Es más fácil llegar a la santidad si nos conocemos a nosotros mismos, desde nuestros defectos, hasta nuestras virtudes. En este artículo encontrarás cuales son tus tendencias para que puedas trabajar en ellas
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Dominio público |
Es fundamental conocer el
temperamento que predomina en nosotros si queremos trabajar de mejor forma en
el camino a la santidad. Sabiendo cuál es el nuestro, podremos encontrar la
forma de ordenar nuestras malas cualidades y potenciar nuestras virtudes.
En el vídeo Los Temperamentos, el Padre Javier Olivera
Ravasi, explica que estos son inclinaciones propias de la persona al nacer, no
tienen relación con la forma en la que la persona fue educada, sino que son
parte de la naturaleza e identidad.
¿De dónde
surgió la teoría de los temperamentos?
Desde la antigua Grecia,
Aristóteles decía que el hombre nace con inclinaciones, algunas de ellas no muy
buenas, por ello, se debían ordenar para convertirlas en virtudes. En
añadidura, el filósofo Hipócrates, mencionaba que en el cuerpo humano había interiormente
humores o temperaturas que formaban parte de la naturaleza del hombre y dictaba
sus inclinaciones. Por último, el filósofo Galeno, argumentó que estos
«líquidos» estaban relacionados con las emociones.
Ahora, gracias a los estudios de
estos pensadores, sabemos que hay cuatro temperamentos. Lee sus características
para saber cuál es el tuyo:
1. SANGUÍNEO
Se excita con facilidad y fuerza
ante las impresiones. Su reacción es inmediata, aunque no dura por mucho
tiempo; por ello, el recuerdo de eventos del pasado no causa nuevos
sentimientos.
Buenas cualidades:
- Son alegres, simpáticos y
sensibles ante las dificultades de los demás.
- Tienen buena memoria e
imaginación ardiente.
- Dóciles con sus
superiores.
- Suelen ser líderes de los
grupos, cautivantes.
- Hacen amistades fácilmente
y tienen un atractivo natural con las personas.
- Su inteligencia es viva,
asimila con rapidez pero no con profundidad.
Malas cualidades:
- Tienden a ser
superficiales. No toman en serio los problemas.
- Cuando emiten un juicio
dicen lo primero que se les viene a la cabeza.
- Se arrepienten con
prontitud, pero tienden a caer rápidamente.
- Se les dificulta el
sacrificio y la mortificación.
- Al hombre se le complica
refrenar la vista y a la mujer la lengua.
- Sus dos pecados capitales
recurrentes son la gula y la lujuria.
- Reaccionan violentamente
ante las ofensas.
Santo con este temperamento: San
Pablo
2. MELANCÓLICO
Es débil para excitarse desde un
inicio, sin embargo, las impresiones prevalecen en su interior y quedan
profundamente marcadas, difícilmente se olvida de las situaciones u ofensas.
Pueden ser intelectuales secos o personas contemplativas entregadas al Señor.
Buenas cualidades:
- Poseen una sensibilidad
inferior que los sanguíneos, pero es más profunda.
- Se inclinan por la
reflexión, soledad, quietud.
- Son piadosos y se
compadecen con facilidad a las injusticias de los demás.
- Son calmados, tienen una
inteligencia aguda y profunda.
- Su abnegación llega hasta
el heroísmo.
- Aman para siempre y se
desprenden fácilmente de sus afectos.
- Siente con menor fuerza el
desorden de las pasiones.
Malas cualidades:
- Tendencia hacia la
tristeza y a la autocrítica.
- Se inclina al pesimismo,
viendo el lado difícil de las situaciones.
- Son tímidos, retraídos y
propensos a la desconfianza.
- Se la pasan pensando,
viendo imperfecciones en los demás.
Santo con este temperamento: Santo
Tomás de Aquino.
3. CÓLERICO
Las personas con este temperamento
se excitan de forma rápida y violenta, pero, la impresión queda profundamente
marcada en el corazón.
Cualidades buenas:
- Siempre están haciendo
cosas, son grandes, apasionados en busca de objetivos.
- Su voluntad es fuerte y
constante.
- Inclinados más a obrar que
a pensar.
- Son prácticos y tienen un
entendimiento agudo.
Malas cualidades:
- Propensos a endurecer el
corazón y ser obstinados e insensibles.
- Tienden a la ira y al
orgullo.
- No conocen la delicadeza
de los sentimientos, ni entienden el dolor de los demás.
- Pueden ser crueles ante la
contradicción de los demás.
- Son altaneros y piensan
que los demás son perezosos.
Santo con este temperamento: San
Ignacio de Loyola.
4. FLEMÁTICO
No suele excitarse, y si lo hace,
es débilmente. Las impresiones desaparecen con prontitud y no dejan marca en el
corazón.
Buenas cualidades:
- Trabaja despacio y con
lentitud. No busca el sobreesfuerzo.
- No se irrita con facilidad
ante los fracasos, insultos y enfermedades.
- Son discretos y sobrios.
- No conocen las pasiones
vivas, la profundidad ni las emociones ardientes y fuertes.
- Su inteligencia es clara,
son ordenados, justos.
- Tienen buen corazón,
aunque parecen fríos, por no ser muy expresivos emocionalmente.
Malas cualidades:
- La calma hace que se
pierdan buenas ocasiones.
- No le interesa lo que pasa
en el exterior, vive para sí mismo.
- No es apto para mandar ni
liderar.
- Les falta entusiasmo para
hacer penitencias, sacrificios y mortificaciones.
El padre Javier explica que estos
son temperamentos «puros», sin embargo, cuando una persona va creciendo, genera
carácter, que puede disminuir o aumentar ciertas cualidades del temperamento
propio.
Lo importante es que una vez que se
sabe qué temperamento se tiene, comience una etapa de discernimiento y búsqueda
activa para combatir las malas cualidades y elevar las buenas.
Yohana
Rodríguez Yohana Rodríguez
Fuente:
Aleteia