La ONG católica invirtió casi 35 millones de euros en financiar 488 en 55 países, con la alimentación, la sanidad, la educación y los derechos de las mujeres como prioridades
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Proyecto de Manos Unidas en Ecuador. Foto: Joseph |
Al mismo tiempo, «la
desigualdad más lacerante acrecentó la brecha entre ricos y pobres hasta
niveles nunca antes vistos». Este contexto implicó también retos como el
aumento del hambre, la violencia, los desplazamientos forzados y los impactos
del cambio climático.
Para paliar esa desigualdad, la ONG
católica invirtió 34,78 millones de euros, con los que ayudó directamente a
1,76 millones de personas en 55 países. Lo hizo a través de 488 nuevos
proyectos, y otros que vienen de antes. Además, se concluyeron con éxito tres
convenios con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el
Desarrollo (AECID) en Senegal, Ecuador y Filipinas.
En 2022, el informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo dio
a conocer que 828 millones de personas pasan hambre. Para la presidenta de
Manos Unidas, «son cifras que causan vergüenza y estupor y que, mucho nos
tememos, seguirán aumentando impulsadas por los conflictos, el cambio
climático, el acaparamiento de tierras, o la proliferación de las actividades
extractivistas sin control. Y con el hambre se intensificarán la pobreza, las
guerras, la falta de oportunidades y las migraciones».
Alimentos para América
El continente donde Manos Unidas
centró más sus esfuerzos es América. Allí se enviaron 15,31 millones de euros
para 163 proyectos, frente a los 150 del año anterior. El 42 % de los proyectos
estaban relacionados con la alimentación y la ayuda a la población para que
pueda ganarse la vida. Así se dio respuesta al empeoramiento de la situación
económica como consecuencia de la pandemia de la COVID-19 y de la guerra en
Ucrania.
Se detectó también un incremento de
la violencia hacia mujeres y niños y de las violaciones de los derechos
humanos. La ONG católica afrontó estos problemas dedicando un 23 % y un 13 % de
su inversión, respectivamente, a proyectos en dichos ámbitos. Especial
preocupación supuso la creciente inestabilidad en Haití, donde Manos Unidas
apoyó cuatro proyectos que buscaban paliar la inseguridad y los saqueos.
En África, a las consecuencias de la
inflación por la guerra y de la pandemia, se sumó además el impacto del
yihadismo en las comunidades vulnerables de Burkina Faso, Malí, Níger o Chad.
También el conflicto en la República Democrática del Congo, donde Manos Unidas
atendió a los desplazados por el grupo armado M23, y en Cabo Delgado
(Mozambique).
Al margen de estos proyectos
humanitarios de emergencia, la partida más grande de los 13 millones de euros
que la entidad envió a África en 2022, un 43 %, se destinó a educación. Además,
un 22 % cubrió proyectos sanitarios, y un 10 % otros de promoción de la
equidad.
Alivio para Siria
Por último, Manos Unidas envió 6,45
millones de euros a 117 proyectos en Asia. Una de las grandes apuestas fue
seguir aliviando las consecuencias de la guerra en Siria. Así, se incrementó la
presencia con proyectos educativos y de apoyo psicológico para niños y mujeres,
además de formación para el empleo de los jóvenes y mejora de la atención
hospitalaria en Alepo. También se ha apoyado una iniciativa de salud
psicológica en el Líbano.
En 2022, Manos Unidas apoyó 46
proyectos de emergencia, por un total de 2,07 millones de euros. Con ellos se
ofreció los medios básicos de supervivencia a las víctimas de desastres
naturales y a la población desplazada por conflictos armados. Desde la ONGD católica
han celebrado también que, debido a la mejora de la pandemia, el año pasado se
pudieron reanudar las visitas los proyectos sobre el terreno. Esto permitió
conocer distintas realidades y facilitar la financiación de nuevos proyectos.
Sensibilización contra la indiferencia
Un 5,4 % de los 44,9 millones de
euros que gastó la entidad el año pasado se dedicaron al otro gran fin de su
labor, la sensibilización y la educación para el desarrollo en España. En esta
partida se incluye la campaña Nuestra indiferencia los condena al olvido. También
una intensa presencia en colegios, universidades, fundaciones, parroquias,
foros, grupos de incidencia y medios de comunicación, entre
otros.
«No podemos permanecer impasibles
ante la desigualdad que condena al olvido y a la marginación a mujeres, niños,
ancianos, personas con discapacidad, minorías étnicas… a aquellos que
representan a los desheredados de la Tierra», ha apuntado Pilar.
Toda esta labor fue posible gracias
a más de 73.000 socios y colaboradores y al trabajo de casi 6.500 voluntarios.
En 2022, Manos Unidas recaudó 49,8 millones de euros, un 2 % menos que en 2021.
Estos fondos procedieron en su mayor parte —un 88,2 %— del sector privado. En
cuanto al resto de los ingresos, llegaron de instituciones como la Unión
Europea, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo
(AECID), o diversos ayuntamientos y diputaciones.
La presidenta de Manos Unidas concluyó su exposición recordando que «nuestro trabajo puede que sea una gota de agua en un océano sembrado de necesidades e injusticias, pero ha hecho posible que, de una u otra manera, cambiemos la vida de 1,7 millones de personas».
María
Martínez López
Fuente:
Alfa y Omega