UN MENSAJE PARA UN SACERDOTE CANSADO DE LUCHAR

No te canses hermano sacerdote. Son tiempos de lucha. ¡Ánimo! Sé fiel y devoto hijo de María, ella cuidará de ti. La reflexión de Claudio de Castro

Luis Angel Espinosa LC | Cathopic
«Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana…» 2 Timoteo, 4

Le tengo un gran cariño a los sacerdotes. He tenido la suerte de toparme con muchos santos y buenos sacerdotes, dedicados de lleno a la salvación de las almas. He encontrad en ustedes los mejores consejos. 

Estas palabras que vas a leer las escribo con gratitud, agradecido por tu sacerdocio y rezo a Dios por ti.

No te canses hermano sacerdote. Son tiempos de lucha. ¡Ánimo! Sé fiel y devoto hijo de María, ella cuidará de ti. Decía san Antonio María Claret:

«Un hijo del Corazón Inmaculado de María es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa; que desea eficazmente y procura, por todos los medios, encender a todo el mundo en el fuego del divino amor». 

En estos tiempos de confusión y oscuridad el mundo necesita más que nuca de ti. Sé santo y llévanos al Paraíso, muéstranos el camino.

Luz en la oscuridad

Recuerdo que solía quejarme con Jesús por las muchas dificultades que atravesaba, sobre todo por colocarme en lugares y situaciones que no me agradaban. 

«¿Por qué permites que esté en medio de esta oscuridad?» Le preguntaba. 

La respuesta no tardaba en llegar: «Para que la ilumines».

Eres tan humano como nosotros y estoy seguro que tus tentaciones son peores, más fuertes, sutiles. El demonio que te conoce desde tu nacimiento ha tenido tiempo de sobra para estudiar y conocer tus debilidades. Y te ataca en los momentos de mayor debilidad. La verdad, no sé por qué te lo digo, esto lo sabes mejor que todos nosotros. 

Deseo pedirte que ores más, confíes más en Jesús y pases más tiempo en su compañía ante el Sagrario. Nosotros que somos débiles te necesitamos fuerte para que compartas tu fe serenidad, amor al prójimo y compasión.

Debes superar todas las pruebas porque cuando un sacerdote sucumbe y cae, hace más ruido que una fuerte explosión que aturde a cuantos la escuchan y afecta a muchos. 

«Los demonios tientan más a un sacerdote que a cien seglares; porque un sacerdote que se condena, lleva en pos de sí a muchos al infierno», decía San Alfonso María de Ligorio.

Cuando cae un sacerdote los cielos y la tierra se estremecen. 

Por favor, resiste, sé fuerte. Sé santo.

Rezamos por ti, nosotros los que no somos pecadores e indignos.  Y lo hacemos por amor a la Iglesia y respeto a los sacerdotes a quienes les tenemos un gran cariño.

No te canses

San Ambrosio decía que: “el verdadero ministro del altar ha nacido para Dios y no para sí (…). Es decir, que el sacerdote ha de olvidarse de sus comodidades, ventajas y pasatiempos, para pensar en el día en que recibió el sacerdocio, recordando desde entonces ya no es suyo, sino de Dios, por lo que no debe ocuparse más que en los intereses de Dios. El Señor tiene sumo empeño en que los sacerdotes sean santos y puros, para que puedan presentarse ante Él libres de toda mancha cuando se le acerquen a ofrecerle sacrificios”.

No te canses. Recuerda tu ilusión primera cuando te consagraste sacerdote y tuviste en tus manos a Jesús Sacramentado. Ese hermoso recuerdo renovará en ti la ilusión del sacerdocio, sabiendo a quien sirves.

Recuérdanos a menudo en tus homilías el camino seguro de salvación eterna: «si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.” (Mateo 19, 17)

y lo más importante, somos hijos de un Dios, Padre, justo y misericordioso, que es amor. Y vive pendiente de nuestras necesidades. Por tanto no hay motivos para temer. “Para Dios todo es posible” (Mt 19, 26)

¡Dios te Bendiga!

Claudio de Castro

Fuente: Aleteia