Si el
cristianismo es África, este continente va a ser una de las claves de la
Iglesia en el s.XXI.
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El Seminario Cristo Rey de Kafanchan, atacado en 2021por terroristas islámicos, cuenta con 133 seminaristas. Foto: Grotti. Dominio público |
Nigeria es una pieza esencial: el
país cuenta con 220 millones de habitantes (repartidos en proporción similar
entre cristianos y musulmanes), el puerto de Lagos como centro neurálgico de
África Occidental, el inglés como lengua franca, unas iglesias
cristianas llenas de vitalidad y conversiones al cristianismo incluso
en la zona norte del país, donde la presencia musulmana es mayoritaria.
En contra, la violencia golpea al país,
las infraestructuras son malas, el Gobierno ineficaz, una élite
opulenta se enriquece con el petróleo y el comercio internacional
mientras masas enormes viven en pobreza y miseria, y las autoridades no son
capaces de poner orden en el territorio.
Además, en 1999 se introdujo la
sharia (ley islámica) como sistema jurídico personal y penal en los doce
Estados predominantemente musulmanes de Nigeria. En teoría se aplica sólo a los
que se reconocen musulmanes, pero en la práctica dificulta la construcción
de iglesias y muchas actividades de los cristianos.
En la violencia, el
islamismo es un factor, pero no es el único factor.
Un artículo de la revista
comboniana Mundo Negro (número 696, noviembre
2023) resume así la situación de violencia:
-"un conflicto religioso,
auspiciado por el yihadismo;
- un conflicto comunal, provocado
por los desplazamientos de los pastores fulani;
- un conflicto socioeconómico, con
origen en la época colonial,
- y un conflicto político, nacido de
una conglomeración de ideas".
Violencia también contra musulmanes
"tibios"
Diversas organizaciones difundieron
en noviembre-diciembre de 2022 que ese año fueron asesinados unos 4.000
cristianos. Pero Mundo Negro pide poner esa cifra en
un contexto de violencia más amplio: 44.200 nigerianos (y la mayoría eran
musulmanes) fueron asesinados en 2019 en los distintos incidentes de violencia.
Es cierto que hay grupos yihadistas que matan a los cristianos y queman sus
iglesias, pero también hay otras muchas formas de violencia mortal.
Esos mismos yihadistas a menudo matan también a musulmanes que les parecen
demasiado sincretistas, tibios o moderados. Los ibos, en la costa, son casi
completamente cristianos, y los fulani, seminómadas en el norte árido, son
completamente musulmanes, pero muchas otras etnias permiten grandes
niveles de sincretismo, como "los haussas, cuyos eruditos musulmanes
aceptan la religión híbrida desde el siglo XIX, o los yorubas, que tienen muy
en cuenta su pasado religioso previo a las religiones monoteístas",
explican en Mundo Negro.
Las estrategias coloniales
británicas dieron como fruto un sur costero más rico, moderno y conectado, y
cristiano, mientras el norte árido y musulmán se mantenía mucho más pobre. En
esa pobreza, los yihadistas reclutan a sus militantes. Un estudio de 2017 de
la Network of Religious and Traditional Peacemakers consideraba
que 1 de cada 4 militantes del grupo yihadista Boko Haram se alistaron para
tener salario fijo.
De conflicto vecinal a tumulto
religioso
El padre Aghadi, jesuita y capellán
del Hospital Universitario de Lagos, explica a Mundo Negro que
los ataques premeditados contra cristianos (distintos a los conflictos más o
menos espontáneos entre vecinos por peleas de tierras o aguas o
personales) no los provocan personas de la misma localidad. Los que
atacan a los cristianos no son sus convecinos musulmanes: son fulanis
seminómadas que llegan de lejos o yihadistas reclutados en otros países, de
Camerún, de Níger o de República Centroafricana.
En varios casos, constata la revista, cuando asaltantes fulani o yihadistas
extranjeros destruyen iglesias y casas, los vecinos musulmanes del
pueblo ayudan a reconstruirlas.
Mundo Negro también recoge que "varios religiosos cristianos
entrevistados reconocieron tener constancia de ataques de cristianos contra
mezquitas o de agricultores cristianos que iniciaron conflictos contra pastores
musulmanes en el centro del país". El padre Aghadi señala que hay
incidentes que son peleas entre vecinos, pero se amplifican al invocar
como un añadido posterior el elemento religioso. Y a veces hay conflictos
absurdos que se engrandecen.
Cuenta un caso en el centro del país
en que un joven musulmán se enfadó y discutió con el imán de su pueblo. Como
gesto de rebelión, el joven musulmán fue a orinar ostentósamente al muro de la
mezquita. Surgió el rumor de que un joven cristiano era el que se
orinaba en la mezquita y muchos musulmanes se enfadaron contra los cristianos y
hubo un grave altercado.
A las bandas armadas yihadistas y fulani hay que combatirles con la ley,
policía y Ejército, y reduciendo la miseria que hace atractivo el
enrolarse al yihadismo por un sueldo, y muchos otros altercados se pueden
prevenir y suavizar.
Los que trabajan por la paz
Mundo Negro concede su Premio a la
Fraternidad 2023 al obispo de Sokoto, Matthew Hassan Kukah, doctor en Estudios
Orientales y Africanos y presidente para el Diálogo Interreligioso de los
obispos de África Occidental. Ha participado en iniciativas de mediación
política en el país: la Conferencia de Política Nacional de 2005, el Comité de
Reforma Electoral de 2007-2009...
Creó hace 15 años el Centro Kukah de
políticas públicas para la paz y la democracia y quiere ahora implantar una
Escuela de Gobierno Kukah, para formar a líderes y políticos. Es un ejemplo del
esfuerzo eclesial por construir un contexto favorable a la paz en un país muy
complejo.
Kukah puede hacer muchas cosas formando líderes. Otras veces, los cristianos
sólo pueden dar ejemplo con su entereza y fe. Es el caso de los seminaristas
Stephen Amos y Pius Tabat, que en octubre recibieron en España el Premio a la
Libertad Religiosas de ACN (Ayuda a la Iglesia Necesitada). Fueron
secuestrados por bandidos fulani en enero de 2020. Les azotaban mientras
telefoneaban a sus familias para comunicar el secuestro, les mantuvieron con
ojos vendados días y días bajo un árbol, comiendo con latas de gasolina como
recipiente sucio. También ellos son hoy constructores de paz.
Hace unos meses, el actual arzobispo de Abuja,
Ignatius Kaigama, que durante 19 años dirigió la diócesis de Jos en
circunstancias muy complicadas, explicaba en un número especial en la
revista Tempi su visión de la violencia en el país.
"Las razones son muchas. Nigeria tiene cientos de grupos étnicos, cada uno
dividido en muchos clanes. La multiplicidad de identidades étnicas es una
bendición, pero también un problema. Basta una pequeña mecha para
encender el fuego de la violencia. El gobierno debería garantizar la
seguridad de la población, pero debido a la corrupción esto no sucede. Y cuando
hay tantos jóvenes dinámicos y enérgicos, a los que se niega el derecho a la
educación y al trabajo, es fácil que acaben recurriendo a la violencia. Si el
ambiente social y la situación económica de la población mejoraran, las crisis
disminuirían", explicaba. De nuevo, la combinación de muchos jóvenes
desocupados, la necesidad de evitar las "mechas" y la inacción del
Gobierno se unen.
Kaigama, como otros obispos, ha
buscado sobre todo bloquear esas "pequeñas mechas" y prevenir
tendiendo lazos con los vecinos musulmanes.
"A menudo la ignorancia fomenta
el odio. Sé que el diálogo interreligioso despierta recelos y está lleno de
pesimistas que lo consideran imposible. Pero no estoy de acuerdo. No se trata
solo de discutir, sino de hacerse amigos. Si hay una sola persona que
cree en él, quiero entablar con ella un diálogo de vida: comer juntos,
viajar juntos, ayudar juntos a los pobres, como hago con mis amigos musulmanes
cada Navidad. A veces uno se desanima, recibe insultos y puertas cerradas. Pero
siempre hay que seguir adelante y hacerlo lo mejor posible", insiste.
Pablo J. Ginés
Fuente: ReL