Jesús condena las frases vacías en la oración, pero lo importante es orar con amor
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© Marcin Mazur / catholicnews.org.uk |
A menudo, cuando los cristianos se encuentran con el siguiente
pasaje de los Evangelios, creen que habla en contra de oraciones como el
Rosario o incluso la oración de Jesús («Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten
misericordia de mí, pecador»):
«Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los
paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados» (Mt 6,7)
A simple vista, podría parecer que Jesús cree que los que rezan
letanías interminables, repitiendo las mismas palabras, son «paganos». ¿Es
verdad esto? ¿Deberían
los cristianos evitar repetir las mismas oraciones una y otra vez?
Revisemos este pasaje más de cerca.
Primero, antes de examinar el pasaje de Mateo 6,7, esta discusión
fue provocada por un encuentro que se dio en el libro El camino del
Peregrino.
En sus andanzas, el Peregrino se encontró con un hombre devoto que
estaba en contra de rezar la «Oración de Jesús» una y otra vez a lo largo del
día. Él dice: «el repetir incansablemente las mismas palabras puede volverlo a
uno loco y arruinar el corazón» (p.54)
¿Será cierto?
Para encontrar la respuesta, examinemos el versículo del Evangelio
en cuestión. En el contexto, Jesús está hablando acerca de diferentes facetas
de su vida en su «Sermón de la Montaña».
Luego de ofrecer algunas palabras acerca de la ofrenda y la
limosna, Jesús se vuelve a la oración y trata de enseñar a sus discípulos la
manera correcta de orar a Dios.
Es interesante ver como, justo luego de la amonestación de Jesús
contra las oraciones paganas, añade esto:
«No hagan como ellos, pues antes de que ustedes
pidan, su Padre ya sabe lo que necesitan. Ustedes, pues, recen así: Padre
nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino,
hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo. Danos hoy el pan que nos
corresponde; y perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a
nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del
Maligno». (Mt 6,8-13)
Entonces Jesús les enseña a sus
discípulos una «fórmula» para orar en contraste a como lo hacen los paganos.
¿No estaba Jesús condenando las oraciones de este tipo?
Yendo un poco más adentro, encontramos que lo que
en realidad Jesús estaba condenando era la forma pagana de dirigirse a sus
dioses.
«Los paganos recitan largas letanías con nombres divinos para
llamar la atención de los dioses. Esto se hacía para garantizar que uno se
dirigía a la deidad de manera correcta. Jesús considera esto una práctica
vacía, es decir, carencia de fe y amor por la deidad».
El sitio web Catholic Answers (Respuestas
Católicas) confirma esto y añade:
Jesús dijo:
«no imiten a los paganos con sus letanías interminables»… Debemos recordar que la idea
principal de la oración y el sacrificio de los paganos era apaciguar a los
dioses de manera que ellos pudiesen continuar con sus vidas. Se
debía tener cuidado de nombrar a todos los dioses y de decir las palabras
justas, pues de lo contrario se podrían atraer una maldición sobre sí».
De manera que
los paganos, para cubrir todas las esquinas, recitaban interminables letanías
con los nombres de las deidades paganas para garantizar que las deidades «no
los golpearan».
Estos rituales trataban de «apaciguamiento» y en
ningún momento estaban dirigidos al amor.
¿Rezar el Rosario es diferente?
El Rosario y la
oración de Jesús son diferentes porque nacieron del amor por Dios.
Y, ¿quién diría que no debemos decirle a Dios cuánto lo amamos?
Veámoslo desde este punto de vista: ¿se enojaría tu esposo o tu
esposa si le dijeras cuánto lo has amado? ¿Les molestaría si se lo repitieras
cada día o incluso en múltiples ocasiones a lo largo del día?
Yo le digo a mi esposa que la amo docenas de veces al día (si no
más). ¿Es malo? ¿Me debería contener de decirle que la amo y limitarme a
hacerlo una sola vez al día? ¿O una vez al mes? ¿Una vez al año tal vez?
La palabra «Rosario» viene del latín «Rosarium» que significa corona de
rosas o guirnalda de rosas.
Rezar el Rosario es como darle a Nuestra Santísima Madre una
corona de rosas y decirle cuánto la amamos a ella y a su Hijo. ¿Es malo
obsequiarle a alguien que amamos una guirnalda de rosas?
Sobre todas las cosas, Jesús condena
las frases vacías en la oración.
No debemos orar para «apaciguar» a un Dios vengativo y lleno de
ira. Ni deberíamos rezar el Rosario creyendo que María calmará el temperamento
de Dios.
Nuestras oraciones deben nacer del amor a Dios y ese es el secreto
del poder del Rosario y la Oración de Jesús.
Si tenemos amor y oramos con amor, no tenemos de qué preocuparnos.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia