Un caso que recuerda al de San Pablo: no hay caballo, pero sí un buen samaritano
![]() |
Ho entrega un ramo de flores al padre Juan de la Cruz Hoang Quang Hai, de la parroquia de Dong Ha. Foto: UCA News. Dominio público |
Hay diferencias también: a
Saulo fue Dios directamente quien le derribó del caballo y le habló. El joven
vietnamita necesitó algo más de tiempo y hubo participación humana. Es una historia que ha recogido UCA
News.
Comunismo activo, de padre a hijo
Ho
nació en una familia con
tres hermanos perteneciente a los Bru-Van Kieu (uno de los 54 grupos
étnicos del país), en la provincia de Quang Tri, en el centro del país. Fue la zona fronteriza entre
Vietnam del Norte y Vietnam del Sur durante la guerra de 1955-1975, y escenario
de durísimos combates. Allí se encuentra asimismo el santuario mariano de La Vang, la advocación
que une a todos los católicos vietnamitas.
En
el pueblo donde creció Ho, los cristianos son considerados una “fuerza
reaccionaria” que lucha contra el gobierno, que sigue siendo hoy comunista
aunque haya una cierta relajación que haya permitido la apertura de relaciones con la Santa Sede.
El propio padre de Ho, soldado
y miembro del Partido, le transmitió que las fuerzas religiosas, como el
cristianismo, abusan de los nativos y sabotean las causas del gobierno
revolucionario. “No hay Dios en
el mundo y los hombres lo pueden conseguir todo”, le enseñaba.
Así
que Dau estudió en una escuela pública y no tardó en unirse a la Unión de la Juventud Comunista,
que lleva en su nombre el de Ho
Chi Minh, presidente comunista de Vietnam entre 1945 y 1969. Cuando
completó sus estudios secundarios en 2015, se apuntó como miliciano voluntario para
mantener el orden y la seguridad.
Deseoso
de hacer méritos y agradar a sus superiores, se consagraba con esmero a “seguir, fisgonear y espiar” a
las personas que llegaban de fuera. En particular, a los comerciantes que traían
pescado seco, azúcar, leche, aceite, ropa y… ordenadores portátiles.
“Sospechaba
que difundían ilegalmente
el catolicismo y el protestantismo, y les acusaba de poner en peligro la
seguridad colectiva”, reconoce. En 2016 consiguió la detención de cinco de ellos durante
veinticuatro horas "por llevar cruces y Biblias en su equipaje”. Para Dau, la cruz era
una fuerza del “mal”, e impedía
activamente que los católicos se reuniesen para rezar.
Los buenos samaritanos
Así
pasaron varios años, y quizá nada habría cambiado si a su padre no le hubiesen
diagnosticado en 2022 un cáncer
de hígado. Tuvieron que vender todas sus cabezas de ganado para pagar el
tratamiento en el hospital.
La
familia se quedó en una situación muy comprometida. Y resultó que quienes les
prestaron ayuda material y emocional hasta la muerte de su padre fueron algunos católicos de la zona, entre
ellos los cinco que habían
sido denunciados años atrás por Ho.
Además,
los cultivos que tenían se estropearon, y Ho cayó en la pobreza. Tuvo que empezar a ganarse
a duras penas la vida transportando
paquetes en bicicleta en la ciudad de Dông Hà.
“Un
día”, cuenta, “me desmayé de
hambre y me quedé tirado en la cuneta. Un católico que pasaba por allí
me llevó al hospital y abonó el coste de mi estancia”. Estuvo tres días
ingresado y le diagnosticaron un trastorno
vestibular e hipotensión.
Acababa
de vivir en primera persona la parábola del buen samaritano. En este caso, el
buen samaritano real fue, Thaddeus
Vu Duc Vinh, perteneciente al grupo caritativo de una parroquia, quien no
se limitó a esa ayuda, sino que le acogió en su casa y le ayudó a comprar una motocicleta de segunda
mano y a sacarse la licencia
de conducir. Con ello empezó a trabajar como moto-taxista, con un sueldo mucho mayor al que tenía.
Thaddeus le define como “un hombre honrado y trabajador con los pies en el suelo”.
El
contacto con los católicos, a quienes tanto había perseguido, suscitó en Dau el
interés por el catolicismo, y poco a poco empezó a unírseles en alguna oración nocturna y en la misa dominical. Se sentía en
deuda con ellos por su amor y su apoyo: “Quería rezar a Dios para que les bendijera”, explica.
Este
cambio en Ho no sentó bien a sus parientes, que se enfadaron con él y empezaron a evitarle. Uno de sus
tíos se burlaba, acusándole de ir con los católicos solo para que le diesen de
comer. Ho replicaba, ahora que se había desecho de sus viejos prejuicios, que
eran “buenos ciudadanos”
que compartían sus bienes con los demás: “Ni abusan de la religión ni incitan a
la gente contra el gobierno”, alegaba.
Once catecúmenos en la parroquia
Dau
será bautizado la próxima Vigilia
Pascual. Desde hace cuatro meses acude tres días por semana a la parroquia
para las lecciones de catecismo que imparte el hermano redentorista Andrew Nguyen Dinh Toai.
Éste
afirma que Ho es muy activo, plantea
las dudas que tiene y atiende a misa con frecuencia “para fortalecer
su fe”.
Recibirán
el sacramento once catecúmenos, que acompañan a Ho en las clases. Ocho quieren
entrar en la Iglesia para contraer matrimonio con su pareja católica, pero Ho y otros dos
son conversos sin otra motivación que haber descubierto la verdad. La parroquia forma
anualmente una media de seis catecúmenos.
El
padrino de bautismo de Ho será, cómo no, su buen samaritano, Taddheus. Y el
joven está “feliz” ante el acontecimiento: “Soy feliz porque voy a poder llevar una vida plena de sentido y
hacer, como católico, cosas útiles por los demás… Una vez que sientes la
presencia de Dios en tu corazón, no temes a nada en el mundo”.
Por
eso su lema para empezar su vida cristiana es “ama a tus enemigos y reza por quienes te persiguen”. Quizá
intuye que su conversión se debe precisamente a que alguien rezó por él cuando
era un Saulo a punto de ser derribado.
C. L.
Fuente: ReL