Siempre que oramos, especialmente cuando lo hacemos por alguien o por algo en particular, necesitamos confiar en Dios con todo nuestro corazón, mente y fuerzas
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La oración de
intercesión, en particular, es una de las principales formas en que se pone a
prueba nuestra confianza en Dios.
El Catecismo de la Iglesia
Católica introduce este tema en su sección sobre la oración:
La confianza filial se
prueba en la tribulación. La principal dificultad se refiere a la oración de
petición, por uno mismo o por los demás, en intercesión. CIC 2734
Siempre
que recemos por algo o por alguien, debemos preguntarnos: “¿Creo que Dios
responderá a mi oración?”
Una pregunta similar que
debemos hacernos es: “¿Confío en la fidelidad de Dios?”
Si somos sinceros con
nosotros mismos, la mayoría de las veces rezamos y no creemos realmente que
Dios vaya a responder a nuestra oración.
Esta disposición a menudo
se ve afectada por nuestras experiencias pasadas, especialmente cuando oramos
por la curación de alguien y no se cura.
Podemos pensar para
nosotros mismos que Dios no respondió a nuestra oración porque no sanó a esa
persona, o que no nos escuchó cuando oramos.
Ante el aparente “silencio”, podemos sentirnos tentados a dejar de orar, pues pensamos que Dios no nos escuchó.
¿Escucha Dios nuestras plegarias?
El Catecismo expresa de manera similar esta dificultad que muchos de nosotros experimentamos:
Algunos incluso dejan de rezar porque piensan que su petición no es escuchada. Aquí habría que plantearse dos preguntas: ¿Por qué pensamos que nuestra petición no ha sido escuchada? ¿Cómo es escuchada nuestra oración, cómo es “eficaz”? CIC 2734
El punto clave a tener en cuenta es que Dios siempre escucha nuestras oraciones. Si realmente creemos que Dios existe y que está presente en cada momento de nuestras vidas, no hay forma posible de que sea “sordo” a nuestras oraciones.
Para muchos de nosotros, la decepción viene cuando Dios responde a nuestras oraciones de una manera que no nos gusta. Puede que Dios no cure a alguien por una razón concreta, aunque es probable que no sepamos esa razón antes de morir.
Lo que tenemos que hacer es confiar en que, al final, los caminos de Dios siempre son mejores para nosotros.
Dios escucha las oraciones de todas las personas, sean quienes sean o hablen el idioma que hablen
Dios nos conoce mejor que nosotros mismos. Solo tenemos que confiar en Él.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia