La Asociación Católica de Propagandistas ha organizado el 15 de noviembre una conferencia titulada “¿Para qué sirve una monja de clausura en pleno siglo XXI?”, en el Palacio Colomina de Valencia (España).
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La Hna. Belén de la Cruz, carmelita descalza Crédito: Fundación Declausura. Dominio público |
Es
tradición que, al morir una monja carmelita, sus hermanas escriban una “Carta
de Recomendación”, es decir, una reseña de su vida para difundirla en los
conventos y entre los amigos y benefactores de la Orden.
En
el caso de Sor Belén de la Cruz, su carta de recomendación despertó gran
interés desde un primer momento. Tanto es así, que la Madre Priora del convento
de la Virgen de la Sierra, en San Calixto (España), debió imprimir más de mil
copias para satisfacer la demanda. Es entonces cuando sus padres, Estanislao
Pery y María Osborne, deciden escribir su biografía.
“Belén era una niña normal y tuvo una infancia feliz, gracias a Dios”, explica su padre al recordar la vida de su hija mayor. Pery comenta que Sor Belén tenía un carácter reservado, aunque alegre, “no le gustaba mucho el protagonismo”, y menciona que esto lo mantuvo aún como monja de clausura.
De
esos años de infancia, destaca para su padre la Primera Comunión de Belén, que
recibió en una capilla consagrada a Nuestra Señora de los Ángeles, patrona también
del municipio de Hornachuelos, donde se ubica el carmelo al que ingresaría años
después. “Casualidades”, expresa Pery.
Ese
día, Belén había preparado una oración para después de comulgar que, según su
padre, recitó frente a una imagen de la Virgen y les “impresionó realmente”. En
su adolescencia era muy activa, mostrando interés por varios deportes, pero
especialmente por el golf, llegando a ser campeona de la región autónoma de
Andalucía.
Los
padres de la fallecida monja carmelita empezaron a sospechar de su posible
vocación a la vida religiosa durante sus años universitarios, a los que llamó
“la puerta del carmelo”. Belén contaba que allí, a lo largo de tres años, la
marcó mucho encontrar a jóvenes con las mismas inquietudes.
Fue una religiosa del Colegio Mayor Mater
Salvatoris, la Madre Clara, quien la acompañó en el largo y difícil
proceso de tomar la opción de abrazar la vida contemplativa. Así, la joven se
convertiría en Sor Belén de la Cruz al ingresar en el convento carmelita
ubicado en las montañas andaluzas del pueblo de San Calixto. Era el 1 de
octubre de 2005.
“Ella
conocía ya el pueblo porque mis suegros tenían una finca a 10 kilómetros del
lugar”, recuerda su padre. “Íbamos muchísimo a la sierra de Hornachuelos a pasar
los días libres, era un lugar muy vinculado a ella”, agrega Pery.
La
Hna. Belén de la Cruz recibió el hábito carmelita el 25 de marzo de 2006. Su
padre expresa que los primeros años fueron muy duros, pero que cuando pasa el
tiempo “es verdaderamente increíble lo cerca que se puede estar de una monja de
clausura”. Y añade que Sor Belén le repetía: “Papá, soy la misma de siempre,
pero vestida de marrón”.
Como
carmelita abrazaba el trabajo diario, como el ensamblaje de mesas de metal y el
manejo del telar. “Una sesión en el telar es como jugar dos partidas de pádel”,
llegó a bromear con su familia.
Según
Pery, Sor Belén jamás dejó de ser amiga de sus amigos y siguió en contacto con
todos. Después de su fallecimiento, Estanislao y María recibieron copias de cartas
que su hija había enviado a mucha gente. Incluso algunas estaban hasta
plastificadas.
“Ella
no usaba palabras grandilocuentes, pero tenía 'algo'. Yo creo que las personas
no se dan cuenta del valor que tienen las cosas sencillas hasta que te faltan”,
manifiesta. Precisamente, continúa Pery, los que conocieron personalmente a Sor
Belén entenderían esto de primera mano.
En
abril de 2017 le diagnosticaron un cáncer de ovario. Nunca renegó de su
enfermedad, e incluso llega a escribir que “la Cruz es una bendición y que,
cuando Dios la envía, también da la fuerza necesaria para sobrellevarla”.
Al
final, explica su padre, para Sor Belén la enfermedad fue una oportunidad de
crecimiento espiritual. Falleció el 5 de abril de 2018 rodeada de su familia,
la Madre Priora y la Madre Clara.
¿Para qué “sirve” una monja de clausura hoy?
Estanislao
Pery repite que la vida de su hija se basó en hacer el bien a los demás desde
la sencillez, y resalta que los que se acercaban a Sor Belén se iban
“desarmados” por alguien que emanaba paz y tranquilidad.
Además,
destaca la heróica vida de oración de las monjas contemplativas, una oración
“que traspasa las paredes del convento”. Para su padre, esta es la razón de ser
de una religiosa.
El
libro, que ya va por su tercera edición, comprende también cartas y escritos de
la fallecida carmelita española, por lo que Pery comenta que, incluso hoy,
sigue haciendo bien a mucha gente. “Eso para nosotros es una verdadera
satisfacción”, añade.
Sobre
la posibilidad de que se abra un proceso de canonización formal en la Santa
Sede, expresa que, “aunque tiene la certeza de que su hija está en el Cielo, ya
lo demás está en manos de la Iglesia y en manos de Dios”.
La
dedicatoria del libro la escribió Carlota Pery, hermana de Sor Belén: “Es su sencillez
y al mismo tiempo es su profundidad. Cómo siempre desde la sombra era la luz, y
cómo eligiendo aislarse, se convirtió en el centro de todo”.
Puede
adquirir el libro “Belén, carmelita descalza. Nuestra hija”, directamente en Amazon y en la página web de la Fundación Declausura.
Por Andrés
Henríquez
Fuente: ACI