La moda de declarar, decretar y más, deja de lado cualquier acto de fe y humildad que el cristiano debe hacer como signo de sometimiento a la voluntad de Dios
Viktor Hladchenko | Shutrerstock |
Dios es el Dueño de la vida y sabe mejor que
nosotros lo que necesitamos, por eso es extraño que los cristianos se dejen
seducir cada vez más por doctrinas contrarias a la fe.
Confianza en la providencia divina
Antiguamente era común escuchar comentarios
como «si Dios quiere, haremos esto..» o «si Dios quiere, mañana tal cosa…»
porque nadie tenía certeza de llegar con vida, ni siquiera al día siguiente,
pero sobre todo, porque con ello demostraban su completa sumisión a la voluntad
y providencia divina.
Esa sana costumbre se ha ido perdiendo y
cambiando por la moda de decretar o declarar, que pretende acomodar los hechos
futuros a la voluntad humana, o bien, someter la voluntad de Dios a los deseos
humanos.
Solo Dios sabe qué pasará mañana
Por supuesto, todos deseamos que nos vaya bien
en lo que emprendamos, que nada nos ocurra y que estemos a salvo de cualquier
desgracia. Sin embargo, es hasta cierto punto infantil creer que con solo
«decretarlo», estaremos exentos de cualquier adversidad o que cambiaremos el
rumbo de los acontecimientos.
El cristiano sabe que puede apelar a la
misericordia de Dios con su oración, sacrificios y ayunos, pues Él no se
resiste a escuchar a sus hijos; sino todo lo contrario, desea que le externemos
nuestras peticiones porque es un Padre amoroso. El Evangelio prueba que Jesús
abundó en ejemplos sobre la confianza en Dios.
Pedir a Dios con humildad
Ahora bien, no debemos ir al otro extremo de
temer a Dios. Mas bien, oremos con humildad y roguemos para que nos provea de
todo lo necesario, acogiéndonos a su amor y cuidado. Y tomemos en cuenta las
palabras del apóstol Santiago:
«Y ustedes, los que ahora dicen: ‘Hoy o mañana
iremos a tal ciudad y nos quedaremos allí todo el año, haremos negocio y
ganaremos dinero’, ¿saben acaso qué les pasará mañana? Porque su vida es como
el humo, que aparece un momento y luego se disipa. Digan más bien: ‘Si Dios
quiere, viviremos y haremos esto o aquello’. Ustedes, en cambio, se glorían
presuntuosamente, y esa jactancia es mala» (Sant
4, 13-16).
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia