«Uno de cada siete cristianos sufre hoy persecución». Así lo afirmó el nuncio apostólico Fortunatus Nwachukwu, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, en su discurso pronunciado en Ginebra, en la 52ª Sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
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Mons. Fortunatus Nwachukwu, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas. Dominio público |
«La paz exige también el
reconocimiento universal de la libertad religiosa», dijo el
prelado citando al Papa:
«Es
preocupante que se persiga a personas por el mero hecho de profesar
públicamente su fe y que en muchos países se restrinja la libertad religiosa. Cerca
de un tercio de la población mundial vive en estas condiciones».
Aumento de la represión
«En los últimos años hemos sido
testigos del recrudecimiento de las medidas represivas y los
abusos, incluso por parte de las autoridades nacionales, contra las
minorías religiosas en muchos países del mundo», añadió. «A menudo se niega
a los creyentes el derecho a expresar y practicar su fe, incluso cuando
ello no pone en peligro la seguridad pública ni viola los derechos de otros
grupos o individuos».
Además, advirtió que «la profanación
y destrucción de lugares de culto y sitios religiosos, así como los ataques
violentos contra líderes religiosos, se han intensificado recientemente y
son cada vez más frecuentes». Por otro lado, pero no menos preocupante,
según monseñor Nwachukwu, es «la condición de los creyentes en algunos países
donde, tras la fachada de tolerancia e inclusión, se perpetra una discriminación
más sutil e insidiosa».
Discriminación sutil y censura
«En un número creciente de
países, asistimos a la imposición de diversas formas de censura que
reducen la posibilidad de expresar las propias creencias tanto
pública como políticamente, con pretexto de evitar ofender la sensibilidad
de los demás», añadió.
«De este modo», continuó, «se
pierde mucho espacio para un diálogo sano e incluso para el discurso público. A
medida que este espacio disminuye, también lo hace nuestra capacidad de
expresar el derecho fundamental a la libertad religiosa, así como la libertad
de pensamiento y conciencia, que son también un requisito previo
indispensable para alcanzar la paz y construir una sociedad justa».
Fuente: Vatican.news/ACN/InfoCatólica