No te canses hermano sacerdote. Son tiempos de lucha. ¡Ánimo! Sé fiel y devoto hijo de María, ella cuidará de ti. La reflexión de Claudio de Castro
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Luis Angel Espinosa LC | Cathopic |
Le tengo un gran cariño a los sacerdotes. He tenido la suerte de
toparme con muchos santos y buenos sacerdotes, dedicados de lleno a la
salvación de las almas. He encontrad en ustedes los mejores consejos.
Estas palabras que vas a leer las
escribo con gratitud, agradecido por tu sacerdocio y rezo a Dios por ti.
No te canses hermano sacerdote. Son tiempos de lucha. ¡Ánimo! Sé
fiel y devoto hijo de María, ella cuidará de ti. Decía san Antonio María
Claret:
«Un hijo del
Corazón Inmaculado de María es un hombre que arde en caridad y que abrasa
por donde pasa; que desea eficazmente y procura, por todos los
medios, encender a todo el mundo en el fuego del divino amor».
En estos tiempos de confusión y
oscuridad el mundo necesita más que nuca de ti. Sé santo y llévanos al Paraíso,
muéstranos el camino.
Luz en la oscuridad
Recuerdo que solía quejarme con Jesús por las muchas dificultades
que atravesaba, sobre todo por colocarme en lugares y situaciones que no me
agradaban.
«¿Por qué permites que esté en medio de esta oscuridad?» Le
preguntaba.
La respuesta no tardaba en llegar: «Para que la ilumines».
Eres tan humano como nosotros y estoy seguro que tus tentaciones
son peores, más fuertes, sutiles. El demonio que te conoce desde tu nacimiento
ha tenido tiempo de sobra para estudiar y conocer tus debilidades. Y te ataca
en los momentos de mayor debilidad. La verdad, no sé por qué te lo digo, esto
lo sabes mejor que todos nosotros.
Deseo pedirte que ores más, confíes más en Jesús y pases más
tiempo en su compañía ante el Sagrario. Nosotros que somos débiles te necesitamos
fuerte para que compartas tu fe serenidad, amor al prójimo y compasión.
Debes superar todas las pruebas porque cuando un sacerdote
sucumbe y cae, hace más ruido que una fuerte explosión que aturde a cuantos la
escuchan y afecta a muchos.
«Los demonios
tientan más a un sacerdote que a cien seglares; porque un sacerdote que se
condena, lleva en pos de sí a muchos al infierno», decía San
Alfonso María de Ligorio.
Cuando cae
un sacerdote los cielos y la tierra se estremecen.
Por favor, resiste, sé fuerte. Sé santo.
Rezamos por
ti, nosotros los que no somos pecadores e indignos. Y lo hacemos por amor
a la Iglesia y respeto a los sacerdotes a quienes les tenemos un gran cariño.
No te canses
San Ambrosio
decía que: “el
verdadero ministro del altar ha nacido para Dios y no para sí (…). Es decir,
que el sacerdote ha de olvidarse de sus comodidades, ventajas y pasatiempos,
para pensar en el día en que recibió el sacerdocio, recordando desde entonces
ya no es suyo, sino de Dios, por lo que no debe ocuparse más que en los
intereses de Dios. El Señor tiene sumo empeño en que los sacerdotes sean santos
y puros, para que puedan presentarse ante Él libres de toda mancha cuando se le
acerquen a ofrecerle sacrificios”.
No te canses. Recuerda tu ilusión primera
cuando te consagraste sacerdote y tuviste en tus manos a Jesús Sacramentado.
Ese hermoso recuerdo renovará en ti la ilusión del sacerdocio, sabiendo a quien
sirves.
Recuérdanos
a menudo en tus homilías el camino seguro de salvación eterna: «si quieres
entrar en la vida, guarda los mandamientos.” (Mateo 19, 17)
y lo más
importante, somos hijos de un Dios, Padre, justo y misericordioso, que es amor.
Y vive pendiente de nuestras necesidades. Por tanto no hay motivos para temer. “Para Dios
todo es posible” (Mt 19, 26)
¡Dios te
Bendiga!
Claudio de
Castro
Fuente:
Aleteia