar los determinantes sociales
y construir una nueva cultura de la inclusión", este 11 de abril, en su
última jornada en la Casina Pío IV en el Vaticano. Por primera vez desde su
fundación, hace treinta años, una sesión plenaria está dedicada a las personas
con discapacidad, esas mismas personas a las que el Papa mira porque en muchas
partes del mundo, en los países más pobres, pero también en "contextos de
mayor bienestar”, todavía son muchos, los “aislados y marginados de la vida
social por la discapacidad”.
“La cultura del descarte, de
hecho, no tiene fronteras. Hay quienes presumen poder establecer, sobre la base
de criterios utilitarios y funcionales, cuándo una vida tiene valor y vale la
pena vivirla. Este tipo de mentalidad puede conducir a graves violaciones de
los derechos de los más débiles, a fuertes injusticias y desigualdades donde
nos dejamos guiar principalmente por la lógica del beneficio, la eficiencia o
el éxito”.
La cultura de la
muerte, el aborto y la eutanasia
Sin embargo, el Papa Francisco
también señala otro peligro, menos visible, pero muy insidioso para las
personas con discapacidad, que es "la tendencia a considerar la propia
existencia como una carga para uno mismo y para los seres queridos". Esta
mentalidad, advierte el Papa, "transforma la cultura del descarte en una
cultura de la muerte".
“Esto es muy importante, los dos
extremos de la vida: los niños no nacidos con discapacidad son abortados y los
ancianos en sus etapas finales reciben una muerte dulce, la eutanasia. Una
eutanasia disfrazada, siempre, pero al final es eutanasia”.
Sostener la
inclusión
La cultura de la inclusión es,
por tanto, la manera de "luchar contra la cultura del descarte",
garantizando que se creen y fortalezcan "los vínculos de pertenencia a la
sociedad".
“Los protagonistas de esta acción
solidaria son quienes, sintiéndose corresponsables del bien de todos, trabajan
por una mayor justicia social y por eliminar barreras de diversa índole que
impiden a muchos disfrutar de los derechos y libertades fundamentales”.
Apoyar a los países
más pobres
Sin embargo, la inclusión y los
derechos de las personas con discapacidad que viven en los países más ricos y
desarrollados no son los mismos que se pueden encontrar en los países más
pobres, "donde aún queda mucho por lograr".
“Por lo tanto, los gobiernos que
se comprometan con esto deben ser alentados y apoyados por la comunidad
internacional. Del mismo modo, también es necesario apoyar a las organizaciones
de la sociedad civil, ya que sin su acción solidaria generalizada en muchos
lugares las personas estarían abandonadas a sí mismas”.
Promover la
participación social
Las sociedades deben aspirar a
construir lo que el Papa define como "inclusión integral", que haga
participar a las personas con discapacidad en la vida social, evitando
convertirlas en "receptores pasivos".
“La subsidiariedad y la
participación son los dos pilares de una inclusión efectiva. Y en este sentido,
se comprende bien la importancia de las asociaciones y movimientos de personas
con discapacidad que promueven la participación social”.
Los desafíos más
urgentes
El Papa Francisco, al expresar su
agradecimiento por la elección del tema elegido para la plenaria, reflexiona
sobre el trabajo de la Academia, llamada "a abordar, según un modelo
transdisciplinario, algunos de los desafíos actuales más urgentes".
“Pienso en la tecnología y sus
implicaciones en la investigación y en áreas como la medicina y la transición
ecológica; pienso en la comunicación y el desarrollo de la inteligencia
artificial: ¡un verdadero desafío! – así como la necesidad de encontrar nuevos
modelos económicos”.
Por tanto, la llamada del Papa es
tener siempre en cuenta la dignidad de las personas con discapacidad y su
derecho a "desarrollarse integralmente", ya que "la
vulnerabilidad y la fragilidad pertenecen a la condición humana y no son
específicas sólo de las personas con discapacidad". El Pontífice, al
agradecer el compromiso de la Academia, subraya la preocupación de la Iglesia
por las personas con discapacidad, tal como los Evangelios narran los
encuentros de Jesús con estas personas.
Francesca Sabatinelli – Ciudad
del Vaticano
Vatican News