Recuperan un documento histórico del año 1195, robado hace más de 40 años de la catedral de Cuenca
Mons. José María Yanguas con el pergamino recuperado. Foto: José del Olmo. Dominio público |
En la operación policial, denominada
Algonsusrex, han participado la Brigada de Patrimonio Histórico de la UDEV
Central y el Grupo de Patrimonio Histórico de la Jefatura Superior de Cataluña.
Además, añade la Policía Nacional en la nota de prensa de presentación del
hallazgo, se han implicado de forma singular la Fiscalía y la catedral
conquense, que «se interesó por su recuperación, colaborando estrechamente con
los investigadores, llegando a contactar con las personas que lo tenían en su
poder».
Alfa y Omega ha podido hablar con el deán
de la catedral de Cuenca,
José Antonio Fernández Moreno, que explica: «Estoy muy feliz porque además me
ha tocado ser protagonista en la resolución del robo». Fue él mismo quien
interpuso la denuncia en la comisaría de Cuenca con la que empezó todo el
operativo.
Fue «una carambola», relata el deán.
Recibió el chivatazo de un amigo que supo que el documento estaba siendo
ofrecido para la venta en Barcelona. «Me mandó una foto y se la pasé al
archivero. La comparamos con una copia del siglo XVIII que conservamos. Pronto
nos dimos cuenta de lo que era».
Rápidamente el deán interpuso la
denuncia y comenzó la investigación conjunta. La Policía realizó numerosas
gestiones en el mundo de la compraventa de antigüedades y obras de arte, de
manera que lograron identificar a las personas que estaban ofreciendo el
documento a la venta. Posteriormente, explica el deán a este semanario, su
labor fue la de ponerse en contacto con los vendedores y decirles que el
cabildo estaba interesado en adquirirlo.
«No podrían colocarlo», explica
Fernández Moreno a este semanario, puesto que estaba incluido en una lista de
documentos robados de Interpol —hecho que dificultaba su venta de manera legal
en casas de subasta o antigüedades—. Por eso se intentó hacer al margen de los
canales de venta habituales.
El deán habló con algunos
intermediarios del mundo del arte y tras recibir contestación positiva se fue
hacia Barcelona para «cerrar el trato». 25.000 euros pedían los vendedores por
el documento. El deán siguió «dejándose querer», continúa: «Evidentemente no
íbamos a acceder a lo que ellos pedían ni ellos querían lo que nosotros
ofrecíamos, pero tuve que mantener el equilibrio en la verdad posible».
«Siempre me identifiqué», quiere
dejar muy claro Fernández Moreno sobre el final de esta operación. «Haciendo el
trato con los vendedores fue como dimos con el documento». Gracias a esta
colaboración del deán con la Policía se descubrió que el Privilegio rodado se hallaba custodiado en un
bufete de abogados de la ciudad condal. «Una vez que el Juzgado de Instrucción
número 4 de Cuenca autorizó el registro en el bufete de abogados, los agentes
establecieron un dispositivo conjunto para realizar una entrada y registro en
el despacho y así recuperar el documento», explicó la Policía Nacional.
La pista del Privilegio rodado se perdió en el año 1989, cuando
se hallaron indicios de que se encontraba en Bogotá (Colombia). Aunque se
encuentra en buen estado de conservación, «debió de estar expuesto en algún
lugar porque tiene unas pequeñas heridas de luz», explica el deán. No hace
falta restaurarlo porque son solo «unas manchas pequeñas».
Ahora el Privilegio rodado del rey Alfonso VIII permanecerá
con todos los documentos de la época que alberga la catedral de Cuenca. «El
documento no es más importante que otros que tenemos», añade Fernández Moreno;
«importantes son todos pero la gran alegría con este documento es que vuelva a
su lugar, a ser parte de la historia de la catedral y del cabildo».
«Solo hay que ponerse en el pellejo
de lo que siente alguien que ha sido robado para darse cuenta de que la sola
recuperación ya es una gran alegría», termina explicando Fernández Moreno.
El documento, un pergamino de piel de 499×390 milímetros con sello de plomo del año 1195, fue devuelto a la catedral de Cuenca como legítimo propietario del mismo. En él queda constancia del privilegio del rey Alfonso VIII por el que se donan diezmos al cabildo para la construcción de la catedral y tiene como gran aportación histórica la firma de todos los obispos de Castilla y de León.
Álvaro Real Arévalo
Fuente:
Alfa y Omega