Un agustino, mártir de Nagasaki, que pocos conocen y cuya imagen se encuentra en uno de los templos más importantes de México
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José de Jesús Aguilar-Youtube |
Dentro de la
riqueza religiosa que tiene México es posible que la memoria haya omitido a uno
de sus mártires, quizá por la gran cantidad de hombres y mujeres que ofrendaron
sus vidas por Cristo en distintas épocas y circunstancias.
Este es el caso
de un mártir mexicano muerto lejos de su patria, y que, al igual que San Felipe de Jesús, derramó su
sangre en tierras japonesas.
La historia de
Bartolomé Gutiérrez comienza en 1580. Lo poco que se sabe de él es que
nació en la Ciudad de México, sus padres fueron Alfonso Gutiérrez y Ana
Rodríguez. Fue bautizado el 4 de septiembre de 1580 en el Sagrario
Metropolitano, capilla ubicada junto a la Catedral de México.
Estudiante en
Yuriria y misionero en Japón
A los 16 años,
en 1596, ingresa a la Orden de los Agustinos en la Provincia del Santísimo
Nombre de Jesús, en el Centro Histórico de México. Hace su profesión religiosa
el 1° de junio de 1596 y continúa sus estudios en Yuriria, Guanajuato. Después de ser ordenado
sacerdote, es enviado a ejercer su ministerio sacerdotal a Puebla.
En 1605
solicita ser misionero. Sus compañeros, en broma, le decían que no podría
soportar las penalidades de las misiones, pues era muy obeso. «Tanto mejor
-respondía con gracia- así habrá más reliquias para repartir cuando muera
mártir; porque algún día iré a Filipinas y de allí a Japón, a morir por la fe
de Cristo».
En 1606 es
enviado a la misión de Manila, Filipinas, con Fray Pedro Solís, donde durante
seis años se desempeña como maestro de novicios. En 1612 es enviado a
Japón junto con los presbíteros Vicente Carvalho y Francisco Terrero.
Es expulsado de
Japón para volver al martirio
Sin embargo, a
petición de sus fieles, hacia 1618 Fray Bartolomé vuelve disfrazado a Japón
para seguir trabajando durante 15 años, a pesar de la cruenta persecución
pagana iniciada por Taicosama. Logra múltiples conversiones, se oculta y
evade las cacerías de cristianos, hasta que, por una denuncia, es atrapado y
encarcelado en una estrecha jaula con los otros sacerdotes, siendo
conducidos hacia a Nagasaki.
Ahí son
encerrados, maltratados y, después de tres años, condenados a muerte. Se les
somete a crueles tormentos como sumergirlos en aguas sulfúreas hirviendo y
después fueron quemados a fuego lento en una hoguera. Sus cenizas fueron
arrojadas al mar en Omura, Japón, el 3 de septiembre de 1632.
Fray Bartolomé Gutiérrez
fue beatificado por el beato Pío IX el 7 de mayo de 1867 junto con otros 205 mártires sacrificados en Japón. El
proceso de canonización del beato Bartolomé Gutiérrez continúa vigente en la
Santa Sede.
El beato
anónimo de la Catedral Metropolitana de México
La Catedral
Metropolitana alberga un sinnúmero de imágenes religiosas, y entre
ellas, se encuentra un cuadro donde está pintado Fray Bartolomé. Su
ubicación está al fondo de la nave oriente, del lado derecho, junto al retablo
barroco que contiene pinturas de fundadores de órdenes religiosas, destacando
la Virgen de Zapopan en medio.
Humildemente,
silencioso y en espera del milagro que logrará su canonización, está este gran
hombre, enamorado de Cristo, y de la grey japonesa, que podemos visitar cuando
estemos en la Ciudad de México.
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia