El padre Juan Berchmans es desde hace más de 20 años párroco
de San Jaime, Relleu y Orxeta, en la provincia de Alicante.
Juan Berchmans, párroco de Relleu, en Alicante, con el pueblo al fondo. Dominio público |
Como
sacerdote novato pasó 3
años en los campos de refugiados ruandeses en el este del Congo, en un campo
con 60.000 desplazados.
Además de la miseria y el exilio y el riesgo de violencia, un gran problema humano y espiritual en esos campos, explica, es que la gente no tenía ni proyectos ni ánimos. "Muchos refugiados se levantaban y estaban sentados doce horas ante las chozas de plástico, hundidos, sin hacer nada. Pero ahí vi el bien que hacía la Renovación Carismática Católica.
Los carismáticos
organizaban una oración diaria y daban mucho ánimo a la gente con su
música y las canciones. También visitaban las chozas, a los niños que vivían juntos en
una choza sin adultos, a los enfermos de malaria. A veces repartían comida,
otras llevaban enfermos al dispensario... eso me gustaba, y yo les
acompañaba". Ya conocía la Renovación de su paso por el Seminario, pero
entre los refugiados pudo verla en acción en las circunstancias más duras.
Después,
la violencia llegó a los campos, que fueron bombardeados y destruidos. Berchmans se refugió, como
muchos otros, en plena selva, durante dos años. Después llegó a
Nairobi, en Kenia, donde mejoró su inglés. Unos amigos le pusieron en contacto
con la diócesis de Alicante y así llegó a España.
Contacto con la vida en España
"Además
del choque de la lengua y la cultura, lo que más me extrañaba de España es que
sólo iba gente mayor a la iglesia, no había casi jóvenes. De los españoles me gustó que eran
acogedores y amistosos, mucho más cercanos y abiertos que los
franceses y belgas que yo había conocido", explica a ReL.
Primero pasó cuatro años como vicario en
una parroquia de Benidorm, donde su dominio del inglés y el francés le
ayudó a atender a muchos turistas y expatriados.
Después,
ya como párroco, llegó a Relleu,
que tiene unos 1.500 habitantes, la mitad de ellos extranjeros. Sigue
celebrando entierros y bodas con ingleses y franceses en Benidorm y
Villajoyosa. Las bodas le gustan más, porque disfruta con los jóvenes.
"Empiezo mi temporada de bodas en abril, hasta noviembre; muchos son irlandeses, que vienen a
casarse en España. Casi siempre son religiosos de verdad, se nota cuando se
confiesan", explica.
Entre
los jóvenes españoles, ve que hacen
catequesis, se confirman y luego desaparecen de la parroquia. Algunos bebés
que bautizó son hoy adultos jóvenes: los ve en la calle, pero solo acuden a la
iglesia para un par de fiestas al año.
Lleva
años sirviendo a sus feligreses y cuenta con el cariño del pueblo, pero él querría "despertar
a la gente y acercarla a Jesucristo, que es el único Salvador", dice.
"Hay gente que cree que está bien, que tiene dinero, o seguro médico, que
no le falta nada material. ¡Pero les falta Jesucristo! En Alicante hay mucha
gente con dinero, pero espiritualmente pobre", apunta.
Ahora organiza unas jornadas de misión, oración y evangelización con el popular sacerdote indio James Manjackal, muy conocido en la Renovación Carismática mundial por sus oraciones de sanación, y sus predicaciones, a menudo del kerigma, otras veces avisando contra falsas espiritualidades orientales o de Nueva Era. Ha predicado por todo el mundo, en zonas muy descristianizadas de Europa y también en países musulmanes. "Manjackal y la Renovación tienen fuerza para despertar a la gente", cree el párroco africano.
Pablo J. Ginés,
Fuente: ReL