Desde la firma
del acuerdo, ya no se han producido ordenaciones episcopales ilegítimas en
China, sin el consentimiento papal
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Sacerdotes chinos. Dominio público |
En octubre de 2020, la validez del acuerdo se prorrogó otros dos
años.
Ahora, cuando se acerca el vencimiento de la primera prórroga, las
declaraciones públicas del Papa Francisco y del cardenal secretario de Estado
Pietro Parolin han dejado entrever que, por parte de la Santa Sede, existe la
buena intención de continuar el proceso de negociación.
Junto
con la petición de ver aplicado el acuerdo de forma puntual y de discutir los
márgenes para su progresiva mejora, con la única intención de confiar el oficio
pastoral a obispos dignos e idóneos, explica la Agencia Fides.
El catolicismo en China
Para
comprender las razones de la orientación manifestada por el Papa y sus
colaboradores, basta con tener presente la historia reciente del catolicismo
en China y reconocer cuál ha sido la brújula que ha guiado
los pasos de la Santa Sede durante décadas ante los asuntos de los católicos
chinos.
Desde la firma del
acuerdo, ya no se han producido ordenaciones episcopales ilegítimas en
China, sin el consentimiento papal, que habían causado dolorosas
laceraciones entre los católicos chinos desde finales de los años cincuenta.
En
los últimos cuatro años, se han producido seis nuevas ordenaciones episcopales
católicas en China, con procedimientos que incluyen la emisión de la bula papal
de nombramiento. En el mismo periodo de tiempo, seis obispos “clandestinos”,
consagrados en el pasado sin seguir los protocolos
impuestos por el organismo chino, han solicitado y obtenido el reconocimiento
público de su función por parte de las autoridades políticas de Pekín.
Números
pequeños, si se tiene en cuenta el número de diócesis católicas en China que
están vacantes o dirigidas por obispos muy ancianos.
En comunión con el Papa
Pero, todos
los obispos católicos chinos de la actualidad están en plena y pública comunión
con el Obispo de Roma.
El
acuerdo actualmente vigente con las autoridades chinas no es comparable a los
modelos de acuerdos alcanzados por la Santa Sede con otros gobiernos (el último
ha sido el firmado con Kazajistán con
motivo del reciente viaje apostólico del Papa Francisco al país centroasiático)
para garantizar el reconocimiento legal y los espacios de movimiento a las
instituciones eclesiásticas y a los agentes de pastoral en los diferentes
contextos nacionales.
El
acuerdo sobre los nombramientos de los obispos chinos toca las fibras más
íntimas de la naturaleza apostólica de la Iglesia, y el dinamismo mismo de su
vida sacramental. El tema que se toca en el acuerdo tiene que ver con
la fe de los católicos chinos, y con el sufrimiento causado por
las laceraciones eclesiales que en las últimas décadas han dividido al clero y
a los laicos, a las comunidades y a las propias familias.
El
núcleo del acuerdo tiene que ver con la memoria de los mártires y la validez de
los sacramentos celebrados en las parroquias, capillas y hogares de la
República Popular China. Bienes que pertenecen a un orden diferente de los que
habitualmente intervienen en los acuerdos firmados por la Santa Sede con
gobiernos y entidades soberanas.
Criterios de la Santa Sede
La
sacramentalidad y la apostolicidad de la Iglesia reconocida, conservada y
vivida en el tejido pastoral de la vida eclesial de cada parroquia china, y la
plena comunión de todos los obispos con el Obispo de Roma no
pueden calificarse como algo “decepcionante” desde la
perspectiva de la Santa Sede, sobre todo si se tiene en cuenta al menos un poco
la historia de la que se proviene.
En
general en los relatos de las relaciones entre China y el Vaticano, suelen ser
eliminados y ocultados los factores que han movido a la Santa Sede por el
camino que ha tomado, y los criterios que la han guiado en
sus decisiones sobre cuestiones tan vitales para el sensus Ecclesiae de los
católicos chinos.
Quienes
tachan el acuerdo de operación con escasos resultados o incluso de error del
que arrepentirse, deben eliminar no sólo las referencias a las dinámicas
sacramentales que dan vida a la Iglesia, sino también ocultar todo lo que ha
ocurrido al catolicismo chino en los últimos setenta años.
Nadie en China insulta al Papa
Ha
habido temporadas en las que en los medios de comunicación oficiales del órgano
chino se solía hablar de los obispos y del Vaticano como “perros
guardianes” del imperialismo occidental. Mientras que
ahora, a pesar de la fase de creciente tensión internacional entre la República
Popular y los actores geopolíticos occidentales, a nadie en China se le ocurre
insultar al Papa y a la Iglesia Católica como agentes de fuerzas hostiles.
Según
aumentan las tensiones internacionales y los enfrentamientos de poder, es
necesario observar con una mirada de fe la delicada y providencial condición en
la que se encuentra el pequeño rebaño de católicos
chinos. Es precisamente en esta condición, compartida con
sus compatriotas, que pueden experimentar la aventura de confesar la fe en
Cristo en la China actual tal como es, sin privilegios, sin ser señalados y
percibidos como un cuerpo extraño, o como invitados exóticos o representantes
de culturas lejanas.
Los
católicos chinos, como todos los ciudadanos chinos, viven en el contexto de las
disposiciones dictadas por las autoridades civiles chinas. Como bautizados,
siguen la fe de los apóstoles, de la que es parte integrante la comunión con el
obispo de Roma como garante de la unidad de la Iglesia. Su condición puede
conllevar fatiga, decepciones, sufrimiento.
Confesar la fe en China
Pero
permanecer inmanente a esta condición deja la puerta abierta al testimonio, a
la posibilidad de confesar la fe en Cristo, caminando cada día en su compañía
en la China de hoy, tal como es, realizando los gestos ordinarios relacionados
con la misión de salvación confiada por Jesús a los suyos: anuncio del
Evangelio, catequesis, administración de los sacramentos, obras de caridad para
los hermanos necesitados.
Hechos
y palabras de esa corriente de experiencia cristiana libre de sospechas, que
anima la vida cotidiana de tantas comunidades católicas chinas.
En
los acontecimientos felices y turbulentos que han marcado los
últimos setenta años del catolicismo chino, lo que ha
marcado el norte, ha sido precisamente la fe de los Apóstoles, en la que los
obispos, sacerdotes y laicos de esa Iglesia han sido custodiados. No por
heroísmo o voluntariedad obstinada, sino por un don de la gracia.
Los
mismos Sucesores de Pedro han experimentado y atestiguado que su comunión con
la Iglesia católica en China no debía ser restaurada con instrumentos de
supremacía jurídica, simplemente porque esa comunión ya existía, fundada en el
hecho de compartir la misma fe católica. Este es el único tesoro en el que se
puede confiar incluso en los acontecimientos más enigmáticos y controvertidos
de la actualidad.
Fuente: ReligiónConfidencial