Ese que dijo Jesús que no se podía perdonar ni en esta vida ni en la otra... ¿en qué consiste?
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Velishchuk Yevhen | Shutterstock |
Las personas están llamadas a ofrecer arrepentidas sus pecados a
la Iglesia en el sacramento de la penitencia.
Cuando alguien se confiesa, quien perdona los pecados es el mismo
Dios. Lo hace, eso sí, mediante la absolución del sacerdote.
Todos los pecados tienen perdón de Dios, menos uno: el pecado
contra el Espíritu Santo. Lo dice Jesús en el Evangelio:
“Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será
perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no les será
perdonada” (San Mateo 12, 31).
El único pecado que Dios no perdona es la blasfemia
contra el Espíritu Santo.
¿En qué consiste este pecado?
La blasfemia no es solamente con palabras, sino
también y sobre todo con hechos.
¿Quién blasfema? Quien no se siente necesitado de Dios,
quien no
se siente pecador o se cree sin pecado.
Se trata de cerrarse al llamado a la conversión, endurecer el
corazón hasta tal punto que a la persona no le interesa Dios.
Es pecado el endurecer el corazón y
decirle, por ejemplo, a Dios: ‘No me interesas; estoy bien sin ti; no te
necesito’.
Es pecado considerar que Dios no puede perdonar, o negar el perdón
de Dios en la confesión. Es decir, es el pecado por el que el hombre se
niega libre y conscientemente al perdón y la misericordia de Dios.
Ante esta circunstancia, ¿qué puede hacer Dios? Nada; tan solo
dejar que la persona muera en su pecado. Allí Dios no puede actuar, Dios no
tiene nada que hacer, no tiene nada que perdonar, no perdona nada.
La Sagrada Escritura nos da más luz:
«El que oculta sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia» (Proverbios 28, 13).
Henry Vargas Holguín
Fuente: Aleteia