Las cloacas están colapsadas, entre los escombros hay cuerpos en descomposición", explica el padre Gabriel Romanelli
Parroquia de Gaza. Dominio público |
Gabriel Romanelli, que se encuentra ahora
en Jerusalén porque el gobierno de Israel no le permite regresar con sus fieles,
está en permanente contacto en Gaza con el padre Youssef quien le asegura que
“están todas las cloacas colapsadas, la ciudad de Gaza es un gran basurero, y
entre las ruinas, entre los escombros de edificios completamente destruidos
hay cuerpos en descomposición. El padre me dice que se hace insoportable
hasta el olor”. Explica que “en el norte ha sido la destrucción tal que hay
barrios enteros que han dejado de existir, hay una hambruna donde la gente
literalmente se está muriendo de hambre, y no es una forma de hablar”.
En la parroquia de la Sagrada Familia, la única iglesia católica en ese territorio palestino, están refugiadas -relata el padre Romanelli- “un poco menos de 600 personas, la mayor parte son menores, lo que más o menos refleja lo que es la sociedad de Gaza, pero tenemos un número considerable de abuelos, de enfermos -algunos postrados- y también heridos. Hay personas que necesitarían salir, que están enfermas o heridas, pero no se les concede el permiso”.
Señala que desde el
comienzo de la guerra del 7 de octubre han muerto 31 cristianos y que
“antes del 7 de octubre todos los cristianos de Gaza éramos 1.017 personas.
Veinte han muerto en los ataques y otras 11 personas han muerto por falta de
atención médica, porque el hospital al que tenían que ir estaba siendo
bombardeado. Antes de Navidad un francotirador de las fuerzas de Israel ha
matado a dos señoras en el patio interno de nuestra parroquia; una de ellas era
la abuela de la familia más grande. No hay una sola casa de cristianos en
Gaza donde no se llore algún muerto”.
El sacerdote afirma
que “la parroquia se ha convertido en un campo de refugiados, se ha convertido
en hospital, en cementerio” y que “el Papa llama todos los días a la parroquia y
si no puede comunicarse con la parroquia me llama. El Santo Padre siempre ha
mostrado una preocupación por todos, sabe el grave daño que causa la guerra y
quiere manifestar su cercanía, y que reza, hace rezar y trabaja todo lo que
puede para ser cercano. No deja de insistir todos los días en lo mismo, soy
cercano, protejan a los niños”. El padre Romanelli pide “que se rece y se
trabaje para la paz. Deseamos y queremos la paz para Palestina y la paz para
Israel. No hay que bajar los brazos, hay que seguir insistiendo”.
Manuel Ángel Gómez, Jefe de Internacional de COPE
Fuente:
ECCLESIA