Creo que los elementos esenciales de ese camino pueden traducirse en dos expresiones: una utilizada por el Papa Juan XXIII: "conocerse para poder estimar" y otra que nos ofrece el Papa Francisco: "iniciar procesos y no ocupar espacios"
El Cardenal Secretario de Estado vaticano Pietro Parolin junto al presidente vietnamita Vo Van Thuong. (ANSA) |
El cardenal Secretario de Estado, Pietro
Parolin, comenta con los medios de comunicación vaticanos el Acuerdo alcanzado
ayer entre la Santa Sede y Vietnam sobre el estatuto del Representante
Pontificio Residente: el futuro -afirma el cardenal- nos llama a un camino que
debemos seguir recorriendo juntos en el signo del recíproco respeto y de la
recíproca confianza.
El entendimiento es el resultado de
relaciones buenas y respetuosas a nivel institucional, construidas también
gracias a fructíferos encuentros del Grupo de Trabajo conjunto Santa
Sede-Vietnam, así como a nivel eclesial, a través de la voluntad de establecer
buenas relaciones con las comunidades locales y de ofrecer un testimonio
cristiano animado por el deseo de asumir las tradiciones locales y los valores
compartidos.
Eminencia, en los diversos
comunicados de prensa que precedieron al punto de llegada hodierno siempre se
hizo referencia a un largo camino marcado por el respeto y la confrontación
sincera. ¿Cómo describiría usted ese camino?
Creo que los elementos esenciales
de ese camino pueden traducirse en dos expresiones: una utilizada por el Papa
Juan XXIII: "conocerse para poder estimar" y otra que nos ofrece el
Papa Francisco: "iniciar procesos y no ocupar espacios".
La apertura de relaciones con las
autoridades vietnamitas se remonta a 1989, cuando el cardenal Roger Etchegaray,
entonces Presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz, pudo realizar una
visita oficial a Vietnam. De hecho, el pensamiento de Juan Pablo II era abrir
vías de diálogo a través de los temas de la justicia y la paz, característicos
del magisterio y del testimonio cotidiano de la Iglesia. Así comenzó la
práctica de una visita anual de una delegación de la Santa Sede, dedicada en
parte a los contactos con el gobierno y en parte a encuentros con las
comunidades diocesanas. En 1996 comenzaron las conversaciones para definir un
modus operandi en lo relativo al nombramiento de obispos. Guardo un
magnífico recuerdo de aquellas visitas, cuando me tocó hacerlas como Subsecretario
para las Relaciones con los Estados. En diciembre de 2009, el presidente
vietnamita Nguyễn Minh Triết vino al Vaticano para encontrarse con el Papa
Benedicto XVI. Se formó entonces un Grupo de Trabajo conjunto Vietnam-Santa
Sede, que abrió el camino al nombramiento de un Representante Pontificio no
residente con base en Singapur en la persona de S.E. el Arzobispo Leopoldo
Girelli, el 13 de enero de 2011.
¿Cuáles han sido las constantes que
han guiado el proceso de redacción del Acuerdo y las reuniones del Grupo de
Trabajo conjunto?
Creo que es fundamental destacar
que en la base de estas reuniones de estudio y trabajo ha estado siempre el
respeto mutuo y la voluntad de avanzar, sin ocultar las propias posiciones,
sino confrontándose con sinceridad sobre ellas y sobre sus motivaciones. Hay
que señalar que la Conferencia Episcopal siempre estuvo involucrada en dicho
proceso y ofreció sus propias reflexiones y valoraciones. A continuación, se
procedió gradualmente, sin buscar inmediatamente el resultado final, sino
favoreciendo una gradual armonización del principio de la libertad religiosa
con las leyes y las costumbres locales, lo que, con el tiempo, dio lugar una
mayor comprensión mutua y a una convergencia en las elecciones sobre el texto
hechas de vez en vez y encaminadas a asegurar al Representante Pontificio
Residente las condiciones para ejercer su ministerio de legación ante la
Iglesia local y las Autoridades vietnamitas, así como mantener relaciones con
las Representaciones diplomáticas presentes en Vietnam. Además, nunca se olvidó
subrayar la importancia de vivir el Evangelio para ser buenos ciudadanos y
buenos católicos: es un principio que guía la Doctrina Social de la Iglesia
incluso antes de su formulación en el siglo XIX, y que ya indicaba en el siglo
II d.C. cómo los cristianos, en su forma de vivir, manifiestan que son al mismo
tiempo ciudadanos del cielo y de la tierra. Por último, en el diálogo siempre
ha estado presente la vida de la Iglesia local y el respeto a la libertad de
credo y religión, por lo que se ha procurado fomentar un ambiente proficuo para
las actividades y el desarrollo de la Comunidad Católica. Esta actitud, por
parte vietnamita, se notó en el proceso de nombramiento de los obispos, para el
que, durante estos años, no surgieron dificultades particulares.
Eminencia, ¿qué puede decirnos
sobre el texto del Acuerdo? Qué significa Representante Pontificio
Residente, ya que esta figura no parece pertenecer a las categorías habituales.
Gracias por esta pregunta, porque
me permite señalar cómo el tiempo dedicado al estudio y al debate nos ha
permitido encontrar una solución consensuada, que podríamos llamar una "res
nova in iure". En efecto, el Representante Pontificio Residente está
llamado a favorecer la comunión entre la Santa Sede y la Iglesia local y a
coadyuvar y apoyar a esta última en todos sus componentes, participando en sus
celebraciones e iniciativas. En cuanto a los aspectos que podríamos definir
civiles, el Representante Pontificio Residente, al igual que ocurre con los
Nuncios, tiene la tarea de fortalecer las relaciones amistosas entre la Santa
Sede y el Gobierno de Vietnam y podrá participar en las reuniones ordinarias
del Cuerpo Diplomático y en las recepciones, así como mantener encuentros
personales con los Diplomáticos, siempre en el respeto de la ley del país y en
el espíritu de confianza mutua y de las buenas relaciones bilaterales que han
existido hasta hoy. Todo ello, tal y como se afirma en el comunicado de prensa
conjunto, con el objetivo de que el Representante Pontificio Residente pueda
ser un "puente" para mejorar ulteriormente las relaciones entre
Vietnam y la Santa Sede.
¿Cómo ve el futuro de las
relaciones entre Vietnam y la Santa Sede?
Hay un aspecto
que siempre me ha llamado positivamente la atención del pueblo vietnamita,
quizá porque es algo que he respirado desde niño en mi tierra natal: la humilde
laboriosidad. En mis contactos, he experimentado una profunda aptitud para el
trabajo, no sólo manual, sino entendido como compromiso con todo lo que uno
hace. Tal característica podría generar presunción; por el contrario, los
vietnamitas mantienen siempre una actitud humilde y respetuosa, aunque
orgullosa, capaz de adaptarse a cualquier situación, como los hace la planta de
bambú, que se dobla pero no se rompe. ¿Por qué esta introducción? Porque creo
que el futuro nos llama a un camino que debemos seguir recorriendo juntos, sin
la pretensión ni la prisa de alcanzar alguna otra meta, sino con la
disponibilidad de quien quiere confrontarse para encontrar lo mejor. El Acuerdo
no representa sólo una meta, sino un nuevo inicio, en el signo del recíproco
respeto y de la recíproca confianza.
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