Cuando se ponen a tiro del Señor y empiezan a gustar el silencio, se dan cuenta de que allí hay mucha riqueza", dice Mar Camargo sobre la experiencia que tiene con los jóvenes.
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Hna. Mar Camargo. Dominio público |
A
los treinta años, la operadora de cámara, que llegó a grabar Gran Hermano 1, entregó su profesión como comunicadora
y se convirtió en religiosa. Hoy, 18 más tarde, dirige el retiro para
jóvenes organizado por la Pastoral Juvenil y Vocacional de la archidiócesis de
Zaragoza.
Marcada por los atentados del 11M
"Es
un proceso largo donde yo me encuentro con Jesús en mi vida diaria, en mi
trabajo. Yo era cámara de televisión y para mí es algo normal, aunque suene un
poco llamativo, que una religiosa haya sido cámara. Era lo que me gustaba, lo
que estudié. Luego, me puse a trabajar. Claro, sí, grabé Gran Hermano 1, Gran Hermano 2, estuve en Canal +, en
los guiñoles, y lo último que hice fue Madrid Directo, en TeleMadrid",
comenta Camargo.
"La
experiencia de Ejercicios Espirituales fue lo que a mí me cambió la vida, pero
también las experiencias y los acontecimientos de la vida. Me tocó también vivir el atentado
en Madrid, el 11M. Y estar presente allí, cubrir la noticia, para mí fue
también una llamada de atención: '¿Qué es lo que quieres: plasmar el
sufrimiento de la gente, solamente, o estás llamada a consolar el corazón de
esos que sufren?'", explica.
Y,
es entonces, cuando su vida dio un giro radical. "Entre mi vida de oración
y de parroquia -colaboraba en Pastoral Juvenil y acompañaba a otros-, vas
viendo que, a lo que estás llamada es también a consolar y a poner en contacto con Jesús. Eso
lo descubro en los Ejercicios Espirituales, básicamente. Soy testigo, día a
día, de lo que los Ejercicios pueden hacer en la vida de los jóvenes",
asegura.
Como
bien dice, los ejercicios de San Ignacio son un arma perfecta contra el
sinsentido. "Se va viendo, a través de las generaciones, y de lo que va
aconteciendo, que a la gente le cuesta cada vez más hacer silencio. Hace veinte
años casi no existían los teléfonos inteligentes o el WhatsApp. Todos teníamos
más capacidad de introspección. Hoy en día a la gente le cuesta mucho. Pero
percibo que, cuando se
ponen a tiro del Señor y empiezan a gustar el silencio, se dan cuenta de
que allí hay mucha riqueza", comenta.
"Hasta
llegar allí, es un proceso lento. Yo he visto que los jóvenes tenían muchos
deseos de encontrarse con Dios, muchas ganas de encontrarse con Él. Les ha
costado el silencio, pero sí que he visto que han hecho un proceso y una experiencia en el que el Señor
les ha tocado el corazón y ha ido transformando también sus
vidas", explica.
Sobre
los ejercicios para jóvenes que dirigió a principios de febrero, la hermana
comenta: "Hay un grupo de hispanos, colombianos, que vienen con muchas heridas de
esos países. Me llama mucho la atención su perseverancia, su capacidad de
adaptarse a un lugar nuevo. Y su lucha también por conseguir un futuro mejor.
Esto, de la mano del Señor", relata.
"Me
ha llamado la atención que tienen deseos también de conocer a Jesús, el deseo de leer la Biblia o,
incluso, alguno que ha estudiado o está estudiando Ciencias Religiosas. Como
ese deseo de conocer más la fe y de poner en práctica lo que creen",
añade.
La
hermana, a la que le gustaban las artes marciales de joven y llegó a ser
cinturón marrón de kárate, asegura que "lo más importante y lo que aprendo
una y otra vez es que es muy importante saber escuchar. Saber escuchar a la gente. No dar
tanto consejo, sino saber escuchar, estar cerca y luego dejar que Dios
obre. Dios sigue llamando, que escuches la llamada del Señor y que no tengas
miedo a responder, porque Él te va a hacer feliz".
Las Esclavas de Cristo Rey son
una congregación religiosa católica femenina de derecho pontificio, fundada por
el sacerdote Pedro Legaria en Tudela el 15 de junio de 1928. Las legarianas se dedican a
la práctica de los ejercicios espirituales, los cuales, imparten a laicos,
religiosos y sacerdotes, en sus casas de espiritualidad. Tienen presencia en
Argentina, Colombia, España, Italia, México, Cuba, Panamá y
Venezuela.
Jesús M. C.
Fuente: ReL