La Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal Española ha sido la encargada de elaborar los materiales para su celebración y difusión
Imagen de archivo. Monseñor Francisco Pérez González durante una ceremonia en Navarra |
“La vida, buena noticia” es el lema que se
propone para la Jornada por la Vida 2024. Una Jornada que la Iglesia celebra el
25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor, pero que este año, al
coincidir con el lunes Santo, se traslada al 8 de abril. La Subcomisión
Episcopal de la Conferencia Episcopal Española para la Familia y la
Defensa de la Vida ha sido la encargada de elaborar los materiales para su
celebración y difusión.
Mensaje de los obispos españoles
Los obispos de la Subcomisión Episcopal para la
Familia y la Defensa de la Vida plantean la vida como una buena noticia
siempre. Y así, afirman, “debe ser recibida y valorada y cuidada, desde su
concepción hasta su muerte natural”.
¿Por qué la vida es una buena noticia?
La vida no es “un derecho absoluto a la libre
disposición del criterio humano” es “un don de Dios” y este es el motivo “más
profundo” para que sea considerada “una buena noticia”. Los obispos distinguen
entre el don que “es algo que acogemos porque se nos entrega” y el derecho que
“es algo que nosotros podemos exigir, con sus límites en el caso de la vida”.
También señalan la diferencia entre regalo y don. El primero, “es algo que se
me da para que disponga de ello como quiera”, mientras que el don “implica una
tarea, una responsabilidad”, con unas implicaciones al inicio, en el transcurso
y al final de la vida.
Al inicio de la vida
El hecho de que la vida sea un don y una buena
noticia “nos invita a acogerla siempre, incondicionalmente”. Por eso hay que
ayudar a las madres a descubrir “que la vida que llevan en su seno realmente es
una buena nueva”.
Los obispos defienden una valoración positiva
de la maternidad y de la vida humana naciente que se visibilice con “ayudas
efectivas integrales” para que las madres que afrontan un embarazo inesperado
“puedan seguir gestando a su hijo sin apuros” y para que las familias “puedan
plantearse libre y responsablemente la posibilidad de concebir un nuevo hijo”.
Que la vida sea un don también implica que “no
hay un derecho absoluto a tener un hijo”. En este sentido, acogen “los avances
médicos que ayuden a detectar las causas de la esterilidad, intentando
remediarlas”, pero recuerdan que “no se deberá emplear la técnica para producir
de manera artificial la fecundación”.
Consideran que es más grave cuando “para
obtener un bebé, se acude a un vientre de alquiler”. Así, se unen a la petición
del papa Francisco, en su discurso a los miembros del cuerpo diplomático
acreditado ante la Santa Sede, para que la comunidad internacional se
comprometa a prohibir universalmente la práctica de la maternidad subrogada.
Una práctica “deplorable”, como señaló el Santo Padre que “ofende gravemente la
dignidad de la mujer y del niño”, y que “se basa en la explotación de la
situación de necesidad material de la madre”. Un hijo “es siempre un don y
nunca el objeto de un contrato”.
En el transcurso de la vida
El hecho de que la vida sea un don y una buena
noticia implica, durante el transcurso de la vida, “el cuidado de cada vida
humana especialmente en las situaciones de fragilidad”.
Los obispos españoles denuncian la trata de
personas y la esclavitud moderna “porque son claras violaciones de la dignidad
humana, ya que reducen a las personas a meros objetos de explotación económica
y física”.
También piden paliar las situaciones de pobreza
extrema, “porque son muchos los que no tienen acceso a recursos básicos como
alimentos, agua potable, atención médica y vivienda digna”. Revisar “nuestras
actitudes hacia las personas migrantes, evitando el desinterés y los
prejuicios. Y evitar “que haya personas en condiciones de trabajo inhumanas,
con salarios injustos y falta de derechos laborales básicos, lo que priva a los
trabajadores de su dignidad al tratarlos como meros instrumentos de producción en
lugar de seres humanos con necesidades y aspiraciones legítimas”. En
definitiva, “es necesario fomentar la coherencia en nuestro planteamiento de
concebir la vida como buena noticia, porque esto no se refiere solo a algunas
realidades”.
Al final de la vida
También en la ancianidad y la enfermedad
terminal la vida sigue siendo una buena noticia, lo que implica “tener cuidado
para no actuar según el criterio de que en esos momentos la vida ya es una
carga pesada que debe eliminarse”.
Los obispos entienden que este cuidado “debe
darse principalmente en el contexto de la familia” y reclaman apoyo para que
las familias “puedan atender a sus mayores”.
Los obispos de la Subcomisión Episcopal para la
Familia y la Defensa de la Vida concluyen su mensaje “invitando a levantar la
mirada a la vida eterna porque nuestra existencia trasciende los límites
temporales de este mundo”. A través de la encarnación de Jesucristo, “Dios se
hizo hombre para redimirnos y abrirnos las puertas del cielo”. La encarnación
“no solo nos revela el amor infinito de Dios por cada uno de nosotros, sino que
también nos ofrece la esperanza y la promesa de la vida eterna, donde encontraremos
plenitud y felicidad junto a él para siempre. Que santa María, Madre de la
Vida, interceda para que seamos constructores de la cultura de la vida”.
Fuente: Conferencia Episcopal Española
Vatican News