La manera en que vivimos limita las oportunidades para estar en silencio y orar, y aunque es necesario, a veces no sabemos cómo lograrlo
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Empezar el día en silencio
Hermano
Elías, el silencio es importante para los monjes benedictinos, pero, ¿cómo
hacer para que la gente que vive en las ciudades pueda tenerlo durante su día?
HE: En principio, hay que
recordar que hay varias acepciones para el silencio, y en el sentido positivo,
es hasta terapéutico porque da calma; además, Dios habla a través de él. Por
eso, primero hay que quererlo y después, buscarlo. Como dicen «querer es
poder», ya que implica esfuerzo para hacerse un horario. Se debe tener el
propósito de darle prioridad y un tiempo al silencio. Puede ser antes de
iniciar la jornada, unos diez minutos antes del café, de bañarse, de dar
desayuno a los niños. A media tarde, en lugar de distraerse con la radio o
la televisión, otros diez minutos. Y por la noche, antes del descanso,
igualmente, dedicar unos minutos a escuchar la voz de Dios.
Y
con respecto a la oración, ¿cómo puede comenzar a orar una persona que no tiene
por costumbre hacerlo?
HE: Puede ser con lo que se ha
aprendido de toda la vida y no orar solo cuando las aguas están
turbias. Por ejemplo, el padrenuestro bien rezado, pronunciado y centrado,
es una oración grandísima porque abarca todo. Unos minutos pensando cada
palabra, ya sea en voz alta o mentalmente y donde nadie me interrumpa.
Además, hay muchas
herramientas en internet, varias páginas de ayuda para hacer oración en
silencio y paz, pero dedicar tiempo a Dios favorece nuestra relación con Él.
Toma tu tiempo para rezar
Cuando
se reza rápido, por ejemplo quien recita las oraciones o reza el santo rosario
a toda prisa, ¿se obtienen frutos?
HE: A Dios, como persona, como Jesús, hay que hablarle despacio, si no no entenderá – bromea- no hay que irnos por inercia, la oración debe hacerse con reverencia, con unción, pensando en quién nos va a escuchar, porque el fondo de la oración es tener un encuentro con Dios. No va a dar el mismo fruto hecha con mucha velocidad que haciéndola sabiendo a quién no vamos a dirigir.
Preparar a los niños para ir a Misa
De
la misma manera, ustedes recomiendan participar en la santa Misa con calma.
¿Qué pasa cuando las familias acuden con niños pequeños?
HE: Cada iglesia tiene su
manera de tratar esta situación. Aquí en el monasterio recomendamos a la gente
que tiene niños pequeños, que si comienzan a llorar, alguien de la familia
salga con él para tranquilizarlo, pero no a cuatro cuadras, nada más a la entrada,
que no esté en medio de la asamblea, porque tampoco se trata de separarlo de la
celebración o evitar que participe, es importante que los niños estén en Misa,
por eso los papás deben prepararlos antes de acudir para que vayan entendiendo
lo que va a pasar.