En el encuentro con los agentes de pastoral en Mongolia el Santo Padre los exhortó a seguir ‘gustando’ el encuentro con Cristo: “sin esto, las fuerzas van menguando y el compromiso pastoral corre el riesgo de quedar en una estéril”
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Catedra San Pedro y San Pablo en Ulán Bator, Mongolia |
En la Catedra de San Pedro y San Pablo en Ulán Batar
(Mongolia), el Papa Francisco se reúne con los obispos, sacerdotes, misioneros,
religiosos, consagradas y agentes de pastoral que “gastan la vida por el
Evangelio” en estas tierras.
“Gastar la vida por el Evangelio: es una bella
definición de la vocación misionera del cristiano, y en particular del modo en
que los cristianos viven esa vocación aquí”, les dijo el Pontífice,
reflexionando con el Salmo (34) que compartieron en el momento de oración:
«¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!» (v. 9).
Luego de escuchar el saludo del presidente de la
Conferencia Episcopal, y los testimonios de un sacerdote, una religiosa y
un agente de pastoral, el Papa les pregunta: ¿Por qué gastar la vida
por el Evangelio?
Y les responde, “precisamente porque, como recuerda el
Salmo 34, se ha gustado, se ha sentido el buen sabor, se ha experimentado la
ternura del amor de Dios en la propia existencia. Ese Dios que se hizo visible,
tangible, perceptible en Jesús”.
Por ello les insiste en la importancia del encuentro
cotidiano con el Señor: “Hermanos y hermanas, la vida cristiana nace de la
contemplación de este rostro, es una cuestión de amor, de encuentro cotidiano
con el Señor en la Palabra y en el Pan de vida, en el rostro de los demás, en
los necesitados, donde Cristo está presente”.
La mirada en el Señor: Cristo buen
samaritano
Y recordando de manera grata los primeros misioneros
en Mongolia hace treinta años, y también las
diversas iniciativas actuales de caridad que “reflejan el rostro
misericordioso de Cristo buen samaritano”, los invita a que “gusten y vean al
Señor, a que vuelvan una y otra vez a aquella primera mirada de la que surgió
todo”.
Les advierte además que “sin esto, las fuerzas van
menguando y el compromiso pastoral corre el riesgo de quedar en una estéril
prestación de servicios, en un sucederse de tareas que se deben hacer, pero que
terminan por no trasmitir nada más que cansancio y frustración”.
“Es necesario volver a la fuente, al rostro de Jesús,
a gustar de su presencia; es Él nuestro tesoro (cf. Mt 13,44), la perla
preciosa por la cual vale la pena gastar todo (cf. Mt 13,45-46)”
La “comunión” de una Iglesia pequeña
pero Universal
En esa perspectiva también los exhortó “a ver en el obispo no un manager, sino la imagen viva de Cristo buen Pastor que reúne y guía a su pueblo; un discípulo colmado del carisma apostólico para que edifique la fraternidad en Cristo y la radique cada vez más en esta nación con una noble identidad cultural”, dijo.
Y destacó que siendo el Obispo de esta pequeña
Iglesia, un Cardenal, da un especial significado: “todos ustedes, lejanos sólo
físicamente, están muy cerca del corazón de Pedro; y toda la Iglesia está cerca
de ustedes, de vuestra comunidad, que es verdaderamente católica, es decir,
universal”.
Por ello subrayó de igual manera la palabra
“comunión”:
“Queridos misioneros y misioneras, gusten y vean el
don que son ustedes, la belleza de darse totalmente a Cristo que los ha llamado
a testimoniar su amor precisamente aquí en Mongolia. Sigan haciéndolo
cultivando la comunión. Llévenlo a cabo en la sencillez de una vida sobria, a
imitación del Señor, que entró en Jerusalén sobre un mulo y que se despojó
incluso de sus vestiduras en la cruz”
Confianza en la “Madre del Cielo”
El Papa les llamó también a seguir confiando en la
Virgen María, que en Mongolia la invocan como: “Madre del Cielo”. Advocación
que nació en este país asiático luego que fuera encontrada un busto de la
Inmaculada en un basurero, pero que fue rescatada, posteriormente entronizada
en la Catedral y desde el año 2022 la nación fue consagrada a
Ella.
“Ella, sin mancha, inmune al pecado, ha querido
hacerse cercana -expresó el Papa- hasta el punto de ser confundida con los
deshechos de la sociedad”.
No temer a los números reducidos
Finalmente, el Santo Padre les pidió no temer a los
números reducidos que representa la Iglesia en Mongolia, según las estadísticas
oficiales son unos 1500 bautizados: “Hermanos, hermanas, no tengan miedo de los
números reducidos, de los éxitos que no llegan, de la relevancia que no
aparece. No es este el camino de Dios. Miremos a María, que en su pequeñez es
más grande que el cielo, porque ha acogido a Aquel que ni el cielo ni lo más
alto del cielo puede contener (cf. 1 Re 8,27)”.
“Yo estoy con ustedes y de todo corazón les digo:
gracias, gracias por su testimonio, gracias por vuestra vida gastada por el
Evangelio”, les dio el Papa antes de la oración del Avemaría e impartir la
bendición.
Johan Pacheco
Vatican News